La historia, el presente y el futuro

No acudieron los casi 2.000 miembros que tiene ya la Fundación Pro Real Academia, pero el salón de actos estaba lleno hasta arriba, y los sillones rojos aparecían colmados de académicos (hubo comisión por la tarde, y allí andaban Ayala, Anson, Cebrián, Lledó, Lázaro Carreter, Cela, Sampedro, Marías, Buero, Ynduráin y Bosque, entre muchos otros). Hubo colas en la calle, esperando para entrar, y camaradería entre los académicos antes del acto, en la Sala de Pastas, que lo es también de jamón entreverado y de whisky escocés. Ya dijo Lázaro Carreter que la casa "ya no es sólo un club hierático...

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No acudieron los casi 2.000 miembros que tiene ya la Fundación Pro Real Academia, pero el salón de actos estaba lleno hasta arriba, y los sillones rojos aparecían colmados de académicos (hubo comisión por la tarde, y allí andaban Ayala, Anson, Cebrián, Lledó, Lázaro Carreter, Cela, Sampedro, Marías, Buero, Ynduráin y Bosque, entre muchos otros). Hubo colas en la calle, esperando para entrar, y camaradería entre los académicos antes del acto, en la Sala de Pastas, que lo es también de jamón entreverado y de whisky escocés. Ya dijo Lázaro Carreter que la casa "ya no es sólo un club hierático dispensador de honores y teatro de solemnidades".

Para demostrarlo, con los intervinientes Alcalá Zamora y Vargas Llosa formalmente preparados para leer ante sus atriles, abrió el acto el director de la Academia, Víctor García de la Concha, que agradeció a la fundación la buena marcha de los diferentes programas que financia (en 1999 aporta 131 millones de pesetas, el 40% del presupuesto total).

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Sentado junto al gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, a la sazón presidente del Patronato de la Fundación (el presidente honorario es el Rey), De la Concha habló de varios proyectos: del Gran Banco de Datos del Español, que lleva ya, dijo, 180 millones de registros inscritos; de la revisión del Diccionario, que estará lista para el 2001; de los "sorprendentes instrumentos tecnológicos", que han convertido la casa en "uno de los principales institutos lexicográficos del mundo". Además, anunció para el 6 de mayo la nueva edición de la Ortografía, realizada en colaboración con las 21 academias latinoamericanas.

Historia de la Academia

Luego tomó la palabra Rojo, que destacó que el número de miembros de la fundación ha aumentado considerablemente en el último año (de 1.010 a casi 1.800), y llegó el turno de Alonso Zamora Vicente, que había saludado al gobernador a la voz de "¿le han dado ya el ladrillo?". Se refería al tomo de 700 páginas que presentaba ayer. El célebre filólogo ha tardado "entre siete y nueve años" en elaborarla, le ha dado "muchos disgustos", pero ya está aquí. Su Historia de la Academia Española recorre casi tres siglos de actividad, esboza pequeñas biografías de todos los académicos que fueron y son, refleja su vida editorial, la crítica social ("cómo nos vieron desde fuera"), no evita tocar sambenitos como "el problema de las mujeres", dedica un capítulo a explicar lo que es La Casa Museo de Lope de Vega y demuestra, afirma, que "los académicos ni estamos en las nubes ni vivimos en la gloria: todo lo que pasa fuera repercute aquí". Quejoso por la excesiva cortesía de sus antecesores, que "se limitaban a enunciar" sucesos importantes sin entrar a valorarlos, Zamora Vicente contó que ha debido de buscar fuentes de atmósfera fuera de la casa, y que en esa labor ha encontrado una nueva tarea: escribir la otra historia de la Academia, "la otra cara, la otra esquina". Está en ello, pero no promete nada: "Que uno ya no trabaja como trabajaba".

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