Tribuna:

A expensas de la cámara

Lo que de mayor fascinación tiene la foto es ese punto en que a la muerte se la siente suspendida. Aplazada un instante para ser captada y dar la cara al flash. Frente a frente, la muerte y la foto se desafían en un lance de poder. Pero ¿qué sucede además cuando, como en esta exposición, el poder de la foto frente al poder de la muerte busca además constancia de la imagen del poder? El triángulo se decide en un punto donde el personaje fotografiado queda por entero a expensas de la cámara y, como era de esperar, sólo subsiste si la película le condona la carne por la gloria, el cuerpo p...

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Lo que de mayor fascinación tiene la foto es ese punto en que a la muerte se la siente suspendida. Aplazada un instante para ser captada y dar la cara al flash. Frente a frente, la muerte y la foto se desafían en un lance de poder. Pero ¿qué sucede además cuando, como en esta exposición, el poder de la foto frente al poder de la muerte busca además constancia de la imagen del poder? El triángulo se decide en un punto donde el personaje fotografiado queda por entero a expensas de la cámara y, como era de esperar, sólo subsiste si la película le condona la carne por la gloria, el cuerpo por la planta y el gesto por una rúbrica sin terminar. En los otros casos el protagonista perece en el revelado y de la peor manera: como un muerto que transparenta su debilidad y al fin, muerto incluso, es pusilánime. De uno y otro expediente participa la galería de políticos que ha reunido la Fundación de Telefónica con el cuidado de una comisaria tan delicada como Rosa Olivares. En esa serie de retratos que vienen- desde 1898, una parte de sus participantes ha fallecido doblemente ante las cámaras mientras otros se han vanagloriado ante ellas y resucitado firmes y en pie. Son, por lo común, los de mayor porte autoritario y macho los que mejor enfilan al objetivo y también los que al cabo terminan tan enteros como piezas de fundición. A los más humanos, sin embargo, la foto les lame una porción de sangre y reaparecen en el claroscuro de la imagen como afectados de una lenta enfermedad en la espina dorsal. El hombre es un ser para la muerte; el hombre es un ser para la foto. No hay más que ver lo bobamente vivos que aparecen los flamantes miembros de un Gobierno ante las puertas de La Moncloa y lo gravemente. póstumos en que mudan sus semblantes unos años después.De otra parte, este país denota estar tan obsesionado con la política que no parece existir otra historia nacional que la de sus generaciones, sus bufidos, sus discursos y sus manchas en la piel. Eso es, a grandes rasgos, la exposición que conmemoraba el aniversario de Efe y así es, explícitamente, la que puede visitarse en Fuencarral 3. Políticos por todas partes. Unos buenos y otros malos, pero cerrando los ojos el universo español parece un poblado de fantasmas sobre el que peroran, eructan, fuman, se rascan o decretan unos señores ante cuyos cuerpos la cámara se para. Después viene esta ristra de personalidades entre próceres y militones emocionada por el tiempo y a cuya cola se suma el desgarbado elenco actual al que tan difícil cuadran los hermosos mármoles de estas fotos.

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