Ray Loriga: "Para escribir hay que ser radical"

Ha nacido en un mundo sin raíces, de referencias culturales imposibles, en el que una canción de David Bowie o de los Rolling Stones se confunde con El viaje al fin de la noche, de Céline, o con El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger. Ray Loriga (Madrid, 1967) no quiere dejarse encorsetar ni por la tradición, ni por la vanguardia. Quiere escribir con sus propias normas. Empezó a buscar nuevos caminos narrativos en su primera novela, Lo peor de todo, y su carrera ha dado un giro con el libro que acaba de publicar: Héroes (Plaza y Janés), una obra en l...

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Ha nacido en un mundo sin raíces, de referencias culturales imposibles, en el que una canción de David Bowie o de los Rolling Stones se confunde con El viaje al fin de la noche, de Céline, o con El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger. Ray Loriga (Madrid, 1967) no quiere dejarse encorsetar ni por la tradición, ni por la vanguardia. Quiere escribir con sus propias normas. Empezó a buscar nuevos caminos narrativos en su primera novela, Lo peor de todo, y su carrera ha dado un giro con el libro que acaba de publicar: Héroes (Plaza y Janés), una obra en la que los capítulos se suceden como las canciones en el vinilo."Me da la sensación de que la literatura impone demasiado a los jóvenes. Para mí es un soporte creativo que no debería dictar normas", asegura Loriga. Ésa es su apuesta: tirar de su pasado, de las canciones, los libros o las películas que le impresionaron. Sin complejos. "Muchos narradores jóvenes escriben con normas aprendidas, como si los clásicos les mirasen por encima del hombro. Intento escribir como me da la gana, sin exigencias de guión. Hay un montón de caminos; pero creo que para escribir hay que ser radical".

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Referencias culturales

La mezcla de referencias culturales ha sido fundamental en la formación creativa y personal de Ray Loriga: los viejos esquemas tradicionales que separan lo que es cultura de lo que no lo es ya no valen. "No se puede escribir igual desde que se inventó la televisión. El arte sólo existe para que un individuo concreto arranque emociones reales: no puedes juzgar con el mismo rasero a los Sex Pistols que a Mozart. La emoción de rechazo brutal que produce el punki es una forma de arte. Mi generación convive con referencias culturales más globales: éste es un libro que podía haber escrito un tipo nacido en Liverpool. Para nosotros el fólclor no supuso nada. A mí Carmen Sevilla no me dice nada. Ya no se puede hablar de raíces".

Sin embargo, la música de la que habla en su libro (Rolling Stones, Bob Dylan, el título, Héroes, que es una clara referencia a David Bowie) empezó a romper con la sociedad cuando él todavía no había nacido. "Son mis discos, con los que he funcionado. Pero no soy nada nostálgico, creo que ahora también hay grupos que rompen. Soy un mitómano muy respetuoso con mis mitos. A diferencia de Madonna, Michael Jackson me parece un tío con mucho talento".

El éxito lo lleva bien. Cree que los libros están para venderse, aunque no quiere bajas la guardia. "En este trabajo siempre tienes miedo. El otro libro tuvo buenas críticas y me sirvió para hacer una segunda novela más valiente. Creo que hay que ser muy riguroso, porque si te dejas llevar por el éxito puedes perder un poco la bola".

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