Cartas al director

Campo de refugiados

Durante un mes, este verano, he estado trabajando como voluntaria en un campo de refugiados en Pula (Croacia) a través de la organización Suncokret, una ONG creada durante la guerra para ayudar a refugiados y desplazados, y que se diferencia de otras en que no considera que el trabajo había terminado sólo porque se firmó un acuerdo de paz. Es un error pensar que porque ya no hay guerra en Croa-cia se han terminado las necesidades de la gente; todavía hay muchas personas viviendo en campos de refugiados y en condiciones que dejan bastante que desear.En el que yo he estado (que pertenece al Gobi...

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Durante un mes, este verano, he estado trabajando como voluntaria en un campo de refugiados en Pula (Croacia) a través de la organización Suncokret, una ONG creada durante la guerra para ayudar a refugiados y desplazados, y que se diferencia de otras en que no considera que el trabajo había terminado sólo porque se firmó un acuerdo de paz. Es un error pensar que porque ya no hay guerra en Croa-cia se han terminado las necesidades de la gente; todavía hay muchas personas viviendo en campos de refugiados y en condiciones que dejan bastante que desear.En el que yo he estado (que pertenece al Gobierno croata, no a Suncokret) está formado por tres antiguos edificios militares: en uno de ellos están los inválidos; en otro, ancianos, y en el tercero, familias, principalmente bosnias, apiñadas en pequeñas habitaciones mientras esperan (algunas ya durante seis años) poder volver a casa. Pero el problema es que sus casas están todavía ocupadas por familias serbias. La esperanza que queda es que algún día los Gobiernos de Serbia, Bosnia y Croacia se sienten a negociar sobre el retorno de los refugiados.

Las necesidades de la gente son muchas, hay muy pocas enfermeras trabajando y esto tiene consecuencias tan increíbles como que los inválidos reciben una ducha una vez por semana. Hay una enorme falta de higiene, las bolsas de basura se amontonan en grandes contenedores en los patios, los gatos se pasean entre ellas y luego los niños juegan con los gatos.

Quizá una solución temporal que mejorase las condiciones de vida de estas personas sería un incremento por parte del Gobierno croata del dinero destinado al mantenimiento de los campamentos (difícil). Tampoco estaría mal que la ONU aumentase la cuantía de las donaciones que, con este fin, da al Gobierno croata.

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Suncokret, por su parte, depende del dinero que recibe de empresas, personas individuales, ACNUR... Con este dinero lleva a cabo proyectos para jóvenes o mujeres que viven en los campamentos. Su labor es muy importante, pero la falta de fondos suficientes está poniendo en peligro que puedan continuar.

Si te interesa evitar esta situación, por favor, ponte en contacto con ellos: Suncokret Central Office. Sortina 1c. 10000 Zagreb (Croacia).- . .

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