FESTIVAL DEL MILENIO

Alberti, entre una mecedora y un público desinformado

Rafael Alberti merecía más. El concierto con el que el Festival del Milenio, organizado por Concert Studio en Barcelona, cerró su programación el pasado martes por la noche en el Auditori de la capital catalana se presentó a la prensa como un homenaje del guitarrista flamenco Vicente Amigo y del cantante Miguel Bosé al poeta gaditano. Pero el público, que no llegó a llenar el Auditori, no se enteró de que el concierto era un homenaje al poeta recientemente fallecido. El nombre de Alberti no aparecía por ningún lado en el lujoso programa y ni Vicente Amigo ni Miguel Bosé, que probablemente no l...

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Rafael Alberti merecía más. El concierto con el que el Festival del Milenio, organizado por Concert Studio en Barcelona, cerró su programación el pasado martes por la noche en el Auditori de la capital catalana se presentó a la prensa como un homenaje del guitarrista flamenco Vicente Amigo y del cantante Miguel Bosé al poeta gaditano. Pero el público, que no llegó a llenar el Auditori, no se enteró de que el concierto era un homenaje al poeta recientemente fallecido. El nombre de Alberti no aparecía por ningún lado en el lujoso programa y ni Vicente Amigo ni Miguel Bosé, que probablemente no lo sabían, dijeron nada al respecto desde el escenario. Así, quien no conocía que aquellos poemas que recitó Bosé eran de Alberti se quedó a dos velas. Miguel Bosé fue en realidad el gancho usado por el festival para este concierto, previsto inicialmente para el 28 de diciembre y aplazado hasta el pasado martes por una afección gripal de Vicente Amigo, que actuó acompañado por la Orquesta Sinfónica de Sant Cugat del Vallès.

El protagonista real del concierto fue Vicente Amigo, que presentó en Barcelona Poeta. Concierto flamenco para un marinero en tierra, partitura creada por él en 1992, que el propio guitarrista llevó al disco con Bosé y la Orquesta de Córdoba y que obtuvo el premio Max en 1998. Pese a ello, fue Miguel Bosé el que recibió las ovaciones más calurosas después de recitar cada uno de los poemas de Alberti cómodamente sentado en una mecedora entre los diferentes bloques musicales. Las lecturas de Bosé fueron satisfactorias, le faltó algo de fuego, pero en realidad su presencia no pasó de la pura anécdota decorativa.

La de Amigo es una de las grandes guitarras del momento. Su flamenco ahonda en lo más jondo sin olvidar nunca una modernidad perfectamente entendida. En la primera parte lo demostró ampliamente. Si el concierto hubiera acabado ahí, habría sido una noche gloriosa, pero en la segunda, con la interpretación de Poeta todo cambió. La música suena acartonada, falta de vida, y ni siquiera las intervenciones solistas de Amigo consiguen salvar la papeleta.

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