Tribuna:

23 años después

No conocí a Jane, no sé qué acento tenía su voz, ni cómo parpadeaba o se ataba los zapatos. No sé, en realidad, nada de esa mujer que vivió hace tantos años, no sé nada ajeno a sus libros y a su biografía escrita por Millicent Dillon, Pero sí he visto San Miguel, sí conozco el estado de sus tumbas, sus sepulturas abiertas, sus nichos vacíos, sus flores de plástico ya enterradas bajo los restos de lo que recuerda haber sido una necrópolis. Sí sé cómo cada día se rompe un poco más la muerte entre sus muros, cómo palidece la maleza que brota ya sin vida... pero también sé que desde su deterioro d...

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No conocí a Jane, no sé qué acento tenía su voz, ni cómo parpadeaba o se ataba los zapatos. No sé, en realidad, nada de esa mujer que vivió hace tantos años, no sé nada ajeno a sus libros y a su biografía escrita por Millicent Dillon, Pero sí he visto San Miguel, sí conozco el estado de sus tumbas, sus sepulturas abiertas, sus nichos vacíos, sus flores de plástico ya enterradas bajo los restos de lo que recuerda haber sido una necrópolis. Sí sé cómo cada día se rompe un poco más la muerte entre sus muros, cómo palidece la maleza que brota ya sin vida... pero también sé que desde su deterioro diario se hace amar por su mirada triste, de viejo héroe relegado al olvido.San Miguel no es fácil, es duro, pero tal vez sea esa sobriedad cruel la que haga difícil no quererlo. Todos los que han pisado su suelo se han envenenado un poco de, ese encanto marmóreo de sus formas; todos hemos pensado por qué nadie hacía nada. Pero la verdad es que el cementerio de San Miguel es una lucha constante, de la que el Ayuntamiento de Málaga ensordece un poco más conforme se acerca la fecha: el 2 de enero, en que quedará clausurado definitivamente.

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No conocí a Jane; tal vez no debería haberme cruzado en su historia, pero cuando fui a visitar sus restos me di con una pegatina naranja que decía: "¡Atención! Esta unidad de enterramiento va a ser desalojada urgentemente. Rogamos nos llamen a los teléfonos..."

Llamé y me dijeron que si nadie se hacía cargo iría a parar a una fosa común.

Tomé la decisión que creí debía. Tal vez me esté equivocando, pero quien podría decírmelo es su marido, Paul Bowles, el cual no lo ha hecho.

Porque Jane ante todo es un ser humano, por encima de una escritora de culto o un mito del cosmopolitismo intelectual. Es una persona, un ser que debe descansar en paz, al cual ruego respeto. Jane no es una reliquia, no es algo de lo que tengamos que hacer un circo; pues una exhumación y traslado a un osario no es ningún rito, no es un evento..., es simplemente la única vía que una estudiante de 18 años ha encontrado para preservar su huella.

Posiblemente el camino a seguir habría sido otro, pero la lucha por San Miguel ofrece síntomas de fatiga, que no ayudan a prevenir las numerosas exhumaciones que hace algún tiempo se están llevando a cabo. Yo pido perdón a todos aquellos que se hayan sentido ofendidos y sólo exijo un atisbo de intimidad y duelo.

Jane, descansa en paz.

A. L. son las iniciales de la joven de 18 años que ha evitado el traslado de los restos de Jane Bowles a la fosa común.

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