Menem elogia la ayuda española a la nueva Biblioteca Nacional argentina

El "monstruo" de cemento que fuera considerado durante más de 20 años como "un símbolo permanente de la frustración argentina" ya no existe como tal, ahora es la nueva Biblioteca Nacional. En un acto con más contenido político que cultural, el presidente Carlos Menem descubrió la placa que lleva grabada su nombre y la fecha histórica. La biblioteca ocupa un terreno de 44.000 metros cuadrados en el tradicional barrio de La Recoleta, al norte de la ciudad, pero no será habilitada de inmediato al público. El traslado de los libros desde el antiguo edificio al nuevo demorará todavía unos cinco o s...

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El "monstruo" de cemento que fuera considerado durante más de 20 años como "un símbolo permanente de la frustración argentina" ya no existe como tal, ahora es la nueva Biblioteca Nacional. En un acto con más contenido político que cultural, el presidente Carlos Menem descubrió la placa que lleva grabada su nombre y la fecha histórica. La biblioteca ocupa un terreno de 44.000 metros cuadrados en el tradicional barrio de La Recoleta, al norte de la ciudad, pero no será habilitada de inmediato al público. El traslado de los libros desde el antiguo edificio al nuevo demorará todavía unos cinco o seis años.Los funcionarios y el propio presidente Menem no olvidaron agradecer, ante el cuerpo diplomático y el director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, el "crédito blando" de cinco millones de dólares que España concedió a la Argentina y que permitió reiniciar las obras hace dos años, cuando ya se habían detenido nuevamente. Por su cuenta, el jefe de Estado argentino consideró que el crédito español, "más que un crédito es una donación".

Diversidad

A su turno, Mayor Zaragoza advirtió sobre los riesgos de la "uniformización cultural y el dejarse llevar por el poder que usurpa y sustituye la personalidad y el derecho de los ciudadanos". El director de la Unesco destacó la diversidad de una biblioteca, "donde coexisten San Juan de la Cruz y Engels sin desarmonía". Para entonces se sabía de la indignación en la comunidad judía de la Argentina porque se había bautizado a una de las salas del subsuelo con el nombre del escritor argentino Gustavo Martínez Zuviría, conocido por el apodo de Hugo Wast.La organización judía B'naib'rith repartió entre los periodistas un comunicado donde se recuerda que "en tiempos en los que el racismo revive en el mundo, entrar en una sala de la biblioteca o de cualquier otro ámbito de la cultura que lleve el nombre del autor de Kahal y el oro nos producirá, como a muchos argentinos, la desazón, el malestar y el sufrimiento que provocan la mala memoria y el descuido por la dignidad humana".

31 años después de convocado el concurso para una obra que debía acabarse en 36 meses, la Biblioteca Nacional abre sus puertas el próximo 4 de mayo en un horario restringido y sólo para que el público pueda realizar una visita guiada por las salas habilitadas. Tal vez un mes más tarde puedan consultarse periódicos y revistas en la hemeroteca. Para los libros todavía habrá que esperar, sin plazo fijo. El tiempo de construcción de la biblioteca, basada en un proyecto que hubo que adaptar a los nuevos diseños y tecnologías, podría medirse en dictadores y presidentes. Desde 1961 pasaron 14 jefes de Estado, siete de facto y siete constitucionales. Todos ellos prometieron terminar la Biblioteca.

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