OTOÑO ARTÍSTICO

El Grand Palais evoca la visión del Mediterráneo de 30 artistas

El Grand Palais de París propone, hasta el próximo 15 de enero, una nueva visita a las costas del Mediterráneo a través de 90 cuadros de una treintena larga de artistas que, entre 1850 y 1925, encontraron el paraíso en tierra entre Málaga y Viareggio, aunque con especial predilección por el litoral francés.La peregrinación hacia el Mediterráneo no tiene su arranque en ningún entusiasmo paisajístico. Todo es más simple: el XIX es el siglo de la tisis. El sol, el yodo y las temperaturas benignas fueron estimados agentes eficaces en la lucha contra la tuberculosis. Es otro Mediterráneo que poco t...

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El Grand Palais de París propone, hasta el próximo 15 de enero, una nueva visita a las costas del Mediterráneo a través de 90 cuadros de una treintena larga de artistas que, entre 1850 y 1925, encontraron el paraíso en tierra entre Málaga y Viareggio, aunque con especial predilección por el litoral francés.La peregrinación hacia el Mediterráneo no tiene su arranque en ningún entusiasmo paisajístico. Todo es más simple: el XIX es el siglo de la tisis. El sol, el yodo y las temperaturas benignas fueron estimados agentes eficaces en la lucha contra la tuberculosis. Es otro Mediterráneo que poco tiene pues que ver con el de las exuberantes starlettes de los festivales cinematográficos, el que atrae a los artistas a partir de 1850. Van Gogh, Aiguier, Bonnard, Cross, Derain, Cézanne, Kupka, Monet, Munch o Valtat, de entre los presentes en Mediterranée. De Courbet à Matisse, optaron por acudir a Collioure, Cannes, L'Estaque, Niza o Saintes-Maries-de-la-mer porque era bueno para su salud o para su bolsillo. Luego, una vez ahí, compartieron con los demás -de Renoir a Picasso, pasando por Signac, Sorolla o Bracque- el deslumbramiento ante lo que Charles Garnier define como "el lugar más delicioso para un cuerpo enfermo y una alma triste".

La luz es tema de continuada sorpresa para un buen grupo de artistas venidos del Norte. No por eso dejan de ser ellos mismos. Munch, por ejemplo, pinta una deslumbrante avenida junto al mar, pero, en primer término, no puede renunciar a unas sombras inquietantes; Braque puede encontrarse ante el mismo paisaje de Cézanne, pero eso no le impide seguir obsesionado por el cubismo; de la misma manera que Signac viaja con su puntillismo allí donde vaya, Valloton sigue aplicando la técnica de los colores planos independientemente de estar en Moscú o en Grasse.

Para otros, el Mediterráneo es su casa. Picasso viaja por la mitología como si los faunos aún poblasen las laderas de la montaña de Sainte Victoire, Sorolla transforma todas las bañistas en sirenas y Joaquim Mir concentra su mirada hasta que la costa mallorquina estalla en manchas de colores. Maillol y Dalí logran que sus mujeres ante el azul sean al mismo tiempo estrictamente contemporáneas del pintor e intemporales, eternas.

La exposición está organizada alrededor de nueve áreas temáticas: descubrimiento del paisaje mediterráneo, costas, rocas, mitologías, a través de los árboles, veraneos, ventanas sobre el mar, exuberancias y puertos, pesca y velas.

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