Eugenio López-Chacarra: “En España no hay nivel suficiente para prepararte y vivir del golf”
Con cinco años ganó su primer torneo. Hoy, con 22, es una estrella mundial en ciernes. Nunca fumó, nunca bebió, nunca sale por las noches y cuida al extremo su alimentación. Severiano Ballesteros le reveló un día el secreto del éxito: trabajo y más trabajo. Él le hizo caso, se fue a Estados Unidos y, entre bola y bola, se puso a estudiar Psicología y Finanzas. Ambas, asegura, le vienen de maravilla en su carrera deportiva.
Cada noche, antes de dormir, Eugenio López-Chacarra cuelga su reloj en el primer trofeo de golf que ganó. Tenía cinco años y se llamaba Potosí. Lo logró ante tres contrincantes y hoy, con 22, le recuerda ese impulso que lo ha llevado hasta donde se encuentra. Ahora, este jugador a quien Severiano Ballesteros señaló de niño en Pedreña, donde viven sus abuelos (él nació en Madrid), es un...
Cada noche, antes de dormir, Eugenio López-Chacarra cuelga su reloj en el primer trofeo de golf que ganó. Tenía cinco años y se llamaba Potosí. Lo logró ante tres contrincantes y hoy, con 22, le recuerda ese impulso que lo ha llevado hasta donde se encuentra. Ahora, este jugador a quien Severiano Ballesteros señaló de niño en Pedreña, donde viven sus abuelos (él nació en Madrid), es una de las promesas más firmes del golf mundial. Fue número uno amateur, también se colocó en la cima del circuito college estudiantil de Estados Unidos, donde se ha formado en la Universidad de Oklahoma con una beca durante los últimos años, compaginando su carrera con estudios de Finanzas y Psicología. Pero acaba de dar el salto al mundo profesional con un contrato de 12 millones de euros para el circuito LIV International Series, que fomenta Arabia Saudí, enfrentado directamente a la PGA. Su irrupción ha levantado ampollas entre las competencias de Europa y América después de que más de 60 jugadores decidieran pasarse ahí con contratos suculentos y abandonar los más tradicionales. El exgolfista José María Olazábal ha declarado: “Seve sería número uno de la lista del LIV, pero nunca lo jugaría”. Centrado, obsesivo, ambicioso pero equilibrado y consciente de que en su deporte se pierde más que se gana, sin dejar de lado que debes corregir cada día números, frecuencias y estadísticas, Eugenio López-Chacarra cumple lo que el mito del golf cántabro le dijo a Ignacio, su padre, cuando observó al chaval en el mismo lugar donde él se había curtido: “Tu hijo vale para dedicarse al golf. Hazme caso: yo de esto entiendo…”.
Usted está en esto del golf desde muy pequeño.
Yo empecé a dar golpes aquí, en Pedreña. Alguno con Seve mientras daba clase con Vicente, su hermano. Luego en Madrid me puse a entrenar con Antonio Barquero y sigo con él. Soy muy de continuar con los que he empezado: mismo entrenador, mismo preparador físico…
Leal…
Agradecido cuando han estado en los momentos buenos, malos, mejores y peores.
¿Ya a su edad ha tenido momentos malos?
Bueno, en el mundo del deporte se sufren altibajos. Hace dos años anduve un poco alterado con el putt, el único golpe donde la bola no vuela.
¿Qué pasó?
Que se te meten cosas en la cabeza.
¿Qué cosas? ¿Quizá ciertas debilidades que pueden llegar a hacer dudar de uno mismo?
La bola no entra, dudas, dudas y colapsas. Llega un momento en que no lo pasas ni bien en el green. No disfrutas. Lo pasas regular. Simplemente cambié de método y probé algo que mi cabeza no conocía y volví a meter la bolita como cuando era pequeño.
¿Así que eso de meter la bolita se reduce a la psicología?
Bueno, por eso estudio dos carreras: Psicología y Finanzas en Estados Unidos. Me decidí por la primera para ver cómo funcionan el cuerpo y la cabeza. Todos los deportes tienen un gran componente psicológico. Me ha ayudado mucho para conocerme a mí mismo y descubrir cuándo estás cómodo o no. Yo era una persona que en el campo no me hablaba bien a mí mismo. Pegaba un golpe malo y me lo achacaba. Ahora, si pego un golpe bueno, hago al revés. No en alto, ni nada. Los golpes malos antes me duraban más dentro, cambiar eso me ha ayudado mucho.
¿Qué se decía?
Nada especial, pero me quemaba bastante por dentro. Yo he trabajado mucho. No pisaba una discoteca en Madrid ni he ido a un cumpleaños hasta que tuve 21 años. Me iba a dormir los viernes y los sábados a las diez para poder entrenar al día siguiente y estar todo el día en el campo. Yo tenía claro que quería ser algo en este mundo y me ha llegado ahora esta oportunidad que me da mucha tranquilidad. Y aparte, ganar bastante dinero, que me ayudan a mí y a toda mi familia.
Doce millones, dicen.
Las cifras son altas, lo que ha salido por ahí. Es que yo no lo sé. Pero son cifras que nos cambian la vida a nosotros y a mi futura familia. Muy contento con la oportunidad y a intentar mejorar día a día.
¿Se cree que hemos acabado con este resumen que me ha hecho?
No, no… Para nada. Estoy acostumbrado.
A las entrevistas, no parece. He visto muy pocas suyas por ahí.
No me gustan mucho. Prefiero estar dándole.
Es usted un misterio. Vamos a seguir con esas cosas que se decía de pequeño. ¿A qué años?
Pues debía de tener ocho o así, hasta los doce. Entrenaba y quería ganar. Pero es lo típico a esas edades. Y más cuando yo me centraba mucho y veía que otros no tanto y me ganaban. Me molestaba.
¿Cuándo aprendió a decirse cosas buenas? ¿O se las decían otros?
Mis padres me han conducido siempre por el buen camino. Por ejemplo, estar fuera de las redes, centrado en entrenar y trabajar duro. Mi familia ha hecho muchos sacrificios. Me llevaban a entrenar, a todos los torneos. Mi padre dejó de trabajar en cosas que le podían haber llevado a hacer más dinero por centrarse algo más en mí. Es muy fácil distraerse, sobre todo a determinada edad. Empiezas a ir de fiesta, a salir con chicas. Cuando ganaba torneos y empezaban a conocerme más en la Federación Española, mi padre solía decir que no a todo: entrevistas y demás. Prefería que me centrase en el día a día. En nuestro propio camino. Yo procuro pasar inadvertido en todas partes. Cuanto menos sepa la gente de mí, mejor.
Menudo ambientazo tienen ahora con esto de la liga asiática. Los jugadores en armas y las organizaciones dando patadas.
Cada uno se gana por méritos propios jugar en un circuito o en otro. A mí, como no pertenecía a ninguno, no me ha afectado nada. Simplemente, he decidido empezar mi carrera en este tour y lo hacen estupendamente. Tanto en el trato a los jugadores como en la organización de los torneos. Han apostado por mí, era el número uno amateur y de college en Estados Unidos. Todo eso es muy bonito, pero ni la PGA americana ni el circuito europeo me dieron una tarjeta. Y estos me han fichado para tres años. Luego, veremos lo que pasa. En mi caso, es un gran paso. En vez de estar jugando amateur voy a competir con grandes profesionales como Phil Mickelson, Dustin Johnson, Brooks Koepka, Sergio García, Carlos Ortiz, ganadores de varios torneos y conocidos mundialmente.
Aquí, en este campo, se encontró usted más de una vez con Severiano Ballesteros. ¿Qué recuerda?
Siempre estaré muy agradecido a la familia Ballesteros. Tanto Vicente, que me enseñó las bases cuando era pequeño, como Seve, que nunca me olvidaré de lo que me dijo una vez: “Si quieres ser como yo, tienes que trabajar como yo”. Eso se me quedó metido en la cabeza. Hoy, con 22 años y la vida solucionada, sigo con la misma ilusión que cuando tenía 6.
¿Qué cree que le quiso decir con aquella frase?
Que estaba todo el día con la bola. Pico y pala. Que cuando muchos dormían, él entrenaba. Nunca era suficiente.
¿En qué consiste el golf?
Meter la bola en el hoyo con los menos golpes posibles. Unos dominan el juego corto y otros pegan bien la bola. Hay muchas maneras de llegar al objetivo. A mí me conocen más por pegar la bola. En el juego en corto, como te decía, he ido mejorando. Hay mucha estrategia. Jugamos seis horas al aire libre. Con lluvia, con viento. Dependes de elementos y factores diferentes. Los vas aprendiendo desde que empecé con mis abuelos, Luisa Mari y Eugenio, los padres de mi padre, que me llevaban con ellos al campo. Así empezó a gustarme hasta que a mi padre le dijeron que podía llegar a ser bueno.
¿Quién, aparte de Ballesteros, se lo dijo?
Varios desde que fui al campeonato de España sub-10 y con siete años quedé tercero. Nunca había pasado: por cómo jugaba, por el carisma que veían en el campo, por cómo luchaba. Lucho mucho. Puedo ir perdiendo de cinco y no rendirme. Nunca me doy por vencido. Eso es el carisma. Ir por el campo y que se note el amor al golf. Disfrutar cada golpe, aunque estés jugando mal.
Y a partir de ahí, ¿cómo hicieron para construir un campeón?
Con mucho tacto. Nunca en la vida me han obligado a jugar al golf, jamás hemos tenido una bronca por eso, en la vida me han dicho “tienes que hacer esto o aquello”. Esto es lo importante para triunfar en el deporte. Hay muchos padres hoy en día que te lo imponen y, al final, sí, vas, pero no haces nada y lo vas dejando. En casa se habla muy poco de golf. Yo soy un chico normal, es lo que me han enseñado mis padres y mis abuelos. Creo que soy muy querido, aquí lo ves. Nunca he tenido ego, soy uno más.
Nunca habrá tenido ego en el mal sentido, pero en el bueno, para llegar tan alto como ha llegado, lo necesitará.
Bueno, una vez que estás en el campo y jugando, debes creerte que eres el mejor, pero cuando firmas la tarjeta y sales…
¿Se acuerda del primer torneo que ganó?
Sí, con cinco años. La copa Potosí. El 6 de junio de 2005. Éramos tres. Todavía la tengo en mi mesilla. Dejo mi reloj en ella cada noche. Para recordar cómo empecé. Como cuando te regalan un peluche de pequeño, que el primero es especial. Ahí sigue.
Como si midiera sus pasos. Y ahora, ¿ha perdido la cuenta de cuántas ha conseguido?
Pues hace dos años nos mudamos de casa y tenía 136. Alguna se la había regalado a mis abuelos. Calculo que deben ser 150 o así. He tenido suerte.
Suerte, no. Yo lo llamaría de otra manera. ¿Con qué carácter se logra eso?
Bueno, me lo he trabajado mucho. Sé ganar, y cuando tengo la opción, lo cierro.
¿Cómo se hace eso?
Saber reaccionar en los momentos de presión. Eso lo tienes o no. Quizás, gracias a haber ganado de pequeñito varios torneos, por equis factores, te conoces. Detectas el gusanillo al empezar, si vas o no a ponerte nervioso. En el mundo del golf, no siempre gana el mejor. Juega la experiencia de haber sufrido o ganado otras veces.
¿También sabe perder?
Perfectamente. Claro, molesta, pero te das la mano y aprendes de los aciertos de quien ha ganado. En este deporte pierdes el 90% de las veces. Tener un año grande y que te llamen “el niño maravilla”, como me pasa en Estados Unidos, es ganar 4 de 13 torneos jugados el año pasado. Aquí aprendes a perder, simplemente buscas buenos porcentajes.
Algunos grandes campeones confiesan que dura menos el placer de ganar que el disgusto de perder. ¿A usted le pasa?
En mi casa, como pierdo muchas veces y gano menos, no se habla de una cosa ni de otra. No lo llevo mal. Trato de ser objetivo, soy muy de estadísticas y veo dónde debo mejorar. Mi enfoque de trabajo se basa en eso. No te puedes relajar. Da lo mismo ganar o perder, tu vida va a seguir siendo la misma. A las ocho de la mañana volverás al campo cada día a entrenar. En mi debut como profesional empecé la primera semana en el puesto 39º y acabé en el 24º. Pues eso es una diferencia de 70.000 euros. Por eso prefiero acabar octavo que noveno, por ejemplo. Al final del año, cuenta en el mundo profesional.
Ahora entiendo por qué ha estudiado Psicología y Finanzas. Lleva bien calculado ese equilibrio en la cabeza.
La verdad es que yo siempre he querido hacer algo con números, se me dan muy bien. Lo considero importante, además, para mi futuro, a ver en qué puedo invertir. En cuanto a la psicología, bien, un psicólogo te ayuda, pero al fin y al cabo no está instalado dentro de tu cuerpo, ¿sabes? Debes tener en cuenta cosas que son difíciles de explicar.
¿Cómo es su día a día?
De lunes a viernes no cambia. Preparación física a las siete de la mañana, una hora y media. Unos días fuerza, otros correr, movilidad, elasticidad para conseguir un buen swing, hacemos nuestros planes. Después desayuno y voy al campo hasta la una de la tarde, después a casa y a las cinco vuelvo al campo hasta las nueve. Sábados, también, un poco más relajado, y domingos, descanso con algunos ejercicios cuando tengo torneo. Si no estoy compitiendo, trabajo como un día más.
¿Qué come un jugador de golf?
Me cuido bastante, pero no te voy a mentir, de pequeño, no. Ahora he perdido unos kilos en los últimos meses. No como nada entre horas, me intento cuidar: mucha ensalada, mucho pollo, carne, pescado, nada de chucherías, ni chocolate, no como pan, casi, pero nada así de control de locos.
¿Y la juerga?
Nada de fiesta. Yo no sabía qué era una discoteca en Madrid. De oídas, sí, pero hasta los 21 años no había ido en mi vida a Pachá, por ejemplo. Ahora ya un poco más, aunque soy más de cenar y hablar. La fiesta y el deporte para mí no son compatibles. Ni bebo ni he fumado nunca. Ni champán en Nochevieja con mi familia. Nada. Cero. Así que si salgo de fiesta no lo paso muy bien, me quedo ahí supercansao, me duermo. No va conmigo, la gente se emborracha y se pone muy pesada, no le veo la gracia. Yo quería ser el mejor del mundo en lo mío y ese no es el camino.
¿En qué le cambió el rumbo irse a Estados Unidos?
Si me preguntas a mí, fue fundamental. En España, en mi humilde opinión, no hay un nivel suficiente para poder prepararte cara a vivir del golf. Si dominas en Estados Unidos el circuito del college y el amateur, tienes la opción de dedicarte a ello.
Vale, eso en lo deportivo, ¿y en lo personal?
Madurez, aprendes a estar solo. No tienes a tu madre al lado, debes acostumbrarte a hacerlo todo. Para empezar, a comer bien. En mi primer año allí, engordé como 15 kilos. La comida rápida… Responsabilizarte de todo: desde planchar, lavarte la ropa y cocinar a buscarte la vida si se te rompe algo.
¿Cuál es su relación con la tecnología? Dice que su padre acierta al mantenerle alejado de las redes.
Sí, de lo que la gente diga de mí. O sencillamente de la relación con el móvil. En mi casa no se puede comer con móvil, si hablamos con gente, fuera también. Son cosas que te las enseñan desde pequeño, mis padres y mis abuelos. Para mí, en muchos casos es una enfermedad. A mí me da mucha pena ir a un restaurante y ver a una familia o a una pareja cada uno por su lado, conectados. Pasa hoy en día mucho. Son temas de educación. En Estados Unidos lo noto si voy a comer con miembros de mi equipo y no paran… Por eso agradezco que en mi casa me hayan educado en valores, incluso antes, como prioridad, que el deporte.
Su hermana Carolina también va camino de triunfar en esto del golf femenino.
Mi hermana es muy importante en mi vida. Somos muy amigos. Lucha mucho, está en el camino. Es número 20 amateur ahora. Yo la ayudo porque tengo la experiencia, la edad y he estado en esos momentos. Cuando estamos en casa lo hacemos todo juntos, nos queremos mucho.