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El fracaso de Petrobras en Itaboraí

En 2006, el hallazgo de las mayores reservas petroleras llevó a los habitantes de Itaboraí, en el Estado de Río de Janeiro, a vislumbrar un futuro radiante. Una década después, la ciudad languidece, con rascacielos fantasma y centros comerciales vacíos, en espera de un complejo petroquímico que nunca llegó. La corrupción del gigante estatal Petrobras, unida a la caída del precio del crudo y al coste medioambiental, han dinamitado el sueño de prosperidad de millones de brasileños.

Tienda de tratamiento de uñas dentro de un centro comercial recién construido al que nadie va a comprar, en Macaé. Las trabajadoras están sentadas, esperando clientes durante todo el día.Heriberto Araújo
Fachada de las oficinas de Petrobras en Río de Janeiro.Heriberto Araújo
Vista aérea de la localidad de Itaboraí, con la refinería de Petrobras al fondo.Heriberto Araújo
Todo el comercio sufre el impacto: la venta de telas, ropa, móviles o incluso los colchones. Al haber menos flujo de empresarios del petróleo en los hoteles, éstos no renuevan sus habitaciones. Todos los comerciantes cuentan historias parecidas: una caída del sueldo de más del 50%, ya que ganan por comisión, o un recorte del 20-30% de la fuerza laboral.Heriberto Araújo
En Magé, un pueblo de pescadores a orillas de la bahía de Guanabara, los derrames no declarados de petróleo, las plantas de tratamiento de hidrocarburos y los cargueros amenazan la forma tradicional de vida. En la foto, 'O Pelé', un activista medioambiental, de espaldas, lucha para que la economía de pesca de la región siga activa. Denuncia que un compañero suyo ha sufrido seis atentados, dos de ellos bajo protección policial. Hablan de mafias, milicias a sueldo del petróleo que asesinan a los pescadores que se oponen a las empresas de hidrocarburos. Brasil es el país más peligroso para los activistas medioambientales, según un estudio reciente.Heriberto Araújo
En Macaé, publicitada como “la capital brasileña del petróleo”, la economía creció un 600% entre 2003 y 2013. Pero los carteles situados a la entrada de la urbe no reflejan su realidad actual, en la que también ha tenido que ver el impacto de la caída de los precios del crudo.Heriberto Araújo
Maria (derecha) regenta un colmado desde hace 25 años en una favela de Macaé. Asegura que los ingresos petroleros de los últimos años no propiciaron un aumento de la riqueza en las comunidades pobres. Un gasoducto avanza a menos de 15 metros de su colmado, pero en el barrio no tienen ni agua corriente, ni calles asfaltadas.Heriberto Araújo
Toda la economía, tanto en Itaboraí como en Macaé, la capital petrolera de Brasil, se mueve al calor del crudo. El hombre de la derecha tuvo que abandonar Pernambuco por los problemas en una macroobra de Petrobras y se mudó a Macaé, donde hoy de nuevo está desempleado.Heriberto Araújo
En una de las playas de Itaboraí, un grupo de camioneros y transportistas juega un partido de fútbol. Al fondo, los petroleros siguen sus tareas de abastecimiento para las plataformas.Heriberto Araújo