CONFERENCIA EUROMEDITERRÁNEA

El tabú de la deslocalización industrial

Para el desarrollo de las economías de la cuenca sur del Mediterráneo hay algo más importante que las ayudas de Occidente: la inversión. Pero las inversiones europeas en la zona son ocho veces menores que las de EE UU en México y 15 veces menos que las de Japón en el sureste asiático. La. captación de inversiones tropieza con un triple obstáculo en Europa: los Gobiernos apenas las promueven, los empresarios no se arriesgan y los sindicatos defienden los puestos de trabajo en Europa.España está mostrando un creciente interés por el Magreb, pero aún en 1993 sólo el 11,8% de la inversión exterior...

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Para el desarrollo de las economías de la cuenca sur del Mediterráneo hay algo más importante que las ayudas de Occidente: la inversión. Pero las inversiones europeas en la zona son ocho veces menores que las de EE UU en México y 15 veces menos que las de Japón en el sureste asiático. La. captación de inversiones tropieza con un triple obstáculo en Europa: los Gobiernos apenas las promueven, los empresarios no se arriesgan y los sindicatos defienden los puestos de trabajo en Europa.España está mostrando un creciente interés por el Magreb, pero aún en 1993 sólo el 11,8% de la inversión exterior se destinó a la cuenca sur del Mediterráneo -prácticamente todo a Marruecos-, mientras el 44,2% fue a América Latina y el 38,3% a paraísos fiscales.

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Aunque está creciendo con vigor, la presencia de empresas españolas en Marruecos es aún poco significativa. Ha pasado de 4.000 millones de pesetas en 1989 a 50.000 en 1993. "Las cosas están cambiando, pero el empresario español aún no está por la labor y tampoco por el crecimiento de la capacidad", afirma Salvador Maluquer, secretario general de la organización algodonera española AITPA. "Hasta hace poco los industriales catalanes se escandalizaban cuando la Generalitat invitaba a las empresas a invertir en el Magreb", recuerda. Deslocalización industrial, palabra tabú.

Sólo las grandes empresas se atreven a realizar inversiones directas. Es el caso de la construcción, obras públicas, química, agroalimentarias, y grandes distribuidores textiles (El Corte Inglés, Cortefiel, etcétera). Pero el mediano empresario opta por la colaboración intermedia, sin correr grandes riesgos. Y procura ampararse en la discreción. Al empresario español no le gusta que se sepa que trabaja en Marruecos.

"Hace ya seis años que estamos allí", admite un alto cargo de une conocida empresa textil catalana que prefiere guardar el anonimato. Antes tenían 350 trabajadore en España y ahora sólo 85. "Hemos ido a Marruecos para sobrevivir, no para ganar más dinero" afirma. Allí los costes se reducen la tercera parte que en España, asegura.

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