Campano: "Pinto a oscuras y de negro"

El artista recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas por el rigor de su producción

"Me considero un pintor decadente", declaró ayer Miguel Ángel Campano después de conocer que había recibido el Premio Nacional de Artes Plásticas 1996, recién llegado a su casa del mercado del pueblo de Sóller, Mallorca, en cuyas afueras vive amurallado por montañas verdes y grises de naranjos, rocas y olivos. Ahora tiene ganas de pasearse, ver a la gente y reponerse tras pasar cuatro meses sin pintar. Se reconoce como un viajero que ha "estado al lado de la muerte", debido a un derrame cerebral que le dejó temporalmente hemipléjico y del que ha sido operado hace poco en Madrid. "Cuando te met...

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"Me considero un pintor decadente", declaró ayer Miguel Ángel Campano después de conocer que había recibido el Premio Nacional de Artes Plásticas 1996, recién llegado a su casa del mercado del pueblo de Sóller, Mallorca, en cuyas afueras vive amurallado por montañas verdes y grises de naranjos, rocas y olivos. Ahora tiene ganas de pasearse, ver a la gente y reponerse tras pasar cuatro meses sin pintar. Se reconoce como un viajero que ha "estado al lado de la muerte", debido a un derrame cerebral que le dejó temporalmente hemipléjico y del que ha sido operado hace poco en Madrid. "Cuando te meten la mano en la cabeza sufres un gran bajón en tu potencia física", explica. Y bromea: "Pinto a oscuras y de negro".

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"Últimamente sólo pinto con negro", manifiesta Campano (Madrid, 1948), de quien el jurado destacó "su decisiva contribución al debate de la nueva pintura española" y "el rigor y la valentía con las que ha desarrollado una obra en la que se alían ejemplarmente construcción y expresividad". El premio, otorgado por el Ministerio de Cultura, está dotado con cinco millones de pesetas. "Mis cuadros no tienen símbolos, ni caras", añade el artista. "He suprimido muchas cosas: los pintores del pasado, las referencias de la historia, el propio paisaje". Amortizadas desde hace varios años estas claves clásicas que se evidenciaron en sus diferentes épocas posfigurativas, Miguel Ángel Campano abunda en recrear las imágenes monocromáticas, las variaciones de una monografía sin fin.En esta dedicación plana, el artista señala que hay razones concretas pero que son distantes en el tiempo de su accidente cerebral: "En los cuadros y en el negro hay algún tipo de reflexión en torno a la muerte, inevitablemente. El negro en sí es muy simbólico, pienso. Esta pintura es como una referencia al lado de la muerte".

Huida física

Pintar de pie, en las alcobas de la huida física, es para Campano una respuesta sobrevenida, acelerada por, el entorno vital: "Gran parte de la angustia que sufrimos los humanos se debe a la conciencia que tenemos de que nos vamos a morir. Cuando más maduro eres, tienes la muerte más cerca. Se mueren amigos tuyos y va viviendo más cerca de ti la muerte".

Campano niega militar en la espuma de los movimientos plásticos porque "hace veinte años que se dice que las vanguardias no existen y que ahora somos todos conservadores porque no se puede ser vanguardista. Yo me considero un decadente, un manierista. Hasta que la sociedad no pegue una gran evolución, tremenda, no se podrá pedir a la mente una concepción diferente del mundo. Poco a poco pasará que la manera de pintar de los artistas irá cambiando, pero no por algo provocado, ni programado".

El flamante premió Nacional de Artes Plásticas es, de entre los autores de su cuadrilla -como Barceló y Sicilia, que viven también en Mallorca-, el que trabaja con menos compromisos, gracias a la programación muy espaciada de exposiciones. Tras la última muestra de Barcelona, Campano trabaja sin la urgencia de cumplir con la agenda o concluir una gran serie de obras. Reconoce que no ha cambiado plásticamente por haber estado al lado de la muerte, y asegura que "la experiencia de la muerte no la tiene nadie; lo único que se tiene es el presentimiento".

Se reconoce, sin embargo, un artista convaleciente. Es como un creador lesionado que' se recupera moviéndose en los pequeños tamaños. "Tuve un derrame, una cosa congénita", dice. "La experiencia es muy extraña, se parece en ciertas cosas las expresadas por los conceptuales austríacos, que salían con vendas. Ahora he empezado con tamaños muy moderados, pequeños, porque he apreciado que mi potencia física ha bajado considerablemente, de momento. La cabeza es algo que se recupera muy lentamente cuando te meten la mano dentro. Hay un bajón tremendo de energía y no puedo meterme a hacer los cuadros de tres metros que hacía antes".

Miguel Ángel Campano sabe que en otras ocasiones estuvo al límite del premio, y ahora se muestra sarcástico al recordar que es el primer galardonado con el nuevo poder político. "Es una boutade, pero esta mañana he pensado: 'Se han enterado de que he estado a punto de diñarla y ahora se tendrán que quedar con las ganas' de darme el premio después de muerto".

"Cuando me dio eso", añade Campano refiriéndose a su enfermedad, "fue como estar con la muerte. Hubo un pequeño intervalo que era muy tremendo, me quedé paralítico, hemipléjico, con un hemisferio del cerebro afectado. Después, cuando no corría ningún peligro, he escrito mis reflexiones. Pintar alrededor de la muerte es una contradicción porque lo que buscamos los artistas es la inmortalidad".

El lunes trabajó hasta pasada la medianoche. Es anárquico en su actividad y explica que empieza a pintar, en esta época introspectiva, cuando la luz solar desaparece y se queda a oscuras.

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