Cremosa persistencia

Loable el esfuerzo de la bodega centenaria Franco-Españolas para mostrar algunos de sus tesoros ocultos tras las marcas Diamante y Viña Soledad. Y hacerlo recuperando el viejo estilo riojano de elaborar blancos, donde la barrica juega un importante papel en la crianza, y no solo en la fermentación. Para ello cuentan con algunas cepas de viura casi centenarias en el término municipal de Sojuela. Excelente materia prima, a la que se aplica un tratamiento enológico convencional buscando que el perfil no se aleje de “tipicidad”, pero incrementando la acci...

Loable el esfuerzo de la bodega centenaria Franco-Españolas para mostrar algunos de sus tesoros ocultos tras las marcas Diamante y Viña Soledad. Y hacerlo recuperando el viejo estilo riojano de elaborar blancos, donde la barrica juega un importante papel en la crianza, y no solo en la fermentación. Para ello cuentan con algunas cepas de viura casi centenarias en el término municipal de Sojuela. Excelente materia prima, a la que se aplica un tratamiento enológico convencional buscando que el perfil no se aleje de “tipicidad”, pero incrementando la acción de las lías con removidos regulares durante los 18 meses de permanencia en barrica bordelesas de roble francés. Estamos, por tanto, ante un blanco riojano a la vieja usanza, aunque con menor impacto de la madera, lo que le permite a la fruta conservar cierto protagonismo y mostrar su característico aroma a manzana madura, algo caramelizada. Pese a ello se imponen las notas de crianza, con su poderosa cohorte de frutos secos, cereales, tostados, roble y especias. Un leve frescor balsámico, y la presencia de notas cítricas, hace que se muestre ágil y vigoroso. Finalmente, el vino se reafirma en el paladar con el convincente argumento de su cremosa persistencia. Una agradable resurrección del clasicismo, pero que merece mayor precisión enológica.