Irún reedifica el centro urbano, arrasado por el fuego hace 46 años

El proyecto es del arquitecto Robert Krier

Cuarenta y seis años después del incendio que redujo el núcleo histórico de Irún (Guipúzcoa) a un enorme solar, la ciudad fronteriza asiste a la próxima refundación de su centro urbano gracias a un deslumbrante proyecto inspirado por el arquitecto luxemburgués Robert Krier. El trabajo consiste en la creación de dos grandes plazas dentro de un espacio acotado con construcciones de viviendas y atravesado por dos nuevos ramales de articulación de la ciudad.

Irún recuperará así, con una nueva dimensión y perspectiva, la trama urbana más original y significativa de sí misma, que le fue arreb...

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Cuarenta y seis años después del incendio que redujo el núcleo histórico de Irún (Guipúzcoa) a un enorme solar, la ciudad fronteriza asiste a la próxima refundación de su centro urbano gracias a un deslumbrante proyecto inspirado por el arquitecto luxemburgués Robert Krier. El trabajo consiste en la creación de dos grandes plazas dentro de un espacio acotado con construcciones de viviendas y atravesado por dos nuevos ramales de articulación de la ciudad.

Irún recuperará así, con una nueva dimensión y perspectiva, la trama urbana más original y significativa de sí misma, que le fue arrebatada por el fuego en la guerra civil.A lo largo de estas décadas, ese clamoroso hueco de 20.000 metros cuadrados -hoy habilitado como improvisado aparcamiento de superficie- frente a la fachada del Ayuntamiento ha representado algo así como el testimonio mudo de la impotencia ante la mutilación urbana, una llamada permanente a la regeneración, a la necesidad de restañar aquella herida histórica. Para los arquitectos que han trabajado. en el proyecto durante cuatro años -Gerhard Loch, Carlota Navarro y el director y coordinador del plan general, Javier Zubiría-, la iniciativa supone una rara oportunidad de intervenir en el. corazón urbano reconstruyendo una parte vital de la propia ciudad. El proyecto está en fase de exposición y podría empezar a levantarse antes de un año.

Robert Krier, autor de la reconstrucción del centro histórico de Amiens, cree que el caso de Irún aporta un ejemplo singular de reparación urbana. A su juicio, la demanda social de espacios abiertos carece de sentido a la vista misma de ese gran espacio irregular despojado de árboles y cubierto de automóviles. "Es posible que haya ciudadanos de Irún que han acabado por habi tuarse a ese hueco abierto por la guerra", indica, "pero para mí, que vengó de fuera, ese espacio vacío significa claramente la pervivencia del conflicto bélico".

Creatividad

En los últimos meses, el anteproyecto original de Robert Krier -un autor, de realizaciones escasas, cuyo prestigio descansa, fundamentalmente, en la creatividad de sus ideas- ha sido retocado por el resto del equipo de arquitectos, corredactores del plan general, con ajustes que no empañan la brillantez de su planteamiento visual. La solución final consiste en ocupar plenamente el gran trapecio irregular que compone el solar con edificaciones y espacios sintonizados y engarzados con el entorno arquitectónico. Las plazas proyectadas -cuadrangular la primera, situada ante la fachada principal del Ayuntamiento; elíptica, con una gran abertura, la segunda, destinada a albergar el mercado- permiten, a través de un pasadizo escoltado por una hermosísima torre, un curioso juego visual, un diálogo simbólico entre lo oficial y lo popular.En la línea defendida por el propio Krier, que abomina de los centros urbanos acaparados por los inmuebles de oficinas, inhóspitos, desiertos, inanimados durante la noche y los fines de semana, el proyecto destina a viviendas y a locales comerciales la práctica totalidad de las nuevas edificaciones. Un eje subterráneo, que atravesará en diagonal el solar, y otro exterior, ajustado a uno de los laterales del proyecto, permitirán articular el tráfico en ese espacio referencial.

Con 50.000 habitantes, Irún es una ciudad de aluvión, volcada laboralmente en la frontera, que posee una acusada personalidad. El pesimismo por la desaparición del próspero sector de las aduanas, el hundimiento del comercio y la crisis de la industria se contraponen con la voluntad municipal de hacer de Irún "la ciudad del Txingudi", la bahía de la desembocadura del Bidasoa que conjuga y envuelve las riberas de Francia y España.

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