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Barcelona

Barcelona

Turistas se hacen una fotografía en La Pedrera, edificio construido por el arquitecto Antonio Gaudí. FOTO: Martin Parr (Magnum Photos)

La ciudad de los prodigios

Santiago Roncagliolo

Un lugar amable, humillantemente bello y con un clima envidiable. Vivir en Barcelona permite darse pequeños lujos como caminar hasta la playa, nadar en el mar y subir a un chiringuito a almorzar.

Las ciudades no suelen ser bonitas. Son ciudades, no más. Tienen tiendas, oficinas y casas, y calles para que la gente pueda desplazarse de unas a otras. Pero Barcelona es escandalosa, exagerada, humillantemente bella. Cada vez que regreso de un viaje atravieso el Eixample por Gran Via, o paso junto al cementerio de Montjuïc, o contemplo el puerto, y pienso: "Qué suerte tengo de vivir aquí".

Sí: hay otras ciudades esplendorosas, como París, pero ¿cuánto cuesta vivir en París? Si quieres disfrutarla y acceder a todas sus posibilidades de ocio y cultura, necesitarás mucho dinero. Barcelona es una ciudad mucho más amable si no eres millonario.

Aparte de la belleza, el encanto radica en el clima. El verano no es tan caluroso como en Sevilla, ni el invierno tan frío como en Berlín. En Barcelona puedes caminar por la calle todo el año. Y la ciudad es lo suficientemente pequeña para llegar a pie a todas partes.

Más aún, durante cuatro meses puedes caminar hasta la playa, nadar en el mar y subir a un chiringuito a almorzar. El resto del año puedes andar por la montaña. Y en cualquier mes, después de tanta caminata, podrás comer algo delicioso. ¿Puedes pedir algo más? Yo creo que no.

El escritor Eduardo Mendoza llamó a Barcelona "La ciudad de los prodigios". Y, en mi opinión, no exageró ni un milímetro.