Colocar (literalmente) en el mapa a los más vulnerables

Más de 60 voluntarios se reúnen en Madrid para mapear zonas remotas de Níger, en un ‘mapatón’ organizado por Médicos sin Fronteras, Acción contra el Hambre y Geoinquietos

Una mujere en el campo para personas refugiadas y desplazadas de Garin Wazam, ubicado 53 kilómetros al norte de la ciudad de Diffa (Níger).Juan Carlos Tomasi / MSF
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La región de Diffa, en el sur de Níger, aparece en los mapas convencionales como un lienzo blanco. A excepción de la homónima ciudad, no se divisan carreteras ni otros asentamientos. Esta falta de información lastra la intervención humanitaria en un área en la que viven 237.000 desplazados internos y refugiados que huyen de la violencia del grupo terrorista Boko Haram, plagada por inseguridad alimentaria, epidemias y falta de agua potable. Ante la gravedad de esta crisis silenciosa, unos 60 voluntarios se reunieron el sábado por la mañana en Madrid con el objetivo de colocar en el mapa a las poblaciones más vulnerables.

Para hacerlo no tuvieron que desplazarse a terreno, ni fueron necesarios conocimientos previos avanzados. Un ordenador y una conexión a Internet fueron los únicos requisitos para participar en el mapatón organizado en el Medialab Prado por Médicos sin Fronteras, Acción contra el Hambre y el grupo local de Geoinquietos.

“Saber dónde están los pozos, las casas o los caminos nos permitirá que la ayuda llegue más rápido”, asegura Raquel González, delegada de Médicos sin Fronteras en Madrid. Las organizaciones humanitarias que operan en contextos tan complicados como el del sur de Níger utilizan esta información para evaluar las necesidades de un lugar o, por ejemplo, para rastrear la propagación de enfermedades.

Para algunos de los presentes en el Medialab Prado no se trata de la primera experiencia en un mapatón, un encuentro de personas para colmar las lagunas de documentación cartográfica de una determinada área a partir de ampliaciones de imágenes vía satélite. La enfermera Miriam Alia se acercó a la cartografía en 2014, ante la urgencia dictada por el brote del ébola que se cebó con Guinea, Sierra Leona y Liberia, causando más de 11.300 muertos en dos años. Alia es responsable de vacunación para Médicos sin Fronteras, aunque este sábado participa como una voluntaria más. “A veces en terreno te encuentras con mapas hechos a mano por lugareños, incompletos o que no son a escala, si es que hay”, explica. “La información que se puede recolectar en una zona bien mapeada es enorme y sus aplicaciones son infinitas. Cualquiera puede ayudar a un equipo de crisis humanitaria desde el salón de su casa”. En Siria, por ejemplo, la creación con un mapa de distintas capas que cruzaban información médica y geográfica permitió determinar qué tipos de armas de fuego se utilizaban en las distintas zonas dependiendo de la proveniencia de la persona herida. “Durante las campañas de vacunación, puede que los pacientes nos hablen de asentamientos, pero no sabemos dónde están ubicados, ni si existe una carretera hasta allí o si hay que cruzar un río pero no hay puentes. Un mapa aclara estas dudas y nos ayuda a implementar la estrategia de intervención más adecuada”.

El reto del encuentro de este sábado consiste en mapear al menos una parte de una zona con una superficie de aproximadamente 10.000 kilómetros cuadrados, principalmente en las provincias de Diffa y de Nguimi, epicentro de una crisis humanitaria que dura ya más de tres años. En esta región a la frontera con Nigeria, los índices de malnutrición aguda severa en 2017 rondaban el 2,5%, según datos de Naciones Unidas, por encima del 2% fijado como umbral de alarma por la Organización Mundial de la Salud. Más de 400.000 personas están en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria. “Se trata de una zona desértica muy amplia, con una baja densidad de población, donde reina la economía de subsistencia”, destaca González. “Los habitantes están muy dispersos y los continuos desplazamientos a causa del conflicto han cronificado la emergencia”. 

El trabajo de cartografía, explica Juan Goyanes, responsable de logística de Acción contra el Hambre, se lleva a cabo antes, durante y después de una intervención humanitaria para evaluar los resultados y anticiparse, por ejemplo, a una crisis cíclica.  "Cartografiar una zona es cada vez más simple gracias a la tecnología. Cualquiera con un GPS en un móvil puede marcar el trazado de una carretera. Lo ideal sería disponer de esta información antes de llegar a un sitio por primera vez, pero no siempre es posible debido a la falta de acceso a algunas zonas por la elevada inseguridad. Por esta razón es muy útil el trabajo en remoto".

Voluntarios en el 'mapatón' del Medialab Prado, en Madrid, del sábado.MSF
Una imagen vía satélite de Diffa (Níger).MSF

Diffa palmo a palmo

La mayoría de los asistentes del mapatón son novatos en cuestiones de mapas. De lunes a viernes Miguel Terol se dedica a un trabajo que nada tiene que ver con esto, pero hoy ha venido “para echar una mano y para aprender”. Después de un rato escrutando palmo a palmo la imagen vía satélite de la superficie que se le ha asignado, no ha encontrado casi nada, solo algo que parece un puñado de casas y unos caminos. Marta Agueda, sin embargo, ha sido más afortunada. En la pantalla de esta estudiante recién graduada en Arquitectura aparecen varios puntos marcados, aunque en algunos casos no es capaz de afirmar con seguridad si lo que ve es un árbol o el techo de una choza. Se estima que por cada casa encontrada hay cinco habitantes.

Los voluntarios trabajan en una plataforma gratuita y colaborativa, OpenStreetMap, un mapamundi bajo licencia abierta creado por una comunidad de cartógrafos que alberga información sobre carreteras, rutas, senderos y vías ferroviarias, entre otros muchos elementos. El equipo humanitario detrás de esta herramienta participa en el proyecto Missing Maps, puesto en marcha en 2014 por Médicos sin Fronteras, la Cruz Roja británica y la americana para suplir la falta de mapas de algunas zonas del planeta.

“OpenStreetMap es una especie de Wikipedia de la cartografía”, dice Ramiro Aznar de Geoinquietos Madrid, un colectivo de personas que se juntan para crear mapas colaborativos al servicio de la ciudadanía y concienciar sobre la importancia de la información geográfica. “Cualquiera con un acceso a Internet puede participar, pero el trabajo tendrá que ser validado por otros voluntarios con mayores conocimientos”.

El mecanismo colaborativo se basa en un sistema de gestión de tareas. Una vez marcado el objetivo, cualquier persona desde cualquier lugar del mundo puede sumarse, comprobar cuáles son las áreas en las que aún escasea la información, ver cuáles han sido ya tomadas en cargo por otras personas y sumarse al reto. La siguiente imagen muestra la zona antes y después del mapatón. Tras la validación, el resultado será accesible a todos a través de una aplicación.

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