Arte y tecnologia, una pareja con futuro

Los nuevos medios interesan cada vez más a artistas y galeristas

Las nuevas tecnologías están cada vez más ligadas al arte, aunque este año en Arco su presencia es más visible en el área de servicios que como soporte de creación artística. En ambos casos se están sentando las bases tanto de nuevas posibilidades de expresión plástica como de una distribución más amplia y fluida de las obras de arte a través de las redes de información. El vínculo del arte y las nuevas tecnologías va camino de hacerse cada vez más sólido y de trastornar con ello el futuro de la obra y su difusión, planteando una serie de problemas que habrán de encontrar soluciones.

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Las nuevas tecnologías están cada vez más ligadas al arte, aunque este año en Arco su presencia es más visible en el área de servicios que como soporte de creación artística. En ambos casos se están sentando las bases tanto de nuevas posibilidades de expresión plástica como de una distribución más amplia y fluida de las obras de arte a través de las redes de información. El vínculo del arte y las nuevas tecnologías va camino de hacerse cada vez más sólido y de trastornar con ello el futuro de la obra y su difusión, planteando una serie de problemas que habrán de encontrar soluciones.

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Contrariamente a lo que pudiera pensarse las piezas realizadas con los fríos medios tecnológicos tienden a representar realidades virtuales cálidas, en busca de emociones poéticas. Es lo que tienen en común las dos piezas más importantes presentadas en el contexto de Arco 96. A-volve, de la austriaca Christa Sommerer y el francés Laurent Mignonneau, presentada por la Fundación Arte y Tecnología, es la obra más ambiciosa en ese sentido. Está dividida en dos partes, una amplia pantalla horizontal cubierta de agua y dos monitores en los que el espectador-participante dibuja los perfiles de forma y volumen de una criatura, que cobrará vida en la superficie líquida. La criatura se mueve, se transforma y entra en contacto con otras, se las come, es devorada o se aparea con alguna tercera criatura, dando a luz una nueva que inicia su breve ciclo. El acto de crear queda en manos del espectador activo y sus pequeños bichos electrónicos son acogidos de inmediato con simpatía.El trabajo de la española Maite Cajaraville también juega con una realidad virtual en transformación con The flux of influence, una instalación que no se exhibe en Arco sino en la exposición El arte electrónico en las universidades alemanas, en el Instituto Alemán de Madrid, realizada con motivo de Arco. La española, que ha realizado gran parte de su trabajo en Francfort, ha intentado representar la fluctuación de las relaciones interpersonales. En este caso los sensores de control son mucho mas táctiles, imitando la piel humana, y los resultados se dan en tiempo real; "Quería crear una especie de olas que crecieran y evolucionaran en el espacio, pero a medida que trabajaba en el programa salieron imágenes mas geométricas que daban la misma idea", explica. "El gran problema para los artistas españoles es el alto coste de este tipo de obra que, por lo general, debe encontrar una institución que la financie".

Según la organizadora de esta muestra, Karin Ohlenschläger, los artistas que utilizan las nuevas tecnologías no rompen con la continuidad de la historia del arte, aunque incorporen nuevos materiales y herramientas. "No es que haya muerto el arte en sus formas tradicionales, pero hay una transformación de valores y actitudes que requieren otra actitud", afirma.

Aunque no abundan, Arco tiene en menor número que en años anteriores una serie de obras que usan medios diversos. La instalación de Dolors Caballero 1 + 1 = 1, en la galería Lluc Fluxá, apuesta también por una ambientación introspectiva y poética. "Las técnicas están en función del mensaje que se quiera transmitir", dice. "Me interesa la implicación del espectador".

La galería portuguesa Zé dos Bois también tiene en Arco una propuesta interesante. A medio camino entre la obra de arte y la mercadotecnia, ha ingeniado una forma de convertir su pequeña caseta en una amplia muestra de nueve artistas. Los jóvenes galeristas, con mandil rojo, son anfitriones de los que Mario Cameira llama "un catálogo virtual". El espectador se pone un casco de realidad virtual y se ve ante la disyuntiva de entrar por alguna de las nueve puertas que se le presentan. Cada una de ellas da acceso a la obra de un artista distinto. "Han trabajado 21 personas en esta presentación, y lo hemos hecho para aprovechar al máximo nuestra presencia en Arco y para ofrecer una alternativa distinta a la de las galerías convencionales".

Internet tiene también este año una presencia destacada en Arco, a través del servicio de Soluciones Electrónicas Interactivas (SEI), con una conexión diseñada especialmente para la feria, con toda la información relativa a ésta y una selección de opciones de acceso a una gran cantidad de otras fuentes de información artística internacional. "Los galeristas se están dando cuenta de la importancia de estar en las redes y de acceder a ellas", dice Adrián Moure director de SEI.

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