Saramago y Sampedro alertan contra los peligros de la globalización técnica

Los escritores piden un regreso a la palabra

Son casi de la misma quinta, tienen casi el mismo nombre, comparten incluso las iniciales, ejercen el mismo oficio con éxito parecido y tardío -aunque Sampedro se declaró de salida "telonero de varietés del premio Nobel"- y, más importante, tienen una visión del mundo similar. José Luis Sampedro y José Saramago coincidieron ayer en la Casa de América de Madrid para inaugurar el ciclo de tres conferencias que organiza la Agencia Estatal de Cooperación Internacional (AECI) y se pusieron de acuerdo en casi todo: la globalización capitalista, "totalitaria", amenaza de muerte al pensamiento y la re...

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Son casi de la misma quinta, tienen casi el mismo nombre, comparten incluso las iniciales, ejercen el mismo oficio con éxito parecido y tardío -aunque Sampedro se declaró de salida "telonero de varietés del premio Nobel"- y, más importante, tienen una visión del mundo similar. José Luis Sampedro y José Saramago coincidieron ayer en la Casa de América de Madrid para inaugurar el ciclo de tres conferencias que organiza la Agencia Estatal de Cooperación Internacional (AECI) y se pusieron de acuerdo en casi todo: la globalización capitalista, "totalitaria", amenaza de muerte al pensamiento y la rebeldía; la palabra y la reflexión están en crisis; la aceleración tecnológica y biológica supone que el futuro es una incógnita que asusta, pero hay que tener esperanza: "La novela no ha muerto".Más o menos ésas fueron las conclusiones de un debate que tenía enunciado de antemano: El idioma, el escritor y el libro, ¿tres víctimas del próximo milenio?, y que congregó a unas 400 personas (muchas se quedaron fuera). El moderador, Rafael Conte, subrayó los parecidos entre los dos autores ("compromiso político, peregrinación intelectual hacia el análisis del dolor y el sufrimiento para pedir más justicia; inquietud por explorar el tiempo y la historia..."), y Sampedro tomó la palabra para declararse un "ignorante predigital". Luego dijo que el libro es sólo un soporte cuyo futuro no le preocupa ("mientras haya relatos, habrá soporte"), aunque la pantalla tiene un defecto: "No permite tocar, acaricar las páginas, oler los libros". Respecto al idioma, lo mismo: "El inglés está bien para trabajar. Pero para sentir y amar, hay que hablar en el idioma propio". Y en cuanto al escritor... "El mundo está ahí y no se puede describir. Sólo interpretar. Y para eso están los novelistas". Conclusión: "¡Pero quién sabe nada con esta vertiginosa revolución técnica y biológica en la que los medios determinan los fines!".

Saramago también entró en materia a toda máquina. "El problema no es el inglés, sino el empobrecimiento de nuestros idiomas. Cada vez hay más analfabetos funcionales. Manda la imagen, el ruido, la propaganda. Se borran los escenarios complejos, se pierden los sentimientos. El libro es necesario: sobre un disco duro no se puede llorar. Casi nadie disiente ya de nada, pero si no pensamos en lo que somos y lo que queremos ser, quién sabe en qué perversiones económicas y técnicas nos harán creer los capitalistas totalitarios".

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