De Plutarco a los Simpson y de César a Maradona: Daniel López Valle, otra forma de narrar la historia
El escritor ilicitano sigue la estela de su exitoso ‘H.Ex’., libro en el que repasaba la historia desde lo absurdo y lo accidental, con unos talleres sobre el siglo XX y otros sobre Barcelona
Afirma Daniel López Valle (Elche, 41 años) que su intención jamás ha sido desmitificar la historia, “porque se desmitifica sola. Solo hace falta entrar en la Wikipedia”. Eso no era para nada lo que buscaba en 2022 con su libro H.Ex. (Blackie Books), un ameno e interesante compendio de narraciones extraordinarias protagonizadas por personajes en los márgenes, olvidados o desconocidos, y marcadas por lo absurdo y lo accidental, que recorren el devenir de la humanidad, desde la Edad Antigua hasta terminar el día en que Rusia invade Ucrania en 2022. Esa mañana, López Valle decide que, a dif...
Afirma Daniel López Valle (Elche, 41 años) que su intención jamás ha sido desmitificar la historia, “porque se desmitifica sola. Solo hace falta entrar en la Wikipedia”. Eso no era para nada lo que buscaba en 2022 con su libro H.Ex. (Blackie Books), un ameno e interesante compendio de narraciones extraordinarias protagonizadas por personajes en los márgenes, olvidados o desconocidos, y marcadas por lo absurdo y lo accidental, que recorren el devenir de la humanidad, desde la Edad Antigua hasta terminar el día en que Rusia invade Ucrania en 2022. Esa mañana, López Valle decide que, a diferencia de Kafka el 2 agosto de 1914, cuando Alemania declaró la guerra a Rusia, que se fue a nadar, él no irá a la piscina. Y miren que le gusta nadar. El libro fue un éxito, y desde su editorial le propusieron convertir el espíritu de sus relatos en talleres que se impartirían en Casa Blackie, el local que el sello tiene en Barcelona, donde reside este fan de Sherlock Holmes y exconcursante de Saber y ganar.
Le costó aceptar, porque dice que es muy vago, pero ha terminado impartiendo ciclos de talleres sobre el siglo XX. Estructurados a través de ocho historias que comienzan con el asesinato del archiduque en Sarajevo, duran poco más de dos horas cada uno y entretienen y fascinan a una veintena de asistentes (las entradas vuelan) en cada sesión. “Es un poco: ‘Ven, tómate una cerveza que te voy a contar cómo el hermano de Hitler vivió en Liverpool pocos años antes y a pocas calles de donde se formaron los Beatles”, apunta el autor al respecto de una de las muchas cosas que hacen del siglo XX algo tan apabullante. “Tiene una primera mitad que es un delirio, en la que hay una sensación de fin de la historia. La humanidad, por fin, descubre que se puede matar industrialmente. Aparece, por ejemplo, la aviación. Desde el primer vuelo hasta la llegada del hombre a la Luna pasan apenas 60 años. Todo eso con matanzas industriales por el camino. Pasada esa primera mitad, en la que, si te despistabas, te mataban, el miedo se disipa y todo explota. Vamos a dejarnos el pelo largo y a fumar mil porros, que, total, cualquier día nos cae una bomba nuclear”.
Algunos dan el 11 de septiembre de 2001 como fecha final del siglo XX; otros, el nacimiento de Facebook en febrero de 2004. El escritor ilicitano cree que, en realidad, murió cuando llegó el iphone en el otoño de 2007. “Dio la opción de meter todo eso de internet en el bolsillo. El iphone es meter tu cabeza en el universo. Fue tan grande que lo copiaron de inmediato, porque el hecho de llevar una terminal de tu primera vida en el bolsillo es bestial. Facebook nos permitió vivir la vida en público, creerte famoso, y por eso hay gente que tuitea o habla como si fuera Beyoncé dando una entrevista o un ministro en una comparecencia oficial. Y ya ni nos chirría eso. Pero Facebook se encendía y apagaba y el iphone hizo que eso fuera parte de nosotros 24 horas al día”.
La última sesión sobre el siglo XX tendrá lugar el próximo 15 de abril. El 6 de mayo empezará su siguiente aventura: unos cursos sobre la historia de Barcelona que constarán de cuatro pases hasta el 3 de junio. “Como soy de Elche, a mí Barcelona me interesa”, informa el autor agitando las manos sobre el escritorio de su casa con vistas a la plaza Monumental. “Es que ni mi novia, que es de aquí, sabe cosas de la ciudad en profundidad. Cuando voy por la calle y a la gente le cuento algo de algún edificio, se emocionan. De golpe, la ciudad tiene sentido. Saber algo de ese decorado que habitas, de la gente que vivió antes que tú aquí, hace que conectes y te amuebla. Esto lo hago todo el rato, incluso en Madrid. El otro día paseaba con unos amigos y pasamos por el cruce de Hortaleza y Augusto Figueroa, donde se cargaron al teniente Castillo en 1936. Y dije algo que me gusta mucho decir cuando paso por ahí: ‘Mira, aquí empezó la Guerra Civil’. Es una frase muy matizable, lo sé, pero cada vez que la suelto, la gente pega un respingo”.
El año pasado viajó por primera vez a Roma. Paseando por el foro se plantó en el templo de Saturno. “Y me acordé del momento en que César, tras cruzar el Rubicón, entra en la ciudad y va al templo. Ahí un tipo le impide el paso, y César le dice: ‘Quita de ahí o te mato… Y me cuesta más decirlo que hacerlo’. Es Maradona en el Mundial del 86, alguien que juega para la historia. Esa frase no se le ocurre ni al mejor guionista de Hollywood. Y eso es lo que me gusta de la realidad por encima de la ficción: es absurda y no tiene sentido, pero es real porque la vives”. A López Valle le fascinan estas historias, desde el épico ascenso de Gengis Kan, que pasa de ser esclavo a dominar el mundo, para terminar muriendo al caer de un caballo, hasta el fin del sitio de Constantinopla, una de sus favoritas.
Se le escapa la risa al recordarla. “Imagina que estás en Constantinopla, resistiendo victoriosamente el asedio. La cristiandad os ha dejado tirados, tienes frente a ti un ejército de cientos de miles de personas. Y, de golpe, se oye un tumulto por ahí: los turcos han entrado. Y lo han hecho porque un pavo se ha dejado una puerta abierta, que, bueno, nos puede pasar a todos. Y ahí el tipo debe pensar: ‘La puerta, me cago en la puta…’. Te van a descuartizar, van a violar a tus hijas porque te has dejado una puerta abierta. Cuando haces el relato de esto debes atender a cosas grandes y al significado de la caída del Imperio Bizantino, pero a mí lo que me mueve es el pavo de la puerta”.
¿Estaría de acuerdo alguien como César Vidal con esta forma de entender la narración de la historia? “Creo que a Vidal le pasaría lo mismo que a cualquier persona que acude al pasado como una táctica para extraer argumentos para el presente. Eso se puede hacer con cinismo o con maldad, y no sabría decirte cómo lo hace él. Ya lo sabes, yo no me propongo desmitificar cosas”. No es nada partidario López Valle de esta batalla de fechas con la que se arman muchos argumentos históricos que pretenden justificar hechos presentes. Que si empiezas a tirar atrás desde la Nakba de 1948, igual resulta que el conflicto israelí-palestino también podría ser culpa del Imperio Otomano. La suya es una forma de entender todo esto que poco o nada tiene que ver con esos fans de los tercios de Flandes que inundan las redes sociales y que salivan con el recuerdo del sitio de Amberes o el milagro de Empel. Por eso tal vez hay tantas mujeres en sus talleres. “A ver, que yo vengo tan influenciado por los Simpson como por Plutarco, y disfruto tanto del Imperio Romano como de un partido de fútbol, pero creo que el tipo de historia que cuento conecta más con esta visión femenina muchas veces expulsada de los libros. El otro día hablé de Sisí, y las mujeres conectaban. Bueno, es Sisí, no es un personaje raro, lo deberíamos conocer todos mejor, pero vivimos en un presente perpetuo. Esto hace que se haya tenido menos acceso al conocimiento histórico de uso común porque ese conocimiento no pertenece a este mundo en que vivimos. Pero cuando chocamos con esa información, nos interesa y divierte muchísimo. Es un poco como aquello que dijo Trotski: ‘Usted tal vez no está interesado en la historia, pero la historia está interesada en usted”.