10 razones que confirman que tu cocina no está bien diseñada para cocinar

Con poca luz, con el fregadero cerca del fuego y electrodomésticos más estéticos que prácticos. Tres chefs nos dicen todo aquello que hacemos mal a la hora de meternos en la cocina

Cuidado con instalar la placa de calor cerca del fregadero, pueden ocurrir tragedias.Getty

Haz la prueba. Pídele a algún amigo cocinero (profesional) que vaya a tu casa y prepare la cena. Ya verás como no sólo se desespera, sino que, además, el resultado difícilmente será el esperado. Pero no es un problema de los aprendices de cocineros que buscan sacar partido a su perfil gourmet: también a los profesionales les ocurre. Tres chefs comentan algunos errores de bulto que comentemos (y cometen) a la hora de diseñar nuestra cocina y, por supuesto, se prestan a resolverlo.

Salir a comer o cenar fuera ya supone el 35% del total del consumo en alimentación, según la Federación de I...

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Haz la prueba. Pídele a algún amigo cocinero (profesional) que vaya a tu casa y prepare la cena. Ya verás como no sólo se desespera, sino que, además, el resultado difícilmente será el esperado. Pero no es un problema de los aprendices de cocineros que buscan sacar partido a su perfil gourmet: también a los profesionales les ocurre. Tres chefs comentan algunos errores de bulto que comentemos (y cometen) a la hora de diseñar nuestra cocina y, por supuesto, se prestan a resolverlo.

1. Faltan metros cuadrados

Salir a comer o cenar fuera ya supone el 35% del total del consumo en alimentación, según la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB). Además, a la hora de cocinar en casa, lo habitual es recurrir a la “Quinta gama”; es decir, productos precocinados que sólo hay que calentar y consumir. Los arquitectos saben que cocinamos más bien poco en casa y, por esa razón, “quitan metros cuadrados a las cocinas para dárselos a otros espacios”, como señala Manuel Urbano, chef de La Malaje (Relatores, 20, Madrid). A esto se añade que la tendencia es fabricar más casas unifamiliares. A modo de recomendación, el mínimo de una cocina en una vivienda de 80 metros cuadrados debería estar en torno a los 8-9 metros.

2. Mucho diseño pero no tanta eficacia

El eterno dilema de toda mente creativa pasa por unir estética con funcionalidad. Dos términos que no deberían estar reñidos, pero, la realidad es que, en cocina, muchas veces lo están, como comenta Iván Sáez chef de Desencaja (Paseo de la Habana, 84, Madrid). Y pone un ejemplo: “Preferimos antes una campana bonita en lugar de una que realmente sea eficaz y evite lo máximo posible los olores”, sin tener en cuenta que su vida útil es de veinte años (¿duran tanto las modas?), como recuerdan desde Miele, dando alguna pauta para garantizar la eficacia de una campana: “Debe tener una muy buena capacidad de extracción y estar ubicada a la distancia correcta del elemento de cocción, ya que si la colocación es errónea, da lugar a disipación de vahos y, en consecuencia, a olores”.

3. No cuidas la seguridad

La mayoría de las cocinas (sí, incluso las profesionales) parecen estar diseñadas por gente que no ha cocinado en su vida. Así lo reconocen los chefs a ICON Design. Y eso, en ocasiones, puede provocar que se incrementen los riesgos, porque, simplemente, no se tienen en cuenta unos estándares de seguridad básicos. Lo indica Manuel Ubano, y es que no sólo muchos de los enchufes están ubicados sin criterio alguno, además, “a veces, los fuegos están al lado del lavamanos, y es peligroso si cocinas con aceite y abres en algún momento el agua. Solemos poner el punto de limpieza cerca del punto caliente”. ¿Quién dijo miedo?

4. Obsesionados con la limpieza

No hay ninguna duda: debe ser norma básica, pero hay que tener en cuenta que estamos cocinando, y, en plena faena, es imposible tener la cocina impecable. Pero a veces tal preocupación (léase, manía) llega a ir en contra del resultado buscado. Y es que, como recuerda Ernesto Muñoz, de El Zorzal (Santa Clara, 10), “antes había gas en todas las casas, que es lo mejor para cocinar, pero no son bonitos y limpiarlos es laborioso, así que ahora todo el mundo tiene placas, que ni siquiera son de inducción”.

Cuidado con poner el fuego cerca del fregadero.Getty

5. Electrodomésticos de acero inoxidable

O los que hay en el mercado, simplemente, no se ajustan al presupuesto. Aunque, gracias al boom de la gastronomía, todos los electrodomésticos que imaginemos pueden estar a nuestro alcance, tranquiliza Ernesto Muñoz. “Hornos de vapor, envasadoras, congeladores, cavas... Lo ideal sería tener en casa una cocina de acero inoxidable y si ya pones todo el equipo de una cocina profesional en chiquito, sería increíble”, dice. Pero sí, depende del dinero... y del espacio.

6. La placa no tira lo suficiente

Sí, la tendencia es moverse en los extremos. Hay quien piensa que necesita la potencia de una cocina profesional, y se va a placas de 10 Kw, con un gasto en energía elevadísimo, y “para lo que se suele cocinar, no necesitas tanta potencia”, dice Manuel Urbano. O todo lo contrario: como apenas cocinan, creen que con un fuego, más que justo, es suficiente (¿el resultado? Unas patatas fritas, por ejemplo, que nunca podrán crujir). Iván Sáez lo deja claro: “Si te compras una placa de seis kw funcionará increíble”. Y lo habitual es rondar los cinco. Eso sí, todos dan importancia al mantenimiento y la limpieza (“el consumo no sólo depende dela potencia y los fuegos activados sino también estado de la placa”, recuerdan desde Miele), y un consejo de Urbano para quien decida apostar por mayor potencia: “Apagar la vitro 10 minutos antes y dejar que se termine haciendo con el propio calor”.

7. El chino y el rallador como esenciales

En el mercado hay múltiples productos de todo tipo para regalar al cocinillas de la casa; pero, una vez más, a la hora de elegir prima más el diseño que la funcionalidad. Ernesto Muñoz tiene bastante claro lo que nunca debe faltar en una cocina: “Un buen chino, ya que con un chino fino se consiguen texturas maravillosas en cremas y habitualmente la gente tiene uno cualquiera. Y otro pequeño detalle que marca la diferencia: un rallador microplane –de acero quirúrgico– en vez de uno convencional, ya que aquél oxigena mucho más el alimento al rallarlo y se nota en el sabor”. Así que mejor apostar por la calidad que por la cantidad.

8. El espacio no está organizado

Suele haber poco sitio reservado a la cocina, es verdad, pero, además, no parece que haya una buena distribución de todos los elementos de una cocina, por lo que, como dice Manuel Urbano, “terminamos dando mil vueltas para cocinar”. Conviene tener todo a mano, y utilizar la lógica para ello. “Hay que buscar comodidad. Por ejemplo, debajo de los fogones ponemos las ollas, sartenes, los cacharros que vamos a poner sobre los mismo. Debajo del horno, cajones para las bandejas y utensilios del horno”, asegura Iván Sáez, y nunca juntar la zona fría (nevera) con la caliente (horno).

9. No sabes dónde guardar los ingredientes

Muchos armarios, sí; pero o no son los suficientes o no están pensados para su función, y, por ejemplo, “no cabe una botella de aceite de largo”, precisa Manuel Urbano. Nuevamente el sentido común se impone; “arriba lo que menos se utiliza; a mano y cómodo lo del día a día”, y lo ideal es reunir los alimentos por tipos: uno para secos, otro para desayuno, un tercero con los aceites y vinagres... Así lo recomienda Ernesto Muñoz. Y parece más sencillo hoy en día, ya que lo normal es diseñar cocinas a medida y así resulta más fácil aprovechar todos los huecos.

10. No ves bien lo que cocinas

La norma a seguir: cuanta más luz, mejor. Y dos ventanas mejor que una, además de luz blanca o fría en lugar de iluminación cálida. Lo recomienda Iván Sáez. Por su parte, Manuel Urbano, partiendo de la base de que siempre va a faltar luz en la cocina, apunta un consejo: “También sugiero colocar tiras de leds y ponerlas debajo de la campana o pegarlas debajo de los armarios que están en lo alto”.

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