El diseñador Stefano Pilati vuelve a la industria del lujo para crear mobiliario
“Berlín me ha permitido aislarme de la moda, crear más objetividad en lo que hago. No tengo miedo”, dice Pilati, quien en 2004 fue nombrado director creativo de Yves Saint Laurent. Doce años más tarde dejaba el mundo de la moda
Desde que en 2016 se apeó de la industria de la moda de lujo, Stefano Pilati (Milán, 1965) ha estado centrado en el desarrollo de su propia marca, Random Identities. El diseñador italiano contaba con una larga trayectoria, con diferentes roles en firmas como Cerruti, Armani o Prada. En 2004 sustituyó a Tom Ford...
Desde que en 2016 se apeó de la industria de la moda de lujo, Stefano Pilati (Milán, 1965) ha estado centrado en el desarrollo de su propia marca, Random Identities. El diseñador italiano contaba con una larga trayectoria, con diferentes roles en firmas como Cerruti, Armani o Prada. En 2004 sustituyó a Tom Ford como director creativo en Yves Saint Laurent, donde estuvo ocho años. De ahí saltó a Ermenegildo Zegna y después, ciao. En todo este tiempo, se ha dedicado tanto a su propio desarrollo personal como a explorar su lenguaje como diseñador, habiendo encontrado en Berlín el escenario perfecto. “Es una ciudad como ninguna otra. En ella estoy más en contacto conmigo mismo, fuera de la presión de París, Milán y Nueva York. Tiene una energía que te permite sentirte como alejado, fuera de todo, pero, al mismo tiempo, también te ofrece una gran libertad de expresión y de creatividad. Es mi base desde hace una década”, cuenta.
“En muchos otros sitios, las convenciones sociales o el tener que comportarse de un cierto modo para encajar son inevitables. En Berlín siento como que tuviera carta blanca para expresarme y crear de manera fluida y libre. Es una ciudad que verdaderamente celebra y defiende la diversidad en todos los sentidos, especialmente en cuanto a expresión artística”, continúa. Esta diversidad se ve reflejada en lo poco que hasta ahora se ha podido ver de Random Identities, una marca independiente con una visión libre y flexible en torno al género, que rompe con los estereotipos y tabúes que aún quedan sobre lo que puede o no llevar una persona. De ahí, el nombre: identidades aleatorias.
Desde que se lanzó a su proyecto en solitario, han sido pocas las ocasiones en que ha tenido que mostrar las propuestas de Random Identities. Una de ellas fue en la plataforma online de moda Ssense. “Mi vida dentro de la estructura corporativa ha sido formativa y destructiva al mismo tiempo”, se confesaba a través de una reflexión personal con motivo del evento. “El aislamiento de la moda que me ha dado Berlín crea más objetividad en lo que hago”, aseguraba. Poco después, tras la presentación de sus creaciones en la feria Pitti Uomo de Florencia en enero de 2020, estallaba la pandemia y, con ella, ya lo saben: parón e incertidumbre. Stefano no oculta que han sido momentos complicados para sacar adelante su proyecto. De hecho, con Ssense ya no tiene relación comercial. Hace unas semanas confesaba que él mismo es la persona detrás del servicio al cliente: “Sí, soy yo quien responde a las preguntas sobre tallas o reposición de stock”. No obstante, con el mismo calibre de sinceridad que de ilusión, anunciaba su vuelta al circuito.
Aparte de su nuevo hogar en Berlín, Stefano Pilati tiene también una residencia de verano en su Italia natal. “Tuve la suerte de encontrar una casa en Sicilia con una volumetría muy interesante. Cuando empecé a habitarla, en 2020, me pareció que las proporciones de sus altos techos y de las ventanas eran tan exageradas y abrumadoras que mis muebles casi quedaban como fuera de lugar. Se los veía minúsculos en comparación. Esto fue lo que me llevó a cubrirlos con alfombras y otros elementos semirrígidos, para que adoptaran proporciones nuevas. El gesto supuso una transformación escultórica de sus formas, manteniendo su función original y adaptándose mejor a los espacios”, explica. Este gesto tan doméstico y casual ha sido el germen de una colección cápsula para la casa francesa Pinto, lo que ha supuesto la reconexión de Stefano Pilati con la industria del lujo. Pero no con la de la moda, sino con la del mobiliario. Todo surgió cuando un amigo en común le conectó con Fahd Hariri, el nuevo propietario de la firma tras el fallecimiento de su fundador, Alberto Pinto.
“En nuestra primera llamada invité a Stefano a venir a nuestras oficinas para conocernos más. En este encuentro, nos mostró algunas fotos de su casa de verano, donde se veía la intervención que había hecho en los sofás y sillones. Llamó nuestra atención, por lo que le propusimos el diseño de un sofá y una butaca que reflejaran estos gestos aparentemente casuales”, recuerda Fahd.
La colección cápsula está compuesta por un sofá y una butaca, en edición limitada de 30 y 8 piezas respectivamente. La tapicería del sofá imita, con sus pliegues y remates abotonados en los reposabrazos, ese gesto de Stefano que Fahd Hariri quería capturar, como de envoltura casual. Para su elaboración, Pinto confió en Atelier Seigneur, una casa de tapicerías fundada 1935, reconocida como Empresa del Patrimonio Vivo, un sello que distingue la excelencia de los artesanos franceses. Por su parte, la butaca es la conversión de una silla de jardín de mimbre y una alfombra de jacinto de agua trenzado en un sillón de bronce, que reproduce fielmente la caída natural de la estera y la aparente ligereza del modelo de partida. Su elaboración, mediante fundición de bronce a la cera perdida, fue confiada al taller francés Arte Fabrica.
“Había creado muebles para mí anteriormente, pero esta es la primera vez que he hecho piezas para venta al público. Estoy muy apegado a mi trabajo como diseñador de moda”, afirma Pilati, dejando claro que no tiene intención de pasarse al mobiliario. “Con esta colaboración, he descubierto que existen algunas similitudes con la parte más industrial del diseño de moda, donde aspectos como la física, la gravedad, las proporciones y las tensiones compartidas entre los elementos y superficies son muy importantes. En este sentido, el modo artesanal de trabajar una tapicería que tiene el sofá de esta colección es algo con lo que un diseñador de moda puede estar muy familiarizado”, explica.
“El proceso de trabajo de esta colección me ha reafirmado en mi creencia de lo importante que es la artesanía. Esa trastienda que posee la industria hoy, y que es fundamental para el aprendizaje que busco a la hora de diseñar. El intercambio con quienes tienen el saber hacer determina la viabilidad de las ideas. Es algo que supone un desafío que enriquece a ambos profesionales”, reflexiona.
El diseñador es muy consciente de que se ha metido en otra profesión. En todo momento se muestra respetuoso y humilde, destacando el aprendizaje que esta oportunidad de colaboración le ha proporcionado. Además, no fue solo cosa suya: Fahd Hariri también arriesgó al confiar en un diseñador de moda en vez de en uno de mobiliario: “Mi implicación en Pinto es también como codirector creativo”, sostiene Hariri. “En este sentido, me gustaría abrir la firma a varias disciplinas artísticas que sean capaces de aportarle una visión fresca. Ya diseñamos muebles, así que mi idea de una colaboración persigue más bien establecer, al menos una vez al año, una discusión entre la herencia de la marca y su saber hacer, y otros perfiles artísticos de diferentes campos de la creación, como la moda, la pintura o la escultura”.
Fahd Hariri es un arquitecto de origen libanés asentado en París que ha colaborado durante años con Pinto para el diseño de los interiores de sus proyectos. Tras el fallecimiento del fundador, con quien le unía una relación de amistad, se lanzó a adquirir esta agencia francesa, que funciona como estudio de interiorismo y como firma que produce sus propias creaciones. De su padre, un exitoso constructor, Fahd Hariri heredó su vocación, y de su madre, su pasión por la alta costura. “Conozco el trabajo de Stefano desde que tomó las riendas de Yves Saint Laurent como director creativo. Para mí, reinventó los códigos de la casa francesa, convirtiendo sus propuestas en contemporáneas, sofisticadas y alegres. Un diseño que en su día me pareció emblemático fue un vestido tipo bustier, largo y voluminoso. Parecía como que esculpía el cuerpo. Era muy sensual y, sin embargo, completamente ponible”, recuerda.
Su intención es, manteniendo la esencia de Pinto, abrir la firma a una clientela más joven y con un gusto más contemporáneo, potenciando las colecciones de muebles, objetos de decoración y porcelanas. Con este fin, recientemente ha ampliado también el showroom de París, donde El País Semanal ha fotografiado a Stefano Pilati para este artículo, rodeado de las piezas de su colección en diálogo con otras del universo de Pinto. Un universo maximalista de efecto wow, según la propia definición de la casa, en el que encajan, sin duda, estas dos creaciones, paradójicamente nacidas de un simple gesto, pero convertidas en dos singulares piezas, cuya compleja y exquisita confección, continuadora de la labor de Alberto Pinto, no tiene lo más mínimo de casual.