Crítica:TEATRO

Eva pasa

Gaulier es maestro de payasos y de mimos, de actores de la Commedia dell"Arte, en la Escuela Lecoq, de París; también se enseña allí a escribir para el teatro, aunque no creo, por cómo es el texto que firma para esta función, que sea él quien lo enseña; y es mas probable que haya tomado él algunas lecciones.De este maestro sale la interpretación sobreactuada de Nathalie Seseña, donde el gesto ampuloso del que explica con los brazos y con las manos, de la retórica del mimo, se une con una voz incesante y llamativa, cantarina, con la que se huye de la monotonía. El monólogo busca también otros e...

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Gaulier es maestro de payasos y de mimos, de actores de la Commedia dell"Arte, en la Escuela Lecoq, de París; también se enseña allí a escribir para el teatro, aunque no creo, por cómo es el texto que firma para esta función, que sea él quien lo enseña; y es mas probable que haya tomado él algunas lecciones.De este maestro sale la interpretación sobreactuada de Nathalie Seseña, donde el gesto ampuloso del que explica con los brazos y con las manos, de la retórica del mimo, se une con una voz incesante y llamativa, cantarina, con la que se huye de la monotonía. El monólogo busca también otros elementos de diversión o de relatos dentro del relato. Se puede ver mas bien como un ejercicio de escuela o de una aplicación de la dramaturgia, que como una obra de creación, pensada y realizada desde la altura de la literatura dramática.

El innombrable

De Philippe Gaulier, versión de Carla Mateini. Interprete, Hathalie Seseña. Escenografía y vestuario, Soledad Seseña. Iluminación, Josep Solbes.- Festival de Otoño. Teatro Alfil

La historia que cuentan es la de Eva. No solo la desgraciada madre de todos a la que se infligió la prohibición y el castigo, sino de una manera global y genérica, la historia de la mujer, en la que aparecen también algunas ilustraciones de Antígona y de María (la de José, la mujer del carpintero, tan aburrido, dicen en la obra: siempre hablando de la madera...).

Es una pieza feminista antigua implacable. Digo antigua por cómo sitúa la enemistad hombre-mujer como un absoluto, dentro de la cual el hombre es intrínsecamente malo y la mujer buena y víctima. Las chicas ríen y aplauden mucho, los chicos hacen como que están de acuerdo en el panfleto, o quizá lo estén realmente. Y entre todos aprecian el esfuerzo de la actriz y del autor complaciente.

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