Mientras el fuego siga ardiendo
La fotógrafa francesa Julie Grassberg sale en busca de los mayores que no han dejado de bailar, de enamorarse, de vivir… Frente a los estereotipos y las miradas condescendientes o de rechazo, el proyecto ‘Stayin’ alive’ muestra una belleza que está ahí para quien se moleste en mirar
La imagen de una elegante mujer mayor en una velada de baile organizada en La Coupole, una de las brasseries más famosas de París, se le quedó clavada en la memoria hace ya tres lustros a la fotógrafa Julie Glassberg, entonces una joven estudiante. La mujer le explicó que, además de que le encantaba bailar, aquel era un sitio perfecto para conocer amantes. Allí coloca la autora francesa, colaboradora entre otros de The New York Times, Le Monde o EL PAÍS, el germen ...
La imagen de una elegante mujer mayor en una velada de baile organizada en La Coupole, una de las brasseries más famosas de París, se le quedó clavada en la memoria hace ya tres lustros a la fotógrafa Julie Glassberg, entonces una joven estudiante. La mujer le explicó que, además de que le encantaba bailar, aquel era un sitio perfecto para conocer amantes. Allí coloca la autora francesa, colaboradora entre otros de The New York Times, Le Monde o EL PAÍS, el germen de Stayin’ alive —sobreviviendo, como la mítica canción disco de los Bee Gees—, un proyecto artístico que sale al encuentro de una parte de la sociedad oculta para la mayoría, la de los mayores que no detienen su vida por el hecho de haber cumplido muchos años, que siguen bailando, trabajando, practicando deporte, enamorándose…
Aquella primera imagen en La Coupole puso dirección a un interés que Glassberg siempre había sentido por la imagen social que proyectan los mayores, y que fue creciendo al contacto con todos los ancianos “extravagantes, dinámicos, muy integrados” que se fueron cruzando en su camino por todo el mundo. Finalmente, todo terminó de tomar forma durante la pandemia de covid, cuando los mayores se convirtieron en el gran foco de atención, aplastados entre el impulso de protegerlos y su necesidad de seguir viviendo a pesar de todo. Así, este trabajo se rebela contra los estereotipos y las miradas de miedo y desagrado. “Ciertamente, nuestra envoltura cambia y se transforma, pero su belleza es solo una cuestión de percepción. Si el fuego sigue ardiendo, no hay razón para detenerse”, escribe Glassberg.