Los alumnos tendrán reglas diferentes para pasar de curso según en qué comunidad estudien
Los territorios socialistas se dividen en un grupo más restrictivo, con el País Vasco, y otro menos, con Cataluña. Varias autonomías del PP diseñan sistemas que chocan con la ley de Educación
Las reglas para pasar de curso y obtener títulos oficiales en la Educación Secundaria Obligatoria serán distintas según dónde viva el alumno. Los sistemas que están diseñando los Ejecutivos autonómicos se dividen en tres grupos. Uno, más generoso, en el que los estudiantes promocionarán, al margen del número de suspensos, si la mayoría de sus profesores creen que están preparados y será positivo para su trayectoria académica, que será adoptado por la mayoría de territorios gobernados por los socialistas y Cataluña. Otro añadirá como condición que, para que un alumno pase con más de dos suspens...
Las reglas para pasar de curso y obtener títulos oficiales en la Educación Secundaria Obligatoria serán distintas según dónde viva el alumno. Los sistemas que están diseñando los Ejecutivos autonómicos se dividen en tres grupos. Uno, más generoso, en el que los estudiantes promocionarán, al margen del número de suspensos, si la mayoría de sus profesores creen que están preparados y será positivo para su trayectoria académica, que será adoptado por la mayoría de territorios gobernados por los socialistas y Cataluña. Otro añadirá como condición que, para que un alumno pase con más de dos suspensos, dos tercios de los docentes estén de acuerdo, y será aplicado por tres comunidades del PSOE y el País Vasco. Mientras que un tercer grupo, integrado por autonomías del PP, sobre todo Madrid, Murcia y Galicia, establecen tantos requisitos que, según fuentes del Ministerio de Educación, desvirtúan la previsión de la nueva ley de educación, la Lomloe, de que la decisión sobre la promoción debe corresponder al equipo docente, y probablemente serán recurridos.
Durante los cursos de excepción pandémica las autoridades educativas han suavizado sus normas para compensar la dificultad del coronavirus, provocando un fuerte descenso de las repeticiones y aumentando las diferencias (que siempre ha habido) en las reglas sobre repetición utilizadas por las comunidades. Pero han sido soluciones de carácter temporal. Los sistemas que ahora están diseñando las comunidades tienen vocación de permanencia y se incluirán en la regulación que cada autonomía va a aprobar de sus distintas etapas educativas, los currículos. Con la normativa anterior, aprobada por el Gobierno del PP la pasada década, los alumnos repetían como norma general si tenían más de dos suspensos.
Ocho territorios, Comunidad Valenciana, Canarias, Baleares, Asturias, Navarra, La Rioja, Cantabria y Cataluña, adoptarán sistemas que responden sin apenas cambios a lo que establece la nueva ley de Educación. Los estudiantes pasarán de curso en la ESO siempre que hayan suspendido, como mucho, dos materias. Si han suspendido más asignaturas la decisión la tomarán sus profesores tras valorar si sus competencias les permiten afrontar con éxito el curso siguiente y en función de qué consideren que beneficiará más su evolución educativa. Si no hay acuerdo, la cuestión se decidirá por mayoría simple, con voto de calidad del tutor del alumno en caso de empate. Lo mismo sucederá para obtener el título de la ESO.
Estas comunidades o bien ya han presentado sus borradores de decretos de secundaria, o han confirmado a este periódico que lo harán así, o, en el caso de Asturias, lo contempla la normativa que ha aprobado para este curso (que es transitoria entre el anterior marco estatal fijado por la anterior ley educativa y la que crea la Lomloe y han aprobado todas las autonomías), y es muy probable que lo mantengan en su nuevo currículo. Los responsables educativos de estas autonomías defienden el sistema afirmando que supone confiar “en el criterio y la profesionalidad” de los docentes, que son los que mejor conocen la trayectoria, condiciones y necesidades de su alumnado. Una postura que coincide con la del Ministerio de Educación.
El segundo tipo de respuesta ha sido adoptado por tres autonomías socialistas, Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón, y por el País Vasco, donde, manteniendo el esquema anterior, para que un alumno pase de curso con más de dos suspensos será necesario que estén a favor dos tercios de los profesores que forman el equipo docente. Fuentes del ministerio consideran que esta mayoría reforzada es un elemento “procedimental”, que no afecta a la cuestión esencial que fija la ley de dejar la decisión sobre la promoción en manos del equipo docente y no implica una limitación de fondo.
“Lo que pretendemos”, afirma el secretario general de Educación de Extremadura, Francisco Javier Amaya, “es dar seguridad jurídica a las juntas de evaluación y a los directores de los centros”. Amador Pastor, viceconsejero de Castilla-La Mancha, añade que su comunidad ya tenía regulado antes de la Lomloe “que las decisiones colegiadas del equipo docente tenían que venir reforzadas por dos tercios del profesorado”. Otro responsable autonómico socialista admite en privado que el mensaje de la derecha de que los cambios en la repetición minarán el esfuerzo del alumnado ha pesado en la decisión de su comunidad de establecer la mayoría reforzada.
El tercer grupo lo forman autonomías del PP, que establecen más condiciones y por tanto es probable que sus alumnos repitan más. Andalucía es, sin embargo, un caso intermedio. Su normativa transitoria para este año establece que para pasar con más de dos suspensos será necesaria la mayoría de dos tercios del profesorado, y que el equipo docente “tendrá en consideración” que las asignaturas no superadas no incluyan más de dos troncales y “las materias no superadas no supongan más del 50% de la carga horaria total”. Como esta última frase no es una imposición, entraría dentro de lo que fuentes del ministerio consideran “orientaciones” y no contravendrían la ley.
Galicia representa un caso diferente. Su normativa transitoria para este curso establece que las decisiones se adoptan por mayoría simple. Pero añade que quienes tengan más de dos suspensos solo podrán pasar u obtener el título de la ESO si, además de considerarlo adecuado el equipo docente, tienen una media igual o superior a cinco “en todas las materias en que esté matriculada o matriculado”. Una condición que, según fuentes del ministerio de Educación, excede el papel de orientar al profesorado que la ley permite a las comunidades.
Lo mismo sucede, según las mismas fuentes, con Madrid, que en su borrador de currículo de la ESO exige para pasar con más de dos suspensos, además de una mayoría de dos tercios del profesorado a favor, que entre las materias pendientes no estén “simultáneamente Lengua Castellana y Literatura y Matemáticas”. Y con Murcia, que suma las condiciones de Madrid (aunque impone una mayoría de tres cuartos del equipo docente) y Galicia (una media mínima de cinco) para pasar con más de dos suspensos.
Una anomalía que empieza a desaparecer
Las comunidades del PP son las más restrictivas, con la excepción de Castilla y León, al menos de momento. Su normativa transitoria para este curso, aprobada en diciembre, no establece condiciones para las decisiones del equipo docente. Dice simplemente que decidirán “de forma colegiada”, lo que si no hay nuevas instrucciones parece situarla en el primer grupo (mayoría simple). Las posiciones mantenidas en los dos últimos años por sus responsables hacen pensar, sin embargo, que es posible que sus responsables impongan más condiciones.
El secretario autonómico de Educación valenciano, Miguel Soler, cree que, aunque la disparidad de regulaciones autonómicas puede influir en las diferencias en las repeticiones (que ya son distintas ahora), “su repercusión no será muy grande” debido a que la Lomloe solo permite que el alumnado repita una vez en primaria y otra en secundaria (la ley del PP permitía que lo hicieran dos veces). Por otro lado, en los últimos años y sobre todo en pandemia, España ya ha reducido mucho las repeticiones (4,2% del alumnado de la ESO en el curso 2019-2020). Durante mucho tiempo sus elevadas tasas de repetidores han convertido el caso español en una anomalía educativa dentro del mundo desarrollado, ya que siguiendo los consejos de la OCDE la mayoría de países habían ido reduciendo al mínimo una herramienta pedagógica considerada ineficaz para combatir el fracaso educativo.
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