El novelista surafricano J. M. Coetzee logra el I Premio Reino de Redonda
El escritor Javier Marías hizo ayer público el fallo del jurado
El novelista John Michael Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) ha sido el ganador del I Premio Reino de Redonda, un galardón que pretende destacar de manera regular a creadores literarios o cinematográficos extranjeros. Otorgado por los llamados Duques de Redonda y concedido, en nombre de dicho reino, por el escritor Javier Marías, el premio de este año destaca a un autor de novelas 'luminosas y desconcertantes'.
El Premio Reino de Redonda está dotado con el título de Duque de Redonda y con un millón de pesetas, aportadas por la editorial Reino de Redonda. J. M. Coetzee -'que ha aceptado con...
El novelista John Michael Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) ha sido el ganador del I Premio Reino de Redonda, un galardón que pretende destacar de manera regular a creadores literarios o cinematográficos extranjeros. Otorgado por los llamados Duques de Redonda y concedido, en nombre de dicho reino, por el escritor Javier Marías, el premio de este año destaca a un autor de novelas 'luminosas y desconcertantes'.
El Premio Reino de Redonda está dotado con el título de Duque de Redonda y con un millón de pesetas, aportadas por la editorial Reino de Redonda. J. M. Coetzee -'que ha aceptado con gratitud el premio', asegura Javier Marías- ha elegido llamarse Duke of Disgrace (Duque de Deshonra), en referencia a su última novela, publicada en España por Mondadori bajo el título de Desgracia. 'Le he explicado el significado en español de la palabra deshonra', dice Marías, 'las connotaciones que en nuestro idioma tiene la palabra y la paradoja que encierra ser Duque de Deshonra, pero no le ha importado. Según me ha dicho, el nombre le parece apropiadamente quijotesco'.
Coetzee fue el más votado -seguido muy de cerca por un cineasta- por 17 de los 18 duques de Redonda. 'Sólo uno no ha podido enviar a sus tres candidatos', afirma Marías, que tiene voz -aunque no voto- en este premio. En una nota emitida ayer en nombre del reino, dice: 'Desde los años sesenta, en que se sirvió de un ordenador Univac 1106 para estudiar la prosa de Samuel Beckett, J. M. Coetzee ha sido un arriesgado explorador del lenguaje. Coetzee ha emprendido una obra de alta originalidad para liberar a la palabra de ataduras. El protagonista de una de sus novelas más premiadas, Esperando a los bárbaros, se somete a una antropología peculiar: es educado por enemigos cuyas costumbres desconoce. La literatura propone un pacto equivalente. Conocer a los otros significa, en cierta forma, desconocernos, relativizar aquello que dábamos por sabido. Las novelas luminosas y desconcertantes de J. M. Coetzee revelan que la verdad es siempre extranjera'.
El jurado, constituido, entre otros, por Pedro Almodóvar, Juan Villoro, Francis Ford Coppola, Agustín Díaz Yanes, Francisco Rico, Eduardo Mendoza, Fernando Savater y Pierre Bourdieu, premia así a un autor cuya visión alcanza, según su compatriota la premio Nobel Nadine Gordimer, 'el centro neurálgico del ser. Lo que él halla ahí es más de lo que la mayoría de las personas sabrán nunca sobre sí mismas'.
Coetzee, ya Duque de Deshonra, ha escrito que imagina a la sociedad a la que ahora pertene 'como una sociedad de artistas, pero también como una asamblea caballeresca de índole puramente hipotética'.