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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

El riesgo de volar es caer desde muy alto

El nuevo gobierno ha generado muchas expectativas y debe ser medido por ellas

Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno.Javier Lizón. (EFE)

Recuperar la sanidad universal en España y poner fin a la angustia de miles de conciudadanos extranjeros sin recursos.

Rescatar el desafío crítico de la pobreza infantil del agujero político al que fue condenado.

Reconocer el carácter transversal y transformador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) haciendo depender a sus responsables de la propia Presidencia del Gobierno.

Poner fin a la crueldad gratuita de las concertinas.

Devolver parte de nuestras políticas migratorias al lado de la legalidad anunciando la suspensión de las devoluciones en caliente.

Proporcionar a Europa un contrapunto ético acogiendo a 629 seres humanos que se habían convertido en un símbolo del fracaso colectivo.

Tener el valor de anteponer la calidad humana y técnica de los gestores públicos a las inseguridades y compromisos tribales de todo liderazgo.

Han sido poco más de dos semanas del nuevo gobierno, pero las cosas pintan bien en muchos de los asuntos que preocupan a este blog. Pedro Sánchez está demostrando todo lo que se puede hacer sobre la base del empeño y la visión política. Incluso dentro de los límites de un presupuesto que no es el suyo.

Eso sí, elevar el rasero de nuestras expectativas supone también aumentar la altura de la que podría caer. A medida que se suceden, las iniciativas gruesas de los nombramientos y anuncios van dando paso a un debate mucho más fino en el que tendrán que definirse las políticas y los presupuestos. Es mucho más fácil, por ejemplo, acoger un barco de refugiados que defender ante tus pares de la UE el fracaso de una estrategia sobre migraciones. O crear una oficina sobre ODS que aprobar un plan de transición ecológica contra la voluntad de poderosos intereses empresariales, sindicales y financieros.

Y ahí es donde entramos todos nosotros: exigiendo cuentas, fiscalizando las decisiones que se tomen y aportando ideas y energía para que las expectativas lleguen a buen puerto. El gobierno ya ha tenido la fracción de los “100 días” que permiten estos tiempos. Ahora, al tajo.

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