Cada vez más vecinos, cada vez menos sanitarios

Los municipios de la sierra, que disparan sus habitantes durante el verano, no ven aumentada su plantilla en los centros de salud y consultorios. Vecinos, alcaldes y profesionales piden un refuerzo

Consultorio de Miraflores de la Sierra, cerrado por las tardes desde el pasado 22 de marzo, cuando el Gobierno de Madrid, reorganizó la atención primaria.SANTI BURGOS

Fernando Partida tiene la sensación de seguir viviendo confinado. Sale una hora por la mañana y otra por la noche, cuando menos gente puede cruzarse. ¿La razón? Está trasplantado de riñón, es consciente de que es población de riesgo y la situación de la atención sanitaria en su pueblo “no es precisamente un aliciente”. Vive en Los Molinos, una localidad al noroeste de Madrid, y su consultorio abrirá este martes a la atención presencial por primera vez en casi cuatro meses ...

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Fernando Partida tiene la sensación de seguir viviendo confinado. Sale una hora por la mañana y otra por la noche, cuando menos gente puede cruzarse. ¿La razón? Está trasplantado de riñón, es consciente de que es población de riesgo y la situación de la atención sanitaria en su pueblo “no es precisamente un aliciente”. Vive en Los Molinos, una localidad al noroeste de Madrid, y su consultorio abrirá este martes a la atención presencial por primera vez en casi cuatro meses tras la reorganización de la atención primaria que la Consejería de Sanidad acometió cuando llegó la pandemia: se cerraron servicios, se concentró la atención en los centros de cabecera y se blindaron los edificios primando la atención telefónica. Y en Los Molinos, como muchos otros municipios de la sierra madrileña, parecen haber vuelto a los veranos de los setenta.

“La parte de la sierra de Madrid duplica población”, explica al teléfono Salvador Casado, médico de familia en Soto del Real, a 30 kilómetros al este del pueblo de Partida, al otro lado del parque de la Cuenca Alta del Manzanares: “Quizás este año más porque la gente no se marchará al extranjero, se quedará cerca. Además, la población fiel a la sierra suele ser mayor, pacientes con patologías más complejas de manejar. Y mucha población joven, caídas, esguinces, picaduras... Mucho trabajo. ¿Refuerzo?, nada de nada”.

Vecinos y alcaldes han visto cómo poco a poco se llenaban, más que otros años, las segundas residencias. También vecinos y alcaldes han visto cómo sus centros sanitarios permanecían cerrados o sin atención presencial durante más de tres meses. Ahora, que van reabriendo, lo hacen para hacer frente a pueblos que duplican y hasta triplican su población en verano, pero sus plantillas no crecen en proporción.

En la zona donde vive Fernando Partida, el centro de salud de Cercedilla ha estado concentrando la los pacientes de su pueblo, Los Molinos, y Navacerrada hasta esta semana. “Ahora dice la Consejería que va a abrir el centro de Los Molinos los martes y los jueves y el de Navacerrada los lunes, miércoles y viernes. Eso sí, después de las concentraciones, las quejas y las protestas. Que alguien me explique cómo van a atender en esas condiciones a unas 60.000 personas que hay en verano en estos tres pueblos”, lamenta Partida.

En Navacerrada, durante muchos días, los vecinos y la alcaldesa, Ana Paula Espinosa (PSOE), se concentraron a las puertas del centro para pedir su reapertura. Y quienes viven en Los Molinos, como Partida, están su corporación municipal, “pidiendo que la reapertura sea completa”. Lo cuenta Miguel Ángel Martín, el primer teniente de alcalde (PP): “Si tenemos alrededor de 4.500 habitantes, estaremos llegando a los 10.000”.

Martín explica que el pleno, por unanimidad, aprobó una moción para instar a la apertura del consultorio el pasado junio: “Pero la realidad es la que es, la semana pasada tuvimos una reunión con la Gerencia de Atención Primaria y los médicos de la zona y no tienen más profesionales. Queremos la reapertura completa, pero si no puede ser en condiciones de seguridad, entendemos que no se haga”. Partida se queja de la situación de la primaria: “Es penoso. Los sanitarios están desbordados, y a pesar de todo su esfuerzo, les resulta imposible atender adecuadamente a sus pacientes. ¿Qué pasa? ¿qué sistema sanitario es este?”.

En Madrid, la situación de la atención primaria arrastra recortes desde hace años: la Comunidad es la que menos invierte en gasto sanitario público, la tercera que menos paga a sus profesionales y la que menos destina a este primer escalón del sistema, según la última estadística nacional del Ministerio de Sanidad, del pasado mayo. Además, sus ratios de pacientes por profesional superan la media nacional: tiene 1.557 pacientes por profesional de Medicina, un 12,7% más que en el cómputo nacional; y un 25,4% más en Enfermería. Una falta estructural de profesionales que se cifra en al menos 600 médicos para alcanzar los datos nacionales.

La covid ha oscurecido aún más el panorama. Sanitarios contagiados (eran ya 11.548 a finales de mayo en todo el sistema madrileño, según los últimos datos de la Consejería); centros que no cumplen con los requisitos para separar a pacientes covid y otras patologías —una de las razones que da el Gobierno madrileño para mantener nueve consultorios sin atención presencial, tres centros de salud y cinco consultorios locales cerrados durante parte del día, y cuatro que solo abren tres, dos o un día a la semana, como el de Los Molinos—; el seguimiento telefónico a los pacientes de coronavirus que vienen realizando desde el principio de la pandemia, con un acumulado de 326.020, a 6 de julio; y seguir atendiendo a sus pacientes crónicos habituales.

Un volumen de trabajo desmesurado que se ha ido repartiendo a costa del esfuerzo de los profesionales, que exigen más que nunca refuerzos. Según la Consejería de Sanidad, son ya 737 los que se han contratado para dar apoyo: “De todas las categorías y seguiremos profundizando, porque son necesarios desde el punto de vista cuantitativo. La reordenación de los recursos de atención primaria está condicionada a la evolución de la epidemia, principalmente, y a la disponibilidad de recursos humanos”.

No hay suplentes para nada, los últimos meses hemos sufrido la carestía más que nunca
Salvador Casado, médico de atención primaria

Disponibilidad que nunca existe por las condiciones laborales que ofrece el Gobierno madrileño. “Pasa todos los años tras la pandemia, cuando parece más prudente reforzar la primaria, tampoco se hace”, dice el médico de familia Salvador Casado. Fue precisamente la situación de la primaria, junto a la de Salud Pública, la que retrasó el desconfinamiento y después la desescalada en la Comunidad. “No hay suplentes para nada, los últimos meses hemos sufrido la carestía más que nunca”, añade Casado, que arguye que lo más que han visto hasta ahora como refuerzo son residentes de año cero, es decir, recién licenciados sin especialidad cuyas funciones son muy limitadas.

Este profesional de Familia tiene una larga lista de ejemplos: “En Miraflores de la Sierra hay dos médicas cubriendo cuatro plazas. En El Álamo llevan cuatro meses sin médicos de familia por la tarde, y tres médicos llevan las cinco plazas que hay… Y así de forma generalizada”. ¿La razón? Casado lo tiene claro: “La de siempre, la precariedad. Con estas condiciones no hay médicos que quieran trabajar en primaria, menos aún en las zonas rurales. Y ahora, que había una excusa para fortalecerla, el hecho de no hacerlo los pone en evidencia. No tienen voluntad”.

La precariedad de las urgencias de primaria, también en los pueblos

En las zonas rurales, solo uno de los 41 dispositivos de urgencias (los Servicios de Atención Rural, que prestan servicio durante las noches, los fines de semana y los festivos), sufrió el cierre durante la pandemia, el de Perales del Río. Sin embargo, se quejan desde la Plataforma SAR, que agrupa a 120 de los alrededor de 350 profesionales (médicos, enfermeras y celadores) que atienden en estos servicios de emergencia, la Gerencia de Atención Primaria no los ha tenido en cuenta “para nada” a la hora de la desescalada ni de la redacción de los protocolos; y arguyen que “si la situación de la primaria es infernal, la de las urgencias rurales es aún peor”.

Peores condiciones sin mejor salario; peores ratios de pacientes por profesional, porque, mayoritariamente, cada SAR cuenta con un profesional de Medicina y otro de Enfermería, sin importar cuánta población tengan que atender. “A eso, se suma ahora que también hay que hacer PCR, y tú en urgencias no puedes organizar la agenda, las urgencias surgen cuando surgen, así que hay que hacerlo todo”. Sin embargo, cuando hace semanas comenzaron a atisbar el crecimiento de la población, avisaron a la Gerencia de Atención Primaria de que era “imprescindible un refuerzo”. “¿La respuesta? Nos dijeron que no lo veían necesario”.


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