Manuel Seco revela los secretos y la dureza del oficio de lexicógrafo en la apertura del nuevo curso de la RAE

El secretario de Estado de Cooperación Internacional, Miguel Ángel Cortés, y el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, inauguraron ayer, en la sede de la Real Academia Española, el II curso de la Escuela de Lexicografía Hispana. El académico Manuel Seco, que pronunció la lección inaugural, dedicó su alocución a Los lexicógrafos. El filólogo expuso las penalidades y el esfuerzo que supone crear un diccionario. Pese a los sufrimientos, Seco aseguró que "merece la pena el estudio a fondo de las palabras", y que ése es uno de los secretos de un oficio al que él h...

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El secretario de Estado de Cooperación Internacional, Miguel Ángel Cortés, y el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, inauguraron ayer, en la sede de la Real Academia Española, el II curso de la Escuela de Lexicografía Hispana. El académico Manuel Seco, que pronunció la lección inaugural, dedicó su alocución a Los lexicógrafos. El filólogo expuso las penalidades y el esfuerzo que supone crear un diccionario. Pese a los sufrimientos, Seco aseguró que "merece la pena el estudio a fondo de las palabras", y que ése es uno de los secretos de un oficio al que él ha dedicado casi toda su vida.

"La unidad y la fuerza de la lengua se consiguen con cursos como éste, en el que participan lexicógrafos de los distintos países iberoamericanos". Para dar mayor relieve a sus palabras, García de la Concha contó que el resultado del curso anterior fue altamente positivo y que algunos de los alumnos ya están trabajando en diferentes academias. Para el director de la RAE, esta idea de unidad preside ya todos los trabajos que se realizan en los distintos diccionarios y en los que trabajan todas las academias de la lengua española de los distintos países.

También Miguel Ángel Cortés, que además es presidente de la junta rectora de la Fundación Carolina, patrocinadora de la Escuela de Lexicografía Hispana, habló de proyectos compartidos. Cortés destacó el valor económico del español, además del cultural: "La lengua española es un activo, un patrimonio".

Treinta años

Cerca de un centenar de personas, entre las que se contaban representantes de las academias dominicana, paraguaya y venezolana, escucharon al académico Manuel Seco, que desveló los secretos de la profesión de lexicógrafo, una labor que conoce a la perfección, puesto que ha dedicado casi 30 años de su vida a la elaboración del Diccionario del Español Actual.

Seco dijo que hasta mediados del siglo pasado la lexicografía se consideraba como el arte de componer diccionarios, pero posteriormente la definición se fue ensanchando y, especialmente a partir de 1960, en el Congreso de la Lengua de la Universidad de Indiana, lingüistas y lexicógrafos iniciaron una "positiva" aproximación. Seco separó la lexicografía práctica de la teórica. El arte de componer diccionarios entraría en la práctica y el estudio de esas obras de referencia en la teórica, que Seco denomina como "metalexicografía".

Seco dedicó una buena parte de la exposición a contar la dureza de un oficio "que no aspira al elogio, sino a librarse del reproche". La historia de la lexicografía, dijo Seco, está llena de héroes cuya única recompensa es la obra bien hecha. Como ejemplo de heroína citó a María Moliner, una mujer que dedicó su vida a la construcción de un diccionario. Moliner forma parte de una dinastía en la que ocupan lugares destacados Antonio de Nebrija, Sebastián de Covarrubias o Julio Casares.

En la historia de la lexicografía se dan casos de autores que murieron sin ver la tierra prometida o que fueron peseguidos políticamente, pero Seco destacó el caso de Ramón Joaquín Domínguez, que en 1846 publicó su Diccionario Nacional y que murió por defender sus ideas, "alcanzado por sus propias definiciones".

Entre las cualidades que el lexicógrafo debe tener, el académico resaltó la objetividad y la capacidad autocrítica. Entre las dotes del oficio destacó también el profundo conocimiento del idioma y una cultura general, que "antes se aprendía en el Bachillerato" y que ahora no sabe dónde se aprende. Tesón, sensatez e imaginación completarían el perfil de estos amantes del idioma y sus palabras.

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