Cabrera Infante cuenta en Madrid sus vivencias con el cine.

La semana dedicada al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, organizada en la Casa de América por la Agencia de Cooperación Internacional, concluyó el pasado jueves con una mesa redonda a la que puso colofón el propio escritor desgranando entrañables anécdotas sobre sus recuerdos habaneros y su relación con el séptimo arte, tema de esa última mesa en la que intervinieron el periodista Angel Sánchez Harguindey, el filósofo Fernando Savater, el novelista Vicente Molina Foix y el cineasta Fernando Trueba. A pesar de este final feliz que doró el ágil verbo del propio Cabrera Infante, las sesio...

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La semana dedicada al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, organizada en la Casa de América por la Agencia de Cooperación Internacional, concluyó el pasado jueves con una mesa redonda a la que puso colofón el propio escritor desgranando entrañables anécdotas sobre sus recuerdos habaneros y su relación con el séptimo arte, tema de esa última mesa en la que intervinieron el periodista Angel Sánchez Harguindey, el filósofo Fernando Savater, el novelista Vicente Molina Foix y el cineasta Fernando Trueba. A pesar de este final feliz que doró el ágil verbo del propio Cabrera Infante, las sesiones que habían comenzado el día 4 no estuvieron libres de la polémica política que arrastra el escritor por donde va, y los coloquios dieron oportunidad a los interesados de ahondar en una de las trayectorias más brillantes de la literatura hispanoamericana del siglo XX.

El miércoles 6 fue especialmente movido cuando el editor Valerio Riva se remontó al premio Biblioteca Breve de 1964 que obtuvo el libro Tres tristes tigres y a la leyenda negra de cómo Carlos Barral rompe un presunto pacto que preveía premiar a otro escritor cubano adscrito al gobierno de Castro: Lisandro Otero. Esa misma noche se proyectó el documental sobre la noche habanera, PM, y su gestor, Orlando Jiménez Leal contó su exhibición por la televisión cubana en unos momentos críticos en que se colocaban cañones en el malecón habanero apuntando a un horizonte imaginario en La Florida. La polémica saltó con una intervención del público que pareció sacada de un texto de Ionesco y que intentaba ver visos de racismo en la película. Las risas del público contrastaron con la seria compostura del escritor, que se mantuvo en silencio y con una mirada budista que atravesaba el salón en busca del infinito.

Aciertos

El último día, con el salón a rebosar de público admirador, los discursos se centraron en la relación del escritor y el cine a través de su seudónimo como crítico del séptimo arte: G. Caín. Sánchez Harguindey apuntó en su introducción que "releer a casi 40 años de distancia las opiniones de un crítico y percatarse de la enorme mayoría de aciertos en sus criterios, es un ejercicio que sólo aprobarían los muy elegidos por el talento". Por su parte, Vicente Molina Foix evocó las muchas veces que fueron juntos al cine en Londres, preguntándose cómo "cada vez Guillermo sale menos de casa para ir al cine, pero cada vez sabe más y está enteradísimo de todo". Fernando Savater hizo un agudo trazado del ojo de ese espectador "que es capaz de ver lo que no se ve en un filme". Otra intervención de Sánchez Harguindey llamó la atención sobre el Cabrera musical, tema del que no se ha hecho ninguna mesa redonda, apostillando que Cabrera "tiene el futuro asegurado no sólo por sus excelentes libros sino porque, de quererlo, sería uno de los disc-jockeys mejores del mundo".

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