Una letra de 1.100 años

El fonema cuya grafía es eñe es característico de las lenguas romances. Como fonema nasal palatal sonoro tiene su origen en la unión del fonema /n/ más yod (fonema procedente de /ê/ o /î/). La unión de la n con Yod dio origen a ese fonema, cuya representación ortográfica variaba (nn, ng, gn, ng'l).Tanto la doble n árabe como la latina dieron lugar a la eñe. Ejemplos de la doble n árabe son an-nil (añil), o albanna (albañil). Existen pruebas de que la doble n latina sonó como n en territorio mezárabe, donde se registran transcripciones. Desde el siglo X, en tierras cristianas, hay grafías indic...

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El fonema cuya grafía es eñe es característico de las lenguas romances. Como fonema nasal palatal sonoro tiene su origen en la unión del fonema /n/ más yod (fonema procedente de /ê/ o /î/). La unión de la n con Yod dio origen a ese fonema, cuya representación ortográfica variaba (nn, ng, gn, ng'l).Tanto la doble n árabe como la latina dieron lugar a la eñe. Ejemplos de la doble n árabe son an-nil (añil), o albanna (albañil). Existen pruebas de que la doble n latina sonó como n en territorio mezárabe, donde se registran transcripciones. Desde el siglo X, en tierras cristianas, hay grafías indicadoras de palatalización. En los siglos XI y XII, para representar este fonema palatal se utilizan las grafias n+ yod, ng, gn...

Pedro García Domínguez, filólogo, ex profesor de linguística general de la Universidad Complutense y miembro del Departamento del Español Urgente de la Agencia Efe desde su fundación, señala que "el sonido eñe asociado a la grafía eñe aparece a partir del siglo IX y desde entonces nunca se ha interrumpido". "Las Glosas Emilianenses son el primer documento conocido en castellano con la grafía eñe". Componen las Glosas Emilianenses numerosas palabras escritas en lengua vulgar, al margen de un códice latino que se supone redactado entre los siglos VIII y X, pertenecientes al monasterio de San Millán de la Cogolla, en Logroño. El Cantar del Mio Cid y luego los escritos de Gonzalo de Berceo recogen posteriormente la eñe como grafía normalizada.

Uno de los textos clásicos de la literatura castellana, El Quijote, de Miguel de Cervantes, abunda en eñes: "Y mañana como tengo dicho se cumplirá lo que tanto deseó... Cuantas audiencias y tribunales hay en toda España... Y al pie de aquella montaña es el lugar donde él mandó que le enterrasen".

La grafía de la eñe se normalizó en el siglo XVIII, tras la constitución de la Real Academia Español, aunque a lo largo del siglo colearon otras grafías.

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