Cartas al director

La novela histórica

“La ficción histórica es un empeño imposible”. A partir de esa máxima categórica, podemos abordar el fascinante género que se mueve entre la novela y el ensayo. La obra de entretenimiento que es capaz de sumar más adeptos a la lectura, incluso a los más reticentes. ¿Podría alguna mente, por prodigiosa que fuera, inventar un escenario mejor para intrigas, derrocamientos y sediciones que la Inglaterra de Enrique VIII y Thomas Cromwell? Ya se sabe: la realidad supera a la ficción. En la Universidad tuve que leer muchos ensayos de historia y, fascinada, casi perdí mi interés por la ficción. Pero s...

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“La ficción histórica es un empeño imposible”. A partir de esa máxima categórica, podemos abordar el fascinante género que se mueve entre la novela y el ensayo. La obra de entretenimiento que es capaz de sumar más adeptos a la lectura, incluso a los más reticentes. ¿Podría alguna mente, por prodigiosa que fuera, inventar un escenario mejor para intrigas, derrocamientos y sediciones que la Inglaterra de Enrique VIII y Thomas Cromwell? Ya se sabe: la realidad supera a la ficción. En la Universidad tuve que leer muchos ensayos de historia y, fascinada, casi perdí mi interés por la ficción. Pero si a esa realidad añadimos una pluma y mente ágil que enriquece la trama con situaciones posibles –que no trasnochadas–, tendremos el súmmum del entretenimiento y la erudición: una buena novela histórica. Continuando la línea honesta y sincera de la entrevista, Hilary Mantel nos habla sin tapujos de la vergüenza que le producen las políticas de su país. Quizá esos políticos deberían imbuirse más en lecturas históricas y no caer una y otra vez en los mismos errores.

 

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