La literatura infantil y juvenil se debate entre la renovación de las formas y el marketing

Dos autoras iberoamericanas y una española han obtenido premios en este género

En el vocabulario de niños y jóvenes no hay medias tintas para referirse a un libro. Menos ahora, cuando la literatura tiene que rivalizar con otros medios de ocio menos exigentes. Una circunstancia que cada vez tiene más en cuenta la organización del Premio Hans Christian Andersen, la International Board on Books for Young People (IBBY), a la hora de entregar su galardón cada dos años. Es una especie de Nobel adjudicado a toda la obra que, en su edición pasada, obtuvo la brasileña Ana María Machado, de 39 años, que acaba de publicar su primer libro después del galardón, titulado ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En el vocabulario de niños y jóvenes no hay medias tintas para referirse a un libro. Menos ahora, cuando la literatura tiene que rivalizar con otros medios de ocio menos exigentes. Una circunstancia que cada vez tiene más en cuenta la organización del Premio Hans Christian Andersen, la International Board on Books for Young People (IBBY), a la hora de entregar su galardón cada dos años. Es una especie de Nobel adjudicado a toda la obra que, en su edición pasada, obtuvo la brasileña Ana María Machado, de 39 años, que acaba de publicar su primer libro después del galardón, titulado Aunque parezca mentira (Anaya), en el cual está presente el sentido de libertad y justicia desde las peripecias de un niño para que le crean que su nuevo amigo puede volar. 'No sólo escribo para ganar más lectores para mí, sino para la literatura', asegura Machado, para quien la buena literatura no admite diferencias de público.

Aunque un buen libro no lo puede hacer todo y es fundamental la ayuda de los padres, recomiendan Norma Huidobro, de 37 años, premiada por Los cuentos del abuelo Florián, y María Blanca Ballester, de 17 años, por Dos gramos de plomo, historias a través de las cuales rinden homenaje a un Quijote que imparte justicia y a la vida de Miguel de Cervantes. Libros que contribuyen a la renovación literaria, fruto de los primeros resultados de las búsquedas estéticas y narrativas de los últimos años. Lejos quedan 'las etapas vividas por países como España, donde los libros infantiles nacían con vocación escolar, como elementos educativos, con historias previsibles, con enseñanzas y modelos de comportamiento tópicos y disfrazados', asegura la autora brasileña. El miedo a la escuela ha pasado. Ahora, añade Huidobro, los escritores se enfrentan al reto de enseñar con naturalidad y sin enmascaramientos desde voces más actuales. 'Que se dejen escuchar'.

Esta liberación de la escuela deja atrás la visibilidad de aquellas costuras que intentan fusionar mundos reales e imaginarios. Ahora la convivencia es natural. Los menores no son subestimados, dice Machado, y la clave está en que no se les debe tratar demasiado como niños o jóvenes. 'Ellos', añade Huidobro, 'siempre quieren ser tratados como grandes, al menos como si tuvieran dos o tres años más'.

Mensajes

Los autores actuales no buscan imitar el mundo de los niños, sino saber cómo les gustaría a ellos que los trataran o les dijeran ciertas cosas. Aunque no por ello los mensajes que suelen llevar los libros son menos importantes, dice Machado. Pero aclara que esos 'mensajes' deben ser el sustrato del libro y no la intención. Para ella, lo importante es que rumbo al desenlace del relato 'al niño hay que mostrarle la belleza del lenguaje, la importancia de las palabras y el sentido de las formas de expresión y de la variedad de expresarse a la hora de contar un hecho'. Aspectos fundamentales en la obra de esta escritora que coincide, además, con Huidobro y Ballester en que a los pequeños hay que respetarles su imaginación: 'Por ejemplo, si un niño dice que ha visto o existe algo, hay que creerle. Porque existe en su mundo, que es tan real y válido como el mundo de las creencias que tienen los adultos'. En cuanto a las formas, la autora brasileña deja claro que sus inquietudes e intenciones son estéticas: 'El arte no se debe poner al servicio de ninguna idea política. La fidelidad debe ser con el arte, el artista y el lector'. Un pasaje de intenciones que suelen tener la mayoría de los creadores pero que está en riesgo, advierten Machado y Huidobro, porque a la vez que afloran los primeros resultados de las rupturas estéticas 'aumenta la presión de los intereses editoriales, que apuestan más por el mercado y lo seguro'.

Al socaire del fenómeno de ventas de 'Harry Potter'

Sobre el fenómeno suscitado por Harry Potter (Salamandra), de J. K. Rowling, las tres autoras iberoamericanas dicen que se sitúa en la línea de 'las novelas para niños y jóvenes bien escritas, con un lenguaje un pelín subido y con elementos y tramas que permiten crear un mapa narrativo similar al que se emplea en las novelas de adultos', explica Huidobro. Aunque aclara que estos textos no tienen muchas innovaciones estilísticas o rupturas, salvo la recuperación de elementos literarios clásicos de las obras infantiles y juveniles. 'Ayudados por una gran campaña de marketing', añade Ana María Machado. Pero con un gran valor, reconocen que los menores están leyendo libros de más de 300 y casi 600 páginas. Y 'todo lo que contribuya a la lectura es positivo', dice María Blanca Ballester. Una autora que también ha utilizado en su novela, Dos gramos de plomo, coordenadas similares a las habituales en las obras dirigidas a los adultos, entre ellas un léxico más rico, formas de expresión más reflexivas, documentación y ambientación de tiempos y espacios. 'He escrito la novela que a mí me hubiera gustado leer a los 15 o 16 años y que estoy segura de que me gustará cuando tenga 25', confiesa Ballester, que aún está estudiando COU, al referirse a la recreación que ha hecho de la vida de Miguel de Cervantes Saavedra.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En