Los 'oscars' de despiste

Los actores afroamericanos protestan por su ausencia en las candidaturas a los premios

Por primera vez en mucho tiempo, no hay claros vencedores en las quinielas previas a los oscars que se entregarán en Hollywood el próximo lunes. Este año, la ceremonia, que será presentada por la actriz Whoopi Goldberg, viene precedida por las quejas de los actores afroamericanos, que protestan por el hecho de que ninguno de los suyos figure entre los principales candidatos. Quincey Jones, como productor de 1 acto, y Naomi Campbell, que desfilará en vivo, son otros representantes negros que participarán en la ceremonia.

La niebla que, durante estos días, empapa Los Ángeles a primeras ho...

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Por primera vez en mucho tiempo, no hay claros vencedores en las quinielas previas a los oscars que se entregarán en Hollywood el próximo lunes. Este año, la ceremonia, que será presentada por la actriz Whoopi Goldberg, viene precedida por las quejas de los actores afroamericanos, que protestan por el hecho de que ninguno de los suyos figure entre los principales candidatos. Quincey Jones, como productor de 1 acto, y Naomi Campbell, que desfilará en vivo, son otros representantes negros que participarán en la ceremonia.

La niebla que, durante estos días, empapa Los Ángeles a primeras horas del día y al atardecer, es como una parábola del desconcierto que rodea la ceremonia de los Oscar en su 68ª edición, sobre todo en lo que se refiere a las candidaturas principales. Por primera vez en mucho tiempo no hay claros vencedores, y no es fácil hacer quinielas, ni siquiera contando con las peculiares inclinaciones de Hollywood. En la categoría de películas, por ejemplo, puede ganar cualquiera, incluida El cartero (y Pablo Neruda), lo que pondría de los nervios a Oliver Stone, ya muy dolido porque su Nixon sólo ha arrancado una nominación para Anthony Hopkins, en el peor y más sobreactuado papel de su vida.Y, metida ya en chismes, que es por lo que estoy aquí, en el centro mismo de Sunset Boulevard, el bulevar del crepúsculo según Wilder, y de los sueños rotos, según los cursis, metámonos en harina. Sepan que Stone parece haberle sacado muy buen partido a sus incursiones en la guerra de Vietnam, pues en su oficina pululan decenas de empleados de origen vietnamita que trabajan como afroamericanos (en estas crónicas voy a mostrarme exquisitamente políticamente correcta, por más que afecte a la fonética: la palabra negro no saldrá jamás).

Tiene Stone, además, una hija de cuatro meses, cuyo retrato está fijado en la pared, de rasgos inequívocamente asiáticos. Y, además, posee una teoría para que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas se dinamice, muy similar a la, que propugna Sánchez Dragó para el electorado socialista: el genocidio. "Esto no mejorará hasta que hayan muerto los viejos", asegura.

En cuanto a Hopkins, luce tal bronceado que parece el chico de Pasadena -su actual domicilio-, se niega a hablar de su vida privada -en plena renovación de existencias, parece que se ha agenciado una novia joven-, trata a sus subordinados con una dureza suave y heladora, más o menos en la línea en que Hannibal el Caníbal trataba a sus guardianes. Ha adelgazado más de diez kilos, sin duda para dejarle sitio a su ego.

La distribuidora Miramax, que lleva en Estados Unidos El cartero -película por la que tifamos todos los latinos bien nacidos que estamos por aquí- tiene un disgusto. La Academia la ha sancionado dándole dos entradas menos para la ceremonia. Motivo: en el envío del vídeo con el filme a los miembros de la Academia ha incluido un ejemplar del libro Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta, en que se basa la película, y los controladores, que se pasan el día intentando descubrir sobornos, han decidido que mandar un libro es una mordida. O la literatura les parece un tesoro o se la cogen con un papel de fumar. Apuesten por lo último.Como ninguna entrega de los oscars que se precie carece de su pequeño escándalo -que suele empezar con empuje, para diluirse en las jornadas finales-, este año son los afro-americanos (en adelante les llamaré A-A porque entero cansa de narices) quienes han decidido, con razón, protestar por el hecho de que ninguno de los suyos figure entre los nominados. Los porcentajes de participación de A-A en la industria cinematográfica son, por otra parte, escalofriantes. De los 5.043 miembros de la Academia que eligen las nominaciones, sólo 300 son A-A. Sólo el 2% de los directores censados son ídem.En cuanto a escritores, los A-A representan el 2,6%, y entre los decoradores y técnicos de nivel, son el 2%. Es lo que los interesados denominan "apartheid cultural". Por quejarse, hasta denuncian que entre los extras que se utilizan para llenar los asientos durante la ceremonia, cuando las stars salen a hacer pipí, apenas hay AA.La Academia se defiende diciendo que nunca como este año habrá más A-A en el escenario del Dorothy Chandler Pavillion..., aunque sea sólo presentando. En efecto, Whoopi Goldberg será maestra de ceremonias; Quincey Jones produce el espectáculo; Angela Basset y Lawrence Fishburne (Tina & lke en Tina) entregarán el Oscar a la mejor canción original, y, sor prendentemente, Sidney Poitier clausurará la gala entregando el Oscar a la mejor película, en lo que parece una decisión precipitada destinada a calmar los ánimos de la comunidad A-A, y al reverendo Jesse Jackson, que amenaza con una marcha sobre Hollywood este fin de semana.Otra personalidad de color participará en la gala: la modelo Naomi Campbell, que, junto con Claudia Schiffer, presentarán el desfile-envivo, con modelos profesionales- de los trajes que aspiran al Oscar del mejor vestuario. Será de lo más chocante, sin duda, porque el surtido va desde talle imperio de Sentido y sensibilidad a la cosa rústica y feroz de Braveheart.Y esto es todo, desde Sunset Boulevard. La niebla empieza a despejarse y aparecen los carteles que glosan el Centenario del Cine, así como los que anuncian los filmes nominados. Delante de mi hotel está el Chateau Marmont, donde John Belushi murió por exceso de cocaína, y, muy cerca, el restaurante House of Blues, propiedad de Dan Ackroyd.

Por cierto, anoche cené en Georgia, que pertenece a Denzel Washington, y es el único restaurante de la ciudad en donde se mezclan A-A y blancosamericanos. Aunque se da otro tipo de exclusión: los fumadores tienen que cenar a la intemperie. Por suerte, la comida sureña tiene suficiente picante como para recorrer a pie el Polo Norte.

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