Un congreso sobre Rosa Chacel identifica a la escritora con la modernidad europea

Julián Marías y Claudio Guillén coincidieron ayer en definir a Rosa Chacel (1898-1994) como una excelente narradora que se anticipó a su época con una prosa precisa y de gran imaginación. Ayer se inició en la Universidad de Valladolid el congreso internacional Rosa Chacel, una mujer del siglo XX, que reunirá hasta el próximo viernes a novelistas, amigos y estudiosos de esta escritora nacida en Valladolid, como Carmen Martín Gaite, Andrés Trapiello, Gustavo Martín Garzo, Clara Janés, Luis Antonio de Villena, José Luis Borau y Francisco Pino, entre otros. Claudio Guillén, profesor de Litera...

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Julián Marías y Claudio Guillén coincidieron ayer en definir a Rosa Chacel (1898-1994) como una excelente narradora que se anticipó a su época con una prosa precisa y de gran imaginación. Ayer se inició en la Universidad de Valladolid el congreso internacional Rosa Chacel, una mujer del siglo XX, que reunirá hasta el próximo viernes a novelistas, amigos y estudiosos de esta escritora nacida en Valladolid, como Carmen Martín Gaite, Andrés Trapiello, Gustavo Martín Garzo, Clara Janés, Luis Antonio de Villena, José Luis Borau y Francisco Pino, entre otros. Claudio Guillén, profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Harvard, explicó que en la obra de Chacel se manifiestan "con sobrecogedora vehemencia súbitas iluminaciones o revelaciones de lo inexplicable y de lo hondamente significativo que son a la postre experiencias fugaces pero inolvidables y decisivas". La obra de la escritora es para Claudio Guillén una escritura rica, tupida y simplificante, que se sitúa "en el ámbito enigmático del dinamismo de pensar y escribir que alienta a los personajes que la experimentan".

La novela de Rosa Chacel es para Guillén "un arrebato incesante, el suceder y el sucederse progresivos de una investigación en crescendo, un proceso especulativo en la razón de ser del relato. Lo primordial en su obra es la inminencia de la inteligencia de los acontecimientos y entornos, de una verdad que como tal, es decir, no como cosa sino como enunciado humano, se realiza a través del lenguaje", señaló Guillén. "Ahora bien", aclaró, "sería una equivocación pensar que los sucesos externos y los objetos no son importantes en la escritura de nuestra autora". Sus relatos ocupan las dimensiones tradicionales del género novelesco: espacios envolventes, casas, calles, ciudades mitificadas, "la presencia constituyente de unas condiciones sociales y económicas, con las cuales se complican unos personajes que no existirían ni sentirían, ni pensarían en el vacío".

En este repaso a la vida y obra de la escritora, Claudio Guillén afirmó que Rosa Chacel estuvo muy identificada con la modernidad europea de los años veinte, a la vez que sintió predilección por Flaubert "al margen de que en alguna ocasión afirmó desentenderse de los novelistas del XIX". Pocos escritores, según Guillén, han sentido y dramatizado mejor que Rosa Chacel la opacidad de los seres humanos.

Para el académico Julián Marías, cuya amistad con Rosa Chacel se extendió a lo largo de más de 50 años, la escritora era ante todo una narradora a pesar de su temple poético, a la vez que se refirió también al riesgo que amenaza a los escritores muertos en el aspecto de que "se publique todo papel, anque sean las cuentas de la lavandería, lo cual puede hundir a muchos autores". Marías dijo también que Chacel es uno de los principales españoles de nuestro siglo, que no fue conocida ni popular, "pero es insustituible".

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