La lección de anatomía

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En la gran foto de Ramón y Cajal que preside la sala que lleva su nombre del Colegio de Médicos (y donde se celebró la rueda de prensa de los modistas disidentes) se ve al gran científico con un muerto en la camilla al que pone la mano sobre el corazón inerte como si quisiera reanimarlo. Es una buena metáfora de la pasarela Cibeles, un útil modelo al que, entre todos, dejaron fallecer y que ahora, al parecer también entre todos, intentan resucitar y reflotar de un desastre acumulativo de despropósitos profesionales. Lo que se había mantenido exclusivamente en la comidilla del sector, de pronto, se hizo público cuando importantes nombres abandonan el entorno oficial pasando a una dura actitud contestataria. Los modistas no querían injerencias en su terreno, y menos sentirse tutelados por la diosa Incompetencia. Ahora la llamada disidencia tiene la sartén por el mango y la ocasión la pintan calva para decirle a la Pasarela: "Levántante y corre que pierdes el tren". Todo está por hacer, es un acierto que recitan ambos bandos, cuando todos parecen entender la importancia del foro agonizante al que quieren apresuradamente vestir con galas sanas y futuribles.

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