CONFERENCIA INTERNACIONAL DEL SIDA

Los inhibidores de la integrasa, un nuevo frente contra el virus

Si el desarrollo de vacunas es una carrera de fondo, como decía el martes Lawrence Corey, el desarrollo de antirretrovirales parece una contrarreloj. Los tiempos están tan medidos que en la conferencia de Barcelona ya han tenido un protagonismo estelar algunos fármacos, los llamados inhibidores de la integrasa, que probablemente todavía ni estarán en la próxima conferencia de Bangkok de 2004. Esta nueva familia de fármacos y los inhibidores de la fusión (más adelantados en su desarrollo y representados por el inyectable enfuvirtide o T-20) representan las dos novedosas alternativas terapéutica...

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Si el desarrollo de vacunas es una carrera de fondo, como decía el martes Lawrence Corey, el desarrollo de antirretrovirales parece una contrarreloj. Los tiempos están tan medidos que en la conferencia de Barcelona ya han tenido un protagonismo estelar algunos fármacos, los llamados inhibidores de la integrasa, que probablemente todavía ni estarán en la próxima conferencia de Bangkok de 2004. Esta nueva familia de fármacos y los inhibidores de la fusión (más adelantados en su desarrollo y representados por el inyectable enfuvirtide o T-20) representan las dos novedosas alternativas terapéuticas que van a permitir disponer de más fármacos y ampliar el número de combinaciones para tratar el sida.

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El primer miembro de la nueva familia de inhibidores de la integrasa es el S-1360, desarrollado por el laboratorio japonés Shionogi en colaboración con la multinacional GlaxoSmithKline. Todavía sólo ha concluido la primera fase de los ensayos clínicos, realizada con 24 voluntarios sanos no infectados con el VIH. Pero ha demostrado una buena tolerancia y unas características farmacocinéticas (cómo se absorbe, distribuye y elimina en el organismo) aceptables, por lo que se van a iniciar ensayos de fase II con voluntarios seropositivos para valorar su eficacia y seguridad.

Cuatro familias

Con la aparición de esta nueva línea de fármacos se va a disponer de un arsenal para atacar al virus por muy distintos frentes, que pueden resumirse en cuatro. Los primeros en llegar fueron los inhibidores de la transcriptasa inversa (AZT, ddC, ddI y otros muchos, que se clasifican en tres subtipos), un enzima que convierte el ARN del virus en ADN para que se pueda incorporar al genoma de la célula. En 1996 aparecieron los inhibidores de la proteasa, que dieron lugar a los actuales Targa (tratamiento antirretroviral de gran actividad) o terapias combinadas que permiten mantener el virus a raya.

El T-20 y demás inhibidores de la fusión, presentados en este congreso, son un subtipo de inhibidores de la entrada del virus en la célula CD4, según explica José Luis Casado, de la Unidad de Sida del hospital Ramón y Cajal de Madrid. Lo que hacen precisamente es evitar la fusión del virus con el receptor CD4 de los linfocitos. El cuarto tipo son los inhibidores de la integrasa, una enzima que actúa integrando el material genético del VIH en el de la célula, para utilizar al huésped como fábrica de nuevos viriones hijos.

'Al igual que la transcriptasa inversa y la proteasa, la integrasa resulta esencial para que el virus infecte las células y se reproduzca. La inhibición de la integrasa sería una nueva vía de suprimir el virus', afirma el doctor Tamio Fujiwara, director de investigación antiviral de Shionogi. Todo ello permite atacar al virus desde diferentes sitios, lo que aumenta la eficacia global.

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