Farid Payá recupera el sentido y la forma de la tragedia clásica

El autor, dramaturgo y director franco-iraní Farid Payá acude por primera vez a Madrid, (antes visitó Mérida en dos ocasiones y con otros tantos espectáculos), con su macroespectáculo más ambicioso: La sangre de los labdácidas, un montaje con música de Michel Musseau. Esta obra no sólo recupera la tradición teatral de los griegos de ofrecer cuatro obras (tres tragedias y un drama lírico) que conformen una unidad escénica, sino también la de incorporar música y danza al espectáculo.

Son obras que Payá utiliza para hablar de la sangre y del tiempo, para lo que toma una fábula que transita...

El autor, dramaturgo y director franco-iraní Farid Payá acude por primera vez a Madrid, (antes visitó Mérida en dos ocasiones y con otros tantos espectáculos), con su macroespectáculo más ambicioso: La sangre de los labdácidas, un montaje con música de Michel Musseau. Esta obra no sólo recupera la tradición teatral de los griegos de ofrecer cuatro obras (tres tragedias y un drama lírico) que conformen una unidad escénica, sino también la de incorporar música y danza al espectáculo.

Son obras que Payá utiliza para hablar de la sangre y del tiempo, para lo que toma una fábula que transita por la historia de tres generaciones que Sófocles abordó en sus textos Edipo Rey, Edipo en Colona y Antígona. Por si quedaban dudas Payá lanza tajante: "Froid está equivocado, utilizó a Edipo para el psicoanálisis, pero su teoría no se puede aplicar a Sófocles".Pero el origen de esta saga se encontraba en una pieza, hoy perdida, aunque se sabe que existió, que Payá ha reescrito en un intento de meterse en el pellejo y en la palabra del autor griego. De ahí que Layo sea la primera entrega de la tetralogía, la que se sitúa en un mundo arcaico. Las otras tres obras simbolizan la civilización real, la civilización renaciente y el mundo moderno. El paso del tiempo también se refleja en el vestuario, en la escenografía y especialmente en un árbol que planta Layo y terminará sirviendo de tumba a Antígona. De toda esa evolución también se desprende que cada pieza representa una estación del año.

Dos partes

Mientras Payá en el Théâtre du Lierre, que dirige desde que lo fundara en París en 1980, ha llegado a ofrecer la versión completa de ocho horas de duración, aquí en Madrid, se ofrece en dos partes. La venida a España de La sangre de los labdácidas supone una colaboración entre dos populares festivales el de Madrid Sur y el de Otoño, ya que ambos han aunado esfuerzos para traer este espectáculo que está impactando en el mundo teatral europeo.

Primero se representará mañana domingo y pasado lunes dentro del IV Festival Internacional Madrid Sur, una muestra que se celebra en cinco poblaciones del cinturón sur de Madrid, que este año se ha centrado en la memoria y desarraigo. La tetralogía de Payá se presentará primero en el Teatro García Lorca, de Getafe, (Madrid), y posteriormente, los días 5 y 6 de noviembre, en el Círculo de Bellas Artes, dentro de la programación del Festival de Otoño de Madrid. En ambas ciudades se dedicará el primer día de representación para ofrecer las dos primeras piezas, Layo y Edipo Rey, y el segundo para Edipo en Colona y Antígona.

Como dice José Monleón, experto teatral y director del Festival Madrid Sur, el director Fardi Payá ha construido un método y una concepción de abordar el teatro totalmente novedoso. No sólo por el hecho de dejar al actor en el centro del escenario, como eje sobre el que gira todo, sino también por cómo ha incorporado la música y el canto como posibilidad de expresar un sentimiento en una dimensión a la que no se llega con la palabra.

Payá retoma las formas de representación que se daban en la Grecia clásica, donde en las tragedias también había sitio para el baile y la fiesta popular: "Acababan mal, pero no podía ser siniestra y además se impregnaban de lo más vital del mundo", comenta.