Carta a Juan Sebastián Elcano

Después de haber sido el primero en dar la vuelta a la Tierra, son muchos quienes ignoran qué fue de vos, tras semejante hazaña

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La vida no fue generosa con vos y la historia no os hizo justicia, al menos la que merecíais. Imaginaos, hay quien habla de la primera vuelta al mundo de Magallanes. ¡Como si el marino portugués hubiera sido el primero en circunnavegar la Tierra! Eso os corresponde a vos. Él encontró el paso para ir del Atlántico al mar del Sur y abrió una ruta para llegar a la Especiería. Ambos fuisteis de los que abrieron dilatados horizontes en un tiempo en que se ensanchaba el mundo. La culpa de ese desaguisado, entre otros, es d...

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La vida no fue generosa con vos y la historia no os hizo justicia, al menos la que merecíais. Imaginaos, hay quien habla de la primera vuelta al mundo de Magallanes. ¡Como si el marino portugués hubiera sido el primero en circunnavegar la Tierra! Eso os corresponde a vos. Él encontró el paso para ir del Atlántico al mar del Sur y abrió una ruta para llegar a la Especiería. Ambos fuisteis de los que abrieron dilatados horizontes en un tiempo en que se ensanchaba el mundo. La culpa de ese desaguisado, entre otros, es de aquel italiano llamado Pigafetta, que escribió un diario donde, desvergonzadamente, ni siquiera os nombra. Tampoco os ganasteis el respeto de todos. Ya sabéis…, en esta tierra tiene su asiento la envidia.

Después de haber sido el primero en dar la vuelta a la Tierra, son muchos quienes ignoran qué fue de vos, tras semejante hazaña. No saben que el rey contó con vos para aquellas reuniones en que nuestros cartógrafos, pilotos, geógrafos y navegantes se las vieron con los portugueses para determinar adónde quedaba la Especiería. No hubo forma de ponerse de acuerdo. Había mucho dinero por medio. Aquellos eran tiempos recios que se nos antojan muy diferentes a los que ahora nos ha tocado vivir. Pero os confesaré que hay cosas que no han cambiado, aunque en apariencia sean muy distintas. Siguen primando amistades y preferencias para ocupar ciertos cargos, entonces era cuestión de linaje y ahora de filiaciones. Por eso no os concedieron el hábito de Santiago que tanto ansiabais.

Por tales razones he escrito una novela titulada La Travesía Final. He contado cosas de vuestra vida, las que he podido averiguar, en los años que siguieron a vuestra llegada a Sevilla a bordo de la Victoria, en 1522. Entonces sucedieron cosas que quedan reflejadas en los libros de historia. Os contaré que en nuestros días hay quienes hablan continuamente de acontecimientos históricos solo porque ellos andan metidos en el asunto. ¿Qué dirían si hubieran estado a bordo de la Victoria o de la Sancti Spiritus? Aunque… sospecho que no tendrían arrestos para haber embarcado. En ese tiempo se libró la batalla de Pavía en la que el rey de Francia cayó prisionero. Francisco I estuvo varios meses preso en Madrid, que acabaría por convertirse en la capital de España. Mientras navegabais, otra vez, hacia la Especiería, el rey se casó con Isabel de Avis y sabed que vuestra madre, a la que nombrasteis heredera —he leído detenidamente vuestro testamento—, no cobró nunca la pensión que el rey os había otorgado, aunque pleiteó por ella durante años. Las cosas de la justicia siguen tan lentas como en vuestra época.

Para que algunos sepan algo más de vos es por lo que he escrito La Travesía Final. Lamento que donde estáis no admitan paquetes para enviaros un ejemplar. Nadie como vos para emitir un juicio sobre lo que en ella se cuenta.

Espero que, como me han asegurado, os llegue esta carta.

José Calvo Poyato es autor de La Travesía Final (HarperCollins, 2021).

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