Un presidente consistente

Más allá de la improvisación, Trump concreta en su gestión recelos personales arraigados desde hace tiempo

El presidente de EE UU, Donal Trump, junto al nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, en Washington, el pasado 2 de mayo. MANDEL NGAN (AFP)

Durante la reunión de la APEC de 2016 en Lima presencié un diálogo de pasillo en que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, elucubraba sobre el futuro del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) bajo su recientemente elegido sucesor, Donald Trump.

“Paciencia”, les dijo Obama a los mandatarios de tres países firmantes del TPP. “Ustedes saben que lo que se dice en campaña no siempre se materializa. Hay que esperar”, agregó. Pero, 48 horas más tarde, Trump anunciaba que su pri...

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Durante la reunión de la APEC de 2016 en Lima presencié un diálogo de pasillo en que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, elucubraba sobre el futuro del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) bajo su recientemente elegido sucesor, Donald Trump.

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“Paciencia”, les dijo Obama a los mandatarios de tres países firmantes del TPP. “Ustedes saben que lo que se dice en campaña no siempre se materializa. Hay que esperar”, agregó. Pero, 48 horas más tarde, Trump anunciaba que su primera medida en la Casa Blanca sería sacar a Estados Unidos del TPP. Y así fue.

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Más allá de sus acostumbradas improvisaciones, el presidente norteamericano ha estado concretando consistentemente sus recelos personales y agenda internacional, arraigados desde hace largo tiempo.

En una extensa entrevista con la revista Playboy en marzo de 1990, Trump revela proféticamente que lo que ha realizado desde su elección como presidente no es mera improvisación. El periodista le pregunta —en la hipótesis de que fuese presidente— cuál sería la primera medida que adoptaría en la Casa Blanca. Trump responde: “Le pondría aranceles a cada Mercedes Benz circulando en este país y a todos los productos japoneses”. Trump agrega: “Nuestro país está siendo embaucado por nuestros supuestos aliados; ejemplo, Japón, Alemania Occidental, Arabia Saudí, Corea del Sur”. El entonces joven empresario sostiene que Estados Unidos gastaba millones en proteger militarmente a estos países y sus rutas marítimas para exportar, sin que ellos aportaran a esa defensa y después inundaban a Estados Unidos con sus productos.

Trump vuelve reiteradamente al tema de la “pérdida de respeto” hacia Estados Unidos y a que los “países se ríen de Estados Unidos”, singularizando a Japón (la China de hoy). Lo más intrigante de la entrevista de 1990 es que el joven Trump revela que a menudo piensa en una “guerra nuclear”. “La guerra nuclear es un elemento muy importante en mi proceso de reflexión” —afirma— y agrega que “estos sistemas de armas nunca han sido probados”. Un presidente Trump, declara, creería “fuertemente en la extrema fuerza militar. No confiaría en nadie”.

Afortunadamente, las amenazas mutuas de confrontación nuclear entre los Gobiernos de Estados Unidos y Corea del Norte han dado paso a un inminente proceso de diálogo entre Washington y Pyongyang, después de la histórica cumbre entre los líderes coreanos Kim Jong-un y Moon Jae-in. El encuentro entre Kim y Trump, preparado por el nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, se realizaría a fines de mayo. Es de esperar que la reunión se concrete y abra un camino de entendimiento —lo cual no será fácil—, para que una guerra nuclear cese de estar como un “elemento importante” en el “proceso de reflexión” del actual presidente de la mayor potencia nuclear del mundo.

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