Reportaje:

Las asignaturas pendientes de Argentina

El país requiere profundas reformas estructurales antes de abandonar la paridad fija con el dólar

Tarde o temprano, Argentina tendrá que abandonar la rigidez cambiaria impuesta por la convertibilidad, que ata desde hace 10 años el peso al dólar. Pero antes, el Gobierno de Fernando de la Rúa deberá abordar una serie de reformas estructurales del sector público -'los problemas no resueltos en Argentina'- para superar el sobresalto permanente y alejar definitivamente los temores de la suspensión de pagos de la deuda pública que supera los 120.000 millones de dólares (casi 24 billones de pesetas). Ésta es la opinión coincidente de varios analistas consultados ante la gravedad de la crisis econ...

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Tarde o temprano, Argentina tendrá que abandonar la rigidez cambiaria impuesta por la convertibilidad, que ata desde hace 10 años el peso al dólar. Pero antes, el Gobierno de Fernando de la Rúa deberá abordar una serie de reformas estructurales del sector público -'los problemas no resueltos en Argentina'- para superar el sobresalto permanente y alejar definitivamente los temores de la suspensión de pagos de la deuda pública que supera los 120.000 millones de dólares (casi 24 billones de pesetas). Ésta es la opinión coincidente de varios analistas consultados ante la gravedad de la crisis económica y social argentina.

Las asignaturas pendientes en la reforma del aparato del Estado incluyen el elevado número de empleados públicos -200.000 del Gobierno nacional frente a dos millones de las administraciones provinciales-, el sistema de pensiones de los jubilados (PAMI), marcado por la corrupción y el desgobierno; la Universidad, totalmente gratuita, en contraste con la enseñanza primaria; el gasto social de la nación, provincias y municipios; la duplicidad de funciones en el Estado, donde nadie pregunta por la eficiencia, y la recaudación impositiva. 'La reforma estructural es imprescindible antes de flexibilizar el tipo de cambio', advierte un economista consultado. Lanzarse a devaluar ahora sería como perder una década, añade, porque el choque obligaría a bajar salarios hasta en un 40% anual, como sucedió en Ecuador.

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La necesidad de cambios profundos queda a menudo opacada por los tremendos sustos que prodigan día a día los mercados financieros. La semana pasada, justo después de entrar en vigor el plan de ajuste del Gobierno conocido como Ley de Déficit Cero, la Bolsa experimentó una acentuada caída, al tiempo que el riesgo-país subía de nuevo por las nubes. El Gobierno atribuyó este comportamiento del mercado a la acción de especuladores que apuestan a la devaluación. Los ánimos se han calmado el fin de semana después del mensaje de apoyo al programa de De la Rúa enviado al unísono por los mandatarios de Estados Unidos, Reino Unido y España, y la visita a Buenos Aires del subsecretario del Tesoro, John Taylor, que ha prometido un pequeño adelanto de dinero fresco por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pero los problemas de fondo subsisten y no admiten mayor dilación. Por ejemplo, la disminución de las reservas y depósitos es un claro exponente de que la incertidumbre externa se ha trasladado al mercado interno. Las cifras hablan por sí solas. De diciembre de 2000 a julio de 2001 los depósitos del sector privado no financiero cayeron un 8,4% (6.632 millones de dólares). Sólo en junio, el descenso fue del 6,8% (5.294 millones de dólares). La caída de reservas en el mismo periodo fue muy superior (36,4%).

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El último informe del departamento de investigación del banco BBVA subraya la importancia de la Ley de Déficit Cero para poner en orden las cuentas públicas y la compara 'por su trascendencia' a la ley de convertibilidad del año 1991. Ambos textos son hijos del mismo padre, Domingo Cavallo, ministro de Economía en los Gobiernos del peronista Carlos Menem, y el presidente en la actualidad, el radical Fernando de la Rúa. La convertibilidad 'prohibió la emisión inorgánica de dinero, pero el desequilibrio fiscal de la última década se manifestó en un creciente endeudamiento público', añade el informe del BBVA.

De nuevo las cifras no admiten discusión. En 1995, la deuda consolidada (nacional y provincial) ascendía a 99.764 millones de dólares, que suponía el 38,7% del PIB. En el año 2000 aumentó hasta los 150.418 millones de dólares y un 52,8% del PIB. De ahora en adelante, con la nueva ley para combatir el déficit, se supone que el gasto público se ajustará a los ingresos, lo que necesariamente frenará el endeudamiento.

La cuestión clave que tiene Argentina en estos momentos, estiman las fuentes consultadas, es restablecer la confianza después de que el riesgo de suspensión de pagos parece controlado, ya que el país está en condiciones de afrontar todos los vencimientos de medio y largo plazo de la segunda mitad de 2001. Asimismo, la política de déficit cero deberá permitir alcanzar las metas fiscales acordadas con el FMI, para que éste siga aportando el dinero comprometido en el blindaje de finales de 2000. Faltan unos 3.000 millones de dólares de los organismos internacionales hasta fin de año.

La comparación de la actual crisis argentina con la mexicana, por el efecto Tequila, permite observar que en los primeros 100 días hábiles de la crisis en México cayeron 55 bancos. Hasta la fecha no ha quebrado un solo banco en Argentina, lo que demuestra que en este caso el sistema financiero resiste mejor, porque está más sano y mejor preparado.

A corto plazo, Argentina acaba de pasar el primer examen en el que empleados públicos y jubilados han visto reducida su nómina en un 13% por la tijera de Cavallo. En septiembre, el recorte se aplicará de nuevo en función de la recaudación de este mes. Un directivo de un banco privado admite que el grado de desconfianza es tal que él personalmente pidió ver las hojas salariales de sus amigos en la Administración para comprobar que el recorte del sueldo decretado por el Gobierno se aplicaba. '¿A vos te descontaron sí o no? ¿Cuánto? Quiero ver cómo está operando el ajuste, les decía a mis amigos', recuerda el desconfiado banquero.

Trabajadores argentinos arrojan huevos contra la sede de Telefónica en Buenos Aires.AFP

El papel del FMI

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