Tribuna:

Ingenio sobre el ingenio

Un profesor de instituto, premio nacional de ensayo por su primer libro: el jurado es ingenioso, y su juicio entra en los dominios de este divertido tratado, Elogio y refutación del ingenio. El jurado está en su derecho: que el premio se discierne a la mejor obra de la especialidad en el año, y ésta puede considerarse perfectamente "mejor", a su juicio. No sé si al mío, felizmente: no conozco todas las obras publicadas. Si me es lícito decir que es una excelente obra, sorprendente y divertida.El ingenio es una materia natural en España; no se limita el autor al país, aunque tome varios ...

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Un profesor de instituto, premio nacional de ensayo por su primer libro: el jurado es ingenioso, y su juicio entra en los dominios de este divertido tratado, Elogio y refutación del ingenio. El jurado está en su derecho: que el premio se discierne a la mejor obra de la especialidad en el año, y ésta puede considerarse perfectamente "mejor", a su juicio. No sé si al mío, felizmente: no conozco todas las obras publicadas. Si me es lícito decir que es una excelente obra, sorprendente y divertida.El ingenio es una materia natural en España; no se limita el autor al país, aunque tome varios de sus casos en la literatura -especialmente Francisco Umbral, su favorito- El ingenio es callejero, quizá una forma de autodestrucción. Rompe conversaciones, trocea en fragmentos, en chistes los termina. Saltaba, antes, en el Congreso -ahora no: es cómicamente serio y agresivo- y podía cortar con carcajadas el examen de un proyecto de ley ("Voy a hacer a sus señorías una proposición..." "Si es honesta... ", interrumpió el radical Pérez Madrigal); aparece en los consejos de administración, en las juntas generales.

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La literatura española se manifiesta con las diferentes formas del humor -espíritu, sátira, ironía, sarcasmos, giro sardónico, cinismo, comicidad-, mezclado con el dramatismo: el mismo Umbral, Cela (otro básico), la mayoría de los escritores, los columnistas de los periódicos que son sus más esforzados buscadores: lo están utilizando para reducir el alcance de la tragedia: una especie de understatement en el estilo inglés, que es español castizo (Cervantes, tan querido de Marina como Quevedo, ingenios entre el desastre); apenas hay humoristas oficiales ya, pero hay una impregnación general. Todo es humor donde las grandes declaraciones hay que hacerlas en tono menor: algo que ha descubierto la publicidad -citada en el libro- y no la política, que es de nuevos ricos de la palabra, de amenazantes y tersos personajes. Véase la campana.

Cuando apareció el libro de Marina fascinó. Era lógico que cayera en los periódicos como un riego de agua bendita: para los críticos llegaba, al fin, un libro que leían -a gusto y, al mismo tiempo, lleno de verdad. Se trasladó al público y se agotó en las librerías. Yo fui uno de los fascinados, aunque tuve unas ciertas dudas de si era realmente un libro importante. Es sarcástica la busca de "algo importante" y la duda ante la falta del sentido de lo trágico: yo, objeto de sarcasmo de mí mismo. Anunciaba Marina una segunda parte, un estudio más amplio (se espera): con la timidez de quien se presenta sin saber si lo que ha hecho es realmente importante. Lo es: la sanción de este jurado, aunque tenga el humor negro de dejar fuera al grupo de ensayistas trascendentales y de cumplir esta excepción para un primer libro, lo consagra así.

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