Blair: 'Detrás de la diplomacia está la posibilidad de usar la fuerza'

Los sindicatos británicos acogieron ayer con un gélido silencio los argumentos de Tony Blair a favor de la guerra contra Irak. Blair no convenció a los sindicatos, pero hizo calar una de sus peticiones de ayer: que la gente reflexione sobre las propuestas que va a hacer al país en las próximas semanas. 'La diplomacia es vital, pero detrás de la diplomacia siempre está la posibilidad de usar la fuerza', advirtió el primer ministro británico.

Blair aprovechó el congreso anual de los sindicatos británicos para dirigirse también a todo el Reino Unido. En un discurso sin carisma, serio el ad...

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Los sindicatos británicos acogieron ayer con un gélido silencio los argumentos de Tony Blair a favor de la guerra contra Irak. Blair no convenció a los sindicatos, pero hizo calar una de sus peticiones de ayer: que la gente reflexione sobre las propuestas que va a hacer al país en las próximas semanas. 'La diplomacia es vital, pero detrás de la diplomacia siempre está la posibilidad de usar la fuerza', advirtió el primer ministro británico.

Blair aprovechó el congreso anual de los sindicatos británicos para dirigirse también a todo el Reino Unido. En un discurso sin carisma, serio el ademán, casi trágico, concentrado en retratar a Sadam Husein como un asesino peligroso para Occidente, Blair no cedió un ápice en las cuestiones fundamentales aunque abrió las puertas al papel de la ONU y al debate político interno.

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Se comprometió a escuchar al Parlamento antes de ir a la guerra, pero no dijo que su decisión vaya a ser sometida a la votación de los diputados. Reiteró que el camino a seguir es el de Naciones Unidas, pero dejó claro una vez más que la ONU 'debe ser la vía para resolver la amenaza de Sadam, no para ignorarla'.

Junto a EE UU

Blair, cuyas deterioradas relaciones con los sindicatos afrontan diferencias no ya sobre la crisis con Irak, sino sobre la reforma de los servicios públicos, las privatizaciones, el sistema de pensiones e incluso el euro, preparó el discurso de Blackpool como el primer paso de la larga campaña que ha de afrontar para convencer a la opinión pública de la necesidad de enfrentarse a Sadam Husein codo con codo con EE UU.

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'La cuestión es: ¿qué tenemos que hacer?', se preguntó tras trazar un tétrico retrato de Sadam Husein. 'Comprendo perfectamente la preocupación de la gente por una acción militar precipitada. La intervención militar debería ser el último recurso', dijo. 'Me parece correcto afrontar a Sadam a través de Naciones Unidas. A fin de cuentas es él, y no yo o George Bush, quien ha quebrantado las resoluciones de la ONU. Pero si hacemos eso, en ese caso el reto para todos es éste: las Naciones Unidas tienen que ser la vía para resolver la amenaza de Sadam, no para ignorarla'.

'Quiero dejar claro que si se ignora la voluntad de la ONU, a continuación vendrá la acción', advirtió, sin aclarar si se refería al quebranto de futuras o de pasadas resoluciones del Consejo de Seguridad. 'Cuando se trata de enfrentarse a dictadores -y ninguno en el mundo es peor que Sadam-, la diplomacia tiene que estar apoyada por la certeza de que el dictador sabe que detrás de ella siempre está la posibilidad de usar la fuerza', añadió.

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