Editorial:

Tardía e insuficiente

ESCAPANDO A una muerte por inanición, o a otra por bombardeos y disparos, un río humano de cientos de miles de refugiados hutus ruandeses se ha puesto en movimiento para regresar desde el este de Zaire a su país, de donde huyeron en 1994 tras unos enfrentamientos que se saldaron con medio millón de muertos. Seguramente han elegido el menor de los peligros. Y es lo mejor que podía pasar, aunque ahora es necesario que Ruanda mantenga abierta su frontera para este retorno masivo y evitar así un tapón que tendría consecuencias dramáticas. Como solicita el Gobierno ruandés, se ha de asegurar tambié...

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ESCAPANDO A una muerte por inanición, o a otra por bombardeos y disparos, un río humano de cientos de miles de refugiados hutus ruandeses se ha puesto en movimiento para regresar desde el este de Zaire a su país, de donde huyeron en 1994 tras unos enfrentamientos que se saldaron con medio millón de muertos. Seguramente han elegido el menor de los peligros. Y es lo mejor que podía pasar, aunque ahora es necesario que Ruanda mantenga abierta su frontera para este retorno masivo y evitar así un tapón que tendría consecuencias dramáticas. Como solicita el Gobierno ruandés, se ha de asegurar también la llegada de ayuda humanitaria para evitar que el desastre se traslade de Zaire a Ruanda.El contexto ha cambiado con tal rapidez que la in tervención humanitaria aprobada por la ONU cuando esta nada humana había comenzado se ha quedado ya en parte desfasada y coja. Uno de sus objetivos -un regreso ordenado y libremente aceptado de los refugia dos a su país- se está cumpliendo de forma autónoma. Pero falta otro: el desarme de las milicias en la zona. Y queda el objetivo principal: asegurar la llegada efectiva de ayuda humanitaria a los refugiados, utilizando para ello "todos los medios necesarios". Si finalmente se lleva a cabo, esta intervención militar tendrá que tener un alto grado de improvisación, lo que aumenta sus riesgos. No es de extrañar que EE UU esté reconsiderando sus planes para, si acaso, modificarlos.

Lo que pretende ser una intervención humanitaria puede acabar en muy poca cosa o en una acción de guerra. Los milicianos hutus, que al parecer han mantenido como rehenes a buena parte de los refugiados, generando así esta tragedia humanitaria, anidan aún probablemente entre ellos, y será difícil hacer una criba o ignorarlos. El ataque de que han sido objeto por parte de los rebeldes tutsis puede haber servido para desbloquear la situación en algunos campos de refugiados. Pero la lucha por el control de la ayuda alimentaria puede hacer renacer nuevos enfrentamientos. Ruanda se ha declarado contrario a la intervención internacional, lo que complica aún más la situación. No le falta razón a Emma Bonino, la comisaría europea encargada de la ayuda humanitaria, cuando se queja de la insuficiencia del mandato dado por la ONU a la fuerza multinacional que se está constituyendo. Una fuerza que aún puede resultar necesaria, aunque probablemente tenga que revisar sus objetivos.

A esta fuerza aportará España un contingente militar que se integrará probablemente con el destacamento estadounidense. Se prevé que esta fuerza no estará operativa hasta dentro de varios días, con lo que la situación puede haber cambiado de nuevo. La resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas parece más dirigida a afrontar la crisis de anteayer -aún viva, pues quedan cientos de miles de refugiados en el este de Zaire a los que hay que ayudar- que a resolver los problemas de hoy o de mañana. Si la intervención en Ruanda se cerró en falso en 1994, ésta puede correr una suerte similar incluso antes de iniciarse. Hay que asegurarse de que no sea así.

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