Editorial:

El fuel que no cesa

La realidad sigue negándose a obedecer al Gobierno. Los vientos y las corrientes marinas desbarataron la ilusión de deshacerse sin más del Prestige y las sucesivas oleadas del chapapote han negado la versión de que el peligro ha desaparecido. Y la masiva manifestación de la plataforma Nunca Mais en A Coruña el domingo recuerda que siguen pendientes de aclararse no pocas responsablidades políticas por la gestión del desastre.

Aznar anunció recientemente el fin de la crisis con el tono de quien promulga un decreto. Pero el chapapote no hace caso: tras ennegrecer la playa de la Conc...

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La realidad sigue negándose a obedecer al Gobierno. Los vientos y las corrientes marinas desbarataron la ilusión de deshacerse sin más del Prestige y las sucesivas oleadas del chapapote han negado la versión de que el peligro ha desaparecido. Y la masiva manifestación de la plataforma Nunca Mais en A Coruña el domingo recuerda que siguen pendientes de aclararse no pocas responsablidades políticas por la gestión del desastre.

Aznar anunció recientemente el fin de la crisis con el tono de quien promulga un decreto. Pero el chapapote no hace caso: tras ennegrecer la playa de la Concha, en San Sebastián, merodea amenazadoramente el entorno de las Rías Bajas. El retorno del fuel a los bancos marisqueros del sur de Galicia se produjo apenas tres días después de que la Xunta levantase la veda para el marisqueo, pese a las reservas que suscitaba la medida entre los pescadores. Algunas cofradías han suspendido por su cuenta la actividad, pero Fraga no da marcha atrás a la espera de acontecimientos.

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Parece razonable que la Xunta trate de devolver cuanto antes el marisco gallego al mercado para evitar que la competencia de otros países consolide posiciones; pero la imagen de las bolas de alquitrán en los arenales donde el día anterior se estaba extrayendo almeja o berberecho produce inquietud y plantea el interrogante de si la Xunta no habrá asumido un riesgo excesivo. Sin cuestionar el rigor de los controles sanitarios, la aparición en el mercado de una simple partida de marisco con olor a combustible tendría efectos devastadores.

Muchos marineros temen que en la decisión haya influido la voluntad del Gobierno de dar el asunto por zanjado. Algo imposible en todo caso mientras el Prestige continúe en el fondo del Atlántico. Ayer se supo que el Comité Científico Asesor recomendará la extracción del fuel por bombeo, aun reconociendo que nunca se ha hecho algo comparable a esa profundidad y que la tecnología conocida no lo garantiza. Habrá que inventar el procedimiento de extracción. Su coste se estima en unos 200 millones de euros. Así de duras están las cosas. La pretensión de dar por cerrada la crisis política bloqueando la investigación parlamentaria es tan realista como pensar que el sellado provisional de las grietas del Prestige soluciona el problema de las 50.000 toneladas que siguen en el fondo del mar.

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