42 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

La vida, la muerte, la inocencia

El detective y la muerte es una fábula sutil e inteligente, construida con un punto de arranque en la Historia de una madre de Hans Christian Andersen, que Gonzalo Suárez diluye entre los meandros de una trama que es, a la postre, totalmente suya, Muy sumariamente, se lo podría definir como un filme sobre el eterno combate entre la Vida y la Muerte pero esta vez, como en El séptimo sello bergmaniano, con la opción excepcional de un milagro que sólo se puede obtener a través de la Inocencia.El filme narra la historia del Detective (Javier Bardem), un hombre que ha traiciona...

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El detective y la muerte es una fábula sutil e inteligente, construida con un punto de arranque en la Historia de una madre de Hans Christian Andersen, que Gonzalo Suárez diluye entre los meandros de una trama que es, a la postre, totalmente suya, Muy sumariamente, se lo podría definir como un filme sobre el eterno combate entre la Vida y la Muerte pero esta vez, como en El séptimo sello bergmaniano, con la opción excepcional de un milagro que sólo se puede obtener a través de la Inocencia.El filme narra la historia del Detective (Javier Bardem), un hombre que ha traicionado a su mafioso jefe (Héctor Alterio), por el amor de una mujer, la duquesa (Charo López). Acosado por un sicario (Carmelo Gómez), se enfrentará a él y en el curso de ese enfrentamiento conocerá a María (María de Medeiros), madre de un bebé al que el sicario estrangula. Éste se propone eliminar a la duquesa por encargo del jefe, quién a su vez lo ordena para complacer a su hija y amante, Laura (Mapi Galán).

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Esta trama aparentemente compleja se ordena a partir de bifurcaciones constantes en escenarios barrocos de una fantasmal Varsovia azotada por el frío y la nieve. Se diría que, como Raúl Ruiz con el melodrama, a Suárez también le interesa el prolijo desmontaje de las claves de un género, en este caso el cine negro -porque es en este terreno en el que se sitúa el filme, más que en el fantástico que su desarrollo parece mostrar-, pero eso es sólo una apariencia.

En realidad, El detective continúa la férrea, fascinante lógica surreal a la que se atiene Suárez en algunos de sus filmes, como en La reina anónima, por mencionar una reciente. Hay en la película elementos habituales en la filmografía del director como el personaje central, ese boxeador que se parece a Ditirambo; enigmáticos seres de oscuro pasado, como en El extraño caso del doctor Fausto; numerosas referencias literarias entre las que destaca, Imis allá de Andersen y su sobrecogedor relato, el personaje de Laura, esa Salomé que no sólo quiere la vida de su madre, sino también y muy edípicamente, sus ojos.

El proverbial poder de construcción de imágenes de Suárez se complementa aquí con algunos trabajos actorales de puro preciosismo. Decir a estas alturas que Alterio está estupendo es incluso banal; Gómez, Galán y López responden muy bien. Pero la parte del león se la llevan Bardem, soberbio en su radical cambio de registro -contenido, matizador de su personaje- y una María de Medeiros espléndida: ver cómo esta frágil mujer se apropia literalmente de la trama es algo que no se veía desde que Lilian Gish dejó de hacer papeles protagonistas.

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