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Olivier Blanchard: “Tenemos que gastar en defensa lo que sea necesario”

El economista francés, ganador del Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, cree que las políticas erráticas de Donald Trump no son “buenas para EE UU” ni para “el mundo”

El economista Olivier Blanchard, en una imagen cedida.Fundación BBVA

Olivier Blanchard (Amiens, 76 años) ha sido mucho más que un espectador pasivo de los terremotos que han agrietado la economía mundial en las últimas décadas. Profesor en las universidades más prestigiosas del mundo, economista jefe del FMI entre 2008 y 2015, cuestionó las políticas de austeridad severa durante la Gran Recesión y defendió el estímulo fiscal. Sus investigaciones le han conver...

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Olivier Blanchard (Amiens, 76 años) ha sido mucho más que un espectador pasivo de los terremotos que han agrietado la economía mundial en las últimas décadas. Profesor en las universidades más prestigiosas del mundo, economista jefe del FMI entre 2008 y 2015, cuestionó las políticas de austeridad severa durante la Gran Recesión y defendió el estímulo fiscal. Sus investigaciones le han convertido en una de las voces más influyentes y citadas en el campo de la macroeconomía y le acaban de valer un logro más en su carrera profesional: la Fundación BBVA le ha concedido el Premio Fronteras del Conocimiento junto a Michael Woodford y Jordi Galí, un reconocimiento que en hasta 12 ocasiones ha sido la antesala del Nobel de Economía. En una entrevista por videollamada reflexiona sobre las políticas erráticas del nuevo mandatario estadounidense y el revulsivo que están suponiendo para un orden mundial ya tocado, el papel de los bancos centrales y la crisis que atraviesa Europa. “La economía global será más fragmentada, y no solo por [Donald] Trump”.

El economista divisa el tablero global entre realismo y preocupación. Los grandes shocks de la pandemia y la invasión de Ucrania han tensionado las costuras de un sistema hiperglobalizado y han puesto en el foco la seguridad nacional, tanto en términos económicos como de defensa. “No queremos depender de un país en caso de conflicto o tratar con otro porque tendremos problemas si se porta mal. Probablemente veremos cierta disminución en el comercio internacional”, vaticina. La llegada del nuevo inquilino de la Casa Blanca añade más gasolina al fuego y augura además un largo periodo de incertidumbre.

“Ya no está jugando según las reglas internacionales del juego. Cuando firmas un tratado con él, no tienes ni idea de si lo va a respetar o no. Estamos pasando del mundo en el que estábamos a otro que va a ser la ley de la selva”, afirma Blanchard. “Más allá de Trump, puede que hemos ido demasiado lejos en pensar que el libre comercio es genial. Llevo mucho tiempo diciéndolo y por eso, en parte, tenemos a Trump”.

El magnate estadounidense parece dispuesto a imponer aranceles bajo la premisa de que la fortaleza económica de Estados Unidos —que ya empieza a tambalearse— le permite jugar en solitario. Sin embargo, el economista advierte del peligro de una guerra comercial sin reglas que se alargue durante los cuatro años de mandato del republicano. “Si impones aranceles porque eres fuerte, quizá pueda ser bueno para ti, salvo que el otro haga lo mismo. En ese caso, ambas partes pierden. Así que la incoherencia, además de la ley de la selva, pueden conducir a resultados catastróficos. Lo que está haciendo la Administración Trump no es bueno para EE UU y no lo es para el mundo”, zanja.

Europa y Canadá ya han contestado a la guerra comercial de EE UU con aranceles millonarios. “La cuestión es si Europa y otros países, como Canadá, la India o Brasil, crearán zonas en las que se apliquen las viejas reglas. Espero que así sea, pero no estoy seguro”.

La UE, de hecho, tiene numerosas espinas en el flanco. Por un lado, está la guerra arancelaria —ante la cual Blanchard espera que se mantenga “razonable y no se deje intimidar”—, que podría además generar efectos de segunda ronda con epicentro en Asia. China tiene un mercado interno estancado y sigue dependiendo de las exportaciones. Si las puertas de Estados Unidos se le cerraran aún más, Pekín debería buscar otra salida para sus productos, y Europa sería el candidato ideal. “Podría ser un problema serio para nuestra industria. Espero que Europa y China se sienten a negociarlo”.

El futuro del conflicto en Ucrania, ahora que Washington ha dado la espalda a Kiev, tiene a Bruselas en otro apuro, pues no tiene músculo militar para dominar la situación y dificultades para poner de acuerdo a sus socios.

— ¿La UE necesita un gasto común en defensa?

— Creo que sí.

“Sería más fácil hacerlo a nivel de Bruselas, y creo que financiarlo mediante deuda es el camino a seguir. No podemos esperar”, considera. “Se puede aplicar la misma idea del programa Next Generation”. Es decir, dinero prestado con un programa que tenga fecha de finalización para que no se genere un déficit permanente. “Es algo que tenemos que hacer durante un tiempo, y básicamente tenemos que gastar en defensa lo que sea necesario”.

La UE, además, vive un dilema existencial. Su población está envejecida, la economía renquea y la productividad no despega. “Hay mucha gente que piensa que Europa está desapareciendo lentamente del mapa. Yo no lo creo”, afirma Blanchard. “Lo está haciendo bien. Tal vez su PIB per cápita sea un poco más bajo que el de EE UU y están estos problemas de crecimiento de la productividad y demás, pero no es que EE UU sea un lugar maravilloso y Europa un lugar atrasado”. Tampoco cree que uno de los pilares del Viejo Continente, el Estado del Bienestar, esté en peligro, aunque sí necesita ajustes. “Me siento de izquierdas, y es difícil decir esto, pero quizá la red de seguridad sea demasiado generosa y necesitemos revisar una serie de programas”, concede.

Política monetaria divergente

Blanchard ha recibido el premio de la Fundación BBVA por sus estudios sobre política monetaria. Cree que, durante los últimos años, los bancos centrales hicieron un buen trabajo en el manejo de las expectativas de inflación. “No podían hacer nada ante los shocks de la covid o los precios de la energía por la guerra en Ucrania, pero lograron evitar una espiral de precios y salarios”, afirma. “Pasaron 20 años tratando de volverse creíbles y creo que lo lograron. ¿Significa que los serán para siempre? No. Tienen que ser cuidadosos”.

Su preocupación, en este caso, se dirige sobre todo a EE UU, donde el pulso de la demanda interna mantiene los precios por encima del objetivo y complica seguir reduciendo tipos como en Europa, aunque Trump empuje para el recorte. Prevé que las políticas seguirán divergiendo en los dos lados del Atlántico, con el BCE incidiendo en las rebajas —”no descarto volver a tipos negativos”— y la Reserva Federal manteniendo intereses más altos, “salvo si la incertidumbre creada por Trump en EE UU conduce a una recesión”. ¿Está garantizada la independencia de la Fed? “Hace dos meses habría dicho que sí, como habría dicho que Trump respetaría la Constitución. Pero ha demostrado que no le importa mucho”, zanja.

El gran interrogante es el futuro de la economía global. Blanchard rechaza la idea de que estemos en una era de policrisis insalvable al nivel de las guerras mundiales, pero sí en una etapa de múltiples desafíos. “El mundo es complicado, siempre ha habido nuevos problemas. Pero estamos en mejor forma que en 1939 o 1914. En ese sentido, soy optimista”.

— ¿Y el próximo premio será el Nobel?

— Sinceramente, no lo creo (...). He estado trabajando en demasiadas cosas a lo largo de mi vida, a diferencia de alguien como Michael Woodford, que ha hecho una contribución enorme. Y el Nobel se otorga a quienes hacen ese tipo de contribución.

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