Una mañana en 'territorio verde'

La jornada en una oficina del Inem, reflejo del mercado de trabajo

Estamos en el mes de febrero y en Madrid hace un frío de mil demonios. Una oficina del Instituto Nacional de Empleo (Inem) ocupa una esquina del popular barrio de San Blas. De allí salen y entran miembros del saturado colectivo de parados, formado ya por 3.047.000 personas. Cada uno va cargado con su problema, como si fuera una incómoda y pesada mochila de plomo. La oficina está diseñada para crear un ambiente artificialmente cómodo, distendido, con más vegetación de la habitual en una dependencia del Ministerio del Trabajo.

En el local del Inem todo está teñido de verde en la creencia ...

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Estamos en el mes de febrero y en Madrid hace un frío de mil demonios. Una oficina del Instituto Nacional de Empleo (Inem) ocupa una esquina del popular barrio de San Blas. De allí salen y entran miembros del saturado colectivo de parados, formado ya por 3.047.000 personas. Cada uno va cargado con su problema, como si fuera una incómoda y pesada mochila de plomo. La oficina está diseñada para crear un ambiente artificialmente cómodo, distendido, con más vegetación de la habitual en una dependencia del Ministerio del Trabajo.

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En el local del Inem todo está teñido de verde en la creencia de que es un color con efectos sedantes. Pero las buenas intenciones del decorador no pueden luchar contra el poder del paro para limar los nervios más templados y aplatanar el ánimo más eufórico. Sobre todo si la esterilidad del departamento de ofertas de trabajo es cada vez más patente. Un joven topógrafo acaba de pisar territorio verde por primera vez. Nunca había faltado trabajo en su sector, pero su empresa, una de las constructoras más grandes de España, para la que ha trabajado durante tres años, no le ha renovado el contrato para no hacer le fijo en plantilla. El año pasado se perdieron casi 100.000 empleos en la construcción, donde el consumo de cemento ha caído un 7%. Según CC OO, la tasa de paro de este sector en Málaga, Islas Canarias o Baleares "está próxima al En una de las colas está otro sin empleo que, además de per tenecer al grupo de los tres millones de parados, es uno de los 540 contratados temporales de Televisión Española (TVE) a los que no se renovó el contrato con el compromiso de readmitirlos cuando consumieran el paro. Este trabajador del sector gráfico, en vista de que el ente público no cumple este convenio, se apunta a las solicitudes de empleo. Algo parecido está ocurriendo en Renfe. En el no veno convenio decidieron que en 1992 regresaran a la empresa 500 personas que habían traba jado en Renfe temporalmente. Pero como tampoco aquí se han cumplido los planes de readmisión, se ha alargado el plazo para la incorporación seis meses más, hasta el 30 de junio. Hasta la fecha, Renfe ha recontratado a 50 personas.

Partido de ping-pong

Otro joven de 27 años, que dice haber estudiado lo justo, o sea, EGB, trabaja desde los 18 años con todo tipo de contratos temporales, o bajo cuerda, como explica él. La contratación temporal alcanza el 38% en el sector privado. Este vecino de San Blas aterriza de nuevo en el paro tras un vuelo de un año en una empresa de rótulos, donde no le repitieron el contrato "por una reestructuración en la que me ha tocado la china", explica mientras solicita el subsidio. Su padre es funcionario y no da crédito al ritmo que tiene su hijo para saltar de un trabajo al desempleo y viceversa, igual que si se tratara de un partido de ping-pong en el que la pelota se sustituye por un trabajador eventual. "Este sistema no está bien, no funciona", dice que dice su viejo.

Las posibilidades de rota ción que el sistema de contrata ción ofrece, y sus abusos, han provocado graves problemas financieros al Inem por lo que se recortaron algunas prestaciones con el decretazo de la pasada primavera. Y la llegada de 62.215 nuevos parados este año, según el paro registrado de enero -diez veces más que en enero de 1992-, ya hacen prever nuevas angustias y la necesidad de créditos extraordinarios. También hay lugar para cambios en la contratación (renovar hasta cuatro años el de fomento de empleo) en el paquete de nuevas medidas del mercado de trabajo.

En este partido de ping-pong del empleo al paro lleva inmersa desde 1984 M. C. C., de 29 años, grabadora informática de datos. Su último trabajo le duró cinco años y medio por obra y gracia de la combinación de la oferta de la contratación a la carta. A ella también le ha sobado la famosa china. "Me han despedido alegando tonterías", se defiende. Ella es una de las 258.180 personas que perdieron su empleo durante el último trimestre de 1992, pero solicita ahora el paro tras finalizar el proceso de tribunales.

Efectos del 'decretazo'

En Palma, de Mallorca hay bajas temperaturas, como en Madrid. Aunque más frío está el ánimo de un padre de una niña y otra que viene en camino. Es un trabajador fijo discontinuo de la hostelería que, como decenas de miles por toda España, sufren en este momento los crueles efectos del decretazo que recortó el paro al que se tiene derecho tras cotizar un año. Antes, al trabajar un año, se tenía derecho a seis meses de paro. Ahora cobran menos meses de subsidio, que es de menor cuantía, y el tiempo de la percepción no cuenta a efectos de la jubilación.

"El sufrimiento de las familias afectadas es alucinante", comenta este trabajador que no quiere dar su nombre y que ha tenido que dejar de pagar el alquiler de la casa durante los últimos tres meses "porque con las 42.000 pesetas del subsidio no llegamos a fin de mes". En su tristeza se sincera: "No soy un hombre de estudios, pero yo quiero trabajar y no me dejan".

María, una dispuestísima afiliada a la federación de hostelería de UGT, comenta que en el sector hotelero se están sustituyendo en masa contratos de ocho horas por uno solo de tiempo parcial. Y da datos de un hotel de Palma de Mallorca que en 1982 no tenía casi ningún contrato a media jornada y ahora ya tiene 250 personas a tiempo parcial. Una camarera de hotel de 33 años trabaja desde hace ocho con diferentes contratos de 4 horas, con lo que cada temporada da con sus huesos en el paro como mínimo una vez. La conclusión de su colega María "es que hacen el mismo trabajo en la mitad de tiempo a costa de trabajar a destajo y de que lo pague el cliente. Porque no es lo mismo estirar la cama y vaciar la papelera que limpiar una habitación a fondo. De cara al turista, decae la calidad y no vuelve".

La que sí ha vuelto es Josefina, pero a suelo verde, a la oficina del Inem de San Blas a ver si hay trabajo. Esta limpiadora de profesión se desilusiona al conocer el objetivo de las preguntas que le hace EL PAÍS. "¡Ah! ¿Pero es que no me vais a ayudar a encontrar trabajo?"

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