Editorial:

Menos peces

EL CONSEJO de Ministros de Pesca de la Unión Europea ha aprobado, tras largas y tensas discusiones, una importante reducción de las capturas pesqueras para el año 2000. Pese a la habitual tendencia de cada Estado miembro a defender exclusivamente sus intereses a corto plazo y procurar mitigar en lo posible las reducciones de pesquerías en sus zonas de actividad, en esta ocasión los recortes son bastante más espectaculares que en el pasado. En el caso español, el recorte total supera el 9%, aunque puede corregirse en función de la evolución de la reproducción de la anchoa. El recorte es especia...

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EL CONSEJO de Ministros de Pesca de la Unión Europea ha aprobado, tras largas y tensas discusiones, una importante reducción de las capturas pesqueras para el año 2000. Pese a la habitual tendencia de cada Estado miembro a defender exclusivamente sus intereses a corto plazo y procurar mitigar en lo posible las reducciones de pesquerías en sus zonas de actividad, en esta ocasión los recortes son bastante más espectaculares que en el pasado. En el caso español, el recorte total supera el 9%, aunque puede corregirse en función de la evolución de la reproducción de la anchoa. El recorte es especialmente significativo en los pescados de mayor consumo o valor añadido, como el bacalao (19%), la merluza (18%) o el rape (18%).Pero es el caso, sobre todo, de la anchoa del Cantábrico, sobre la cual pesan graves problemas de reproducción, al decir de los científicos, hasta el punto de recomendar que se suspenda su pesca. Los ministros han aceptado una drástica reducción de la captura de anchoa en el Cantábrico, que en el caso de la cuota española supone reducir a la mitad la que disponía este año, aunque con el compromiso de aumentarla en el segundo semestre del 2000 si los estudios científicos no aconsejan lo contrario. También el bacalao del mar de Irlanda, una zona en la que no hay buques españoles, ha sufrido recortes igualmente espectaculares, de hasta el 62%.

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Pese al comprensible alarmismo que estos recortes pueden provocar en las opiniones públicas y las protestas que sin duda seguirán suscitando en el sector pesquero en los próximos días, el problema de la rapiña de los recursos pesqueros debe estar en primera fila a la hora de analizar con frialdad el futuro de la pesca. No limitar la actividad pesquera allí donde los hombres de ciencia lo aconsejan puede ser la solución política más fácil, pero no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana.

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España es la principal potencia pesquera europea. Cualquier disminución de las capturas tiene repercusiones inmediatas en las tres comunidades más tradicionalmente ligadas a esta actividad: Andalucía, Galicia y el País Vasco. Pero la solución no está en cerrar los ojos y hacerse a la mar a pescar como sea y lo que sea, sino en respetar los acuerdos firmados en la Unión Europea y contribuir, allí donde sea necesario, a que los pescadores y todos los que dependen de esta actividad vivan con dignidad a la espera de tiempos mejores. Esos tiempos no llegarán nunca si entre todos seguimos abusando de la producción pesquera. El pescado, al decir de los científicos, parece destinado a convertirse en un bien escaso y caro. Por desgracia para todos.

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