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Huyendo de todo en el norte de Camerún

A los continuos ataques de Boko Haram y otras facciones igual de violentas se han unido los conflictos intercomunitarios. Esta parte del mundo convulsiona y más de cien mil personas languidecen esperando ayuda humanitaria

Ache Bachir y su hija Dongoussia, de 13 años, en el interior de su vivienda en Maroua, capital del extremo norte de Camerún. Es una región fuertemente azotada por el terrorismo de grupos yihadistas como Boko Haram y el Estado Islámico de África Occidental. Últimamente, también por las peleas intercomunitarias a causa de la escasez de agua. Ellas son dos de los cientos de miles de desplazados internos por la violencia en esta región.Lola Hierro
La escasez de agua provocó el 5 de diciembre de 2021 un conflicto entre ganaderos, agricultores y pescadores en la aldea de Ouloumsa. Fue tan violento que más de 100.000 personas huyeron. En agosto, otros de la misma índole ya habían causado el desplazamiento de otros 23.000 vecinos, advirtió ACNUR, y en febrero de 2022 los ataques registrados dejaron 34 aldeas reducidas a cenizas.Lola Hierro
La familia de Daouda Adoum, a la derecha de la imagen. Todos viven en la casa que se ve a sus espaldas. Además de sus dos esposas, está su hermano menor, la viuda de otro hermano asesinado por Boko Haram y los niños de todos. Escaparon de la muerte cuando el grupo yihadista atacó e incendió su pueblo. Ahora viven en Maroua.Lola Hierro
La sequía ha provocado en el norte de Camerún que donde antes había un río ahora solo quede un erial por donde los pastores conducen a su ganado, en busca de agua.Lola Hierro
Djeuda Mussa cuida de su hija, Hadi, de un año y enferma de rubeola, en el hospital de Mora, en Camerún. Al fondo, la abuela de la niña las acompaña. Otra de las dificultades que encuentra la población desplazada es poder vacunar a los niños en tiempo y forma. La huida constante complica el acceso a centros de salud y seguir el calendario vacunal.Lola Hierro
Ache Bachir muestra la cicatriz y la deformidad del brazo de su hija Goussia. Quedó así tras recibir un disparo de un terrorista de Boko Haram cuando estos atacaron su aldea. Ella tenía entonces cinco años y fue asistida en el hospital después de una larga caminata, pero la falta de medios impidió arreglar bien la lesión. Hoy, Goussia necesita cirugía reconstructiva, entre otras cosas para paliar el dolor permanente, pero no existe tal servicio en el norte de Camerún.Lola Hierro
Las mujeres de la familia de Adoum Daouda. “Antes solo llegaban quienes huían de los ataques de Boko Haram, pero ahora también tenemos a los que escapan de los conflictos intercomunitarios”, explica Moise Amedje, asistente de comunicación de Acnur en Maroua. “Todos ellos se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad y viviendo en condiciones precarias; especialmente en un entorno urbano como Maroua, donde la vida es cara. Los donantes también deben tener en cuenta a estas personas, que lo han perdido todo y no pueden volver a casa”.Lola Hierro
Mariama ha montado un puesto de productos básicos en el patio de su vivienda para ganar algo de dinero. La población desplazada en Maroua debe recurrir a la imaginación para subsistir.Lola Hierro
Ache Bachir con sus tres hijos mayores, entre ellos Goussia, la niña, con su vivienda al fondo. En esta construcción miserable de dos estancias viven todos ellos y cuatro niños más. Paga el equivalente a 22 euros al mes de alquiler.Lola Hierro
Adoum Daouda, su hermano y una de sus hijas. Él acude a diario al mercado, donde hace de intermediario entre quienes quieren comprar y vender vehículos, fundamentalmente motos. Habla varios idiomas: hausa, kanouri, francés… Muchas veces no hay buena comunicación, así que se ofrece como mediador y obtiene una comisión. Su hermano menor se ocupa de vender mosquiteras a pie de carretera.Lola Hierro
En el barrio de Ache Bachir, en el extrarradio de Maroua, no hay siquiera asfalto. Las necesidades de la población desplazada son enormes. La Agencia de la ONU para los refugiados ha solicitado una ayuda extra de 55 millones de euros para asistir a 100.000 personas, pero de momento solo han logrado recaudar un 4%.Lola Hierro
Esta es la calle donde vive Ache Bachir. El agua estancada es caldo de cultivo de los mosquitos transmisores de la malaria, una enfermedad que ataca cada año a los hijos de esta camerunesa.Lola Hierro
Durante diciembre de 2021 y enero de 2022, ACNUR realizó una encuesta en Maroua y otras ciudades para conocer las necesidades de la población desplazada y halló que solo el 8% de los niños tenía certificado de nacimiento, y la mayoría está sin escolarizar. Los hijos de Adoum Daouda, en la imagen, no van al colegio. Lola Hierro