Un estudio editado por el Ejército propone aplicar métodos de la dictadura argentina

El Estado Mayor del Ejército editó en 1985, siete años después de aprobarse la Constitución, un estudio que proponía combatir el terrorismo en España con los métodos aplicados entre 1976 y 1982 por la dictadura militar argentina, que provocó miles de desaparecidos. El autor de Nuestra guerra y nuestra paz, que aún circula por las instalaciones militares y puede adquirirse en el Ministerio de Defensa, es el coronel José Frías O'Valle, que entonces estaba destinado en el Servicio de Publicaciones del Estado Mayor del Ejército.

El coronel Frías conocía directamente los métodos de las dicta...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El Estado Mayor del Ejército editó en 1985, siete años después de aprobarse la Constitución, un estudio que proponía combatir el terrorismo en España con los métodos aplicados entre 1976 y 1982 por la dictadura militar argentina, que provocó miles de desaparecidos. El autor de Nuestra guerra y nuestra paz, que aún circula por las instalaciones militares y puede adquirirse en el Ministerio de Defensa, es el coronel José Frías O'Valle, que entonces estaba destinado en el Servicio de Publicaciones del Estado Mayor del Ejército.

El coronel Frías conocía directamente los métodos de las dictaduras del Cono Sur, pues, además de estudiar en la Escuela de Guerra de Buenos Aires, fue agregado militar en Argentina, Paraguay y Uruguay, y tuvo mando en la División de Inteligencia del Ejército.El libro parte de que "el terrorismo no es un problema de delincuencia ni de orden público, es una guerra". Por tanto, "ni se puede recurrir a subterfugios ni permitir que el terrorista actúe con plena impunidad", sino que hay que combatirlo con métodos bélicos. En su opinión, puede aplicarse la pena de muerte sin reformar la Constitución, ya que la misma prevé ese castigo en tiempos de guerra y, en su opinión, esa guerra ya existe.

El respeto formal a la Constitución, junto con las más groseras violaciones de la misma, es una constante del estudio; como lo fue de las dictaduras iberoamericanas: "La acción directa, que no quiere decir eliminación física, contra los líderes rebeldes y en los momentos iniciales puede ser muy rentable, pero siempre que se haga dentro de la ley y en forma discreta", aconseja el coronel.

Disculpa

Sin embargo, ya adelanta su disculpa para acciones no tan legales ni discretas: "La ilegalidad se bordea o se conculca descaradamente aún en los países que más alardean de respetar los derechos humanos, pero al no haber una legislación adecuada para combatir la subversión, fácil y humanamente se cae en la ilegalidad".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Su catecismo antiterrorista es el expuesto en el Colegio de Abogados de Buenos Aires en 1980, en plena dictadura, que recomienda "detectar y fichara quienes tengan militancia subversiva". Por si aquel no fuera suficiente, el coronel agrega: "Lo difícil en esta guerra es cuando hay marxistas impartiendo enseñanzas o en puestos de gobierno". Para evitarlo, "se controlará a las personas que visitan la Unión Soviética y otros países marxistas, a la vez que controlamos y detectamos su infiltración en la educación, medios de comunicación y Administración".

"Los expertos aconsejan que se lleve un registro de las organizaciones comunistas de frente y se exijan públicamente declaraciones de lealtad de los partidos políticos y, en especial, de las élites dirigentes".

Su estrategia antisubversiva consiste en un control totalitario de la sociedad: de partidos y sindicatos, de la Iglesia, la enseñanza y los medios de comunicación. Hay que hacer, sostiene, un "estudio individualizado de cada medio: línea editorial, difusión, clientela, colaboradores, anunciantes, etcétera". Esta labor, advierte, debe realizarse con mucho celo, pues "la detección de la subversión y sus agentes tampoco es sencilla. Hay personas respetables, incluso venerables, en las que cuesta mucho trabajo reconocer a un elemento subversivo".

Frías no considera desproporcionadas las medidas que propone, pues "lo que existe, sin duda alguna, es una guerra revolucionaria, que se vale de dos tipos de acciones principales: subversión y terrorismo" y que se define con tres palabras: "marxista-leninista-soviética". Si la sociedad no lo ve así, se debe a la ceguera, patológica o voluntaria, de la clase dirigente, que llega hasta negarse a admitir la simple existencia de un enemigo interior".

La panaranoia anticomunista le hace descubrir enemigos por todas partes: los terroristas; pero también "ciertos movimientos pacifistas, ecologistas y hasta de homosexuales y lesbianas, sin olvidar a ciertos sectores feministas". Un ,,aparentemente inocente comic puede encubrir un instrumento de guerra. 'Tos avances logrados por la subversión mediante la adecuada acción psicológica en España son notorios", concluye.

Autonomía militar

Fiel a la doctrina de la autonomía militar, defendida aún por algunos militares españoles, el coronel asegura que "a las Fuerzas Armadas corresponde llevar la ejecución de las operaciones, aunque el control corresponda al poder político y la dirección pueda ser compartida o delegada". El Ejército, dice, "tiene una evidente función que desempeñar en un ámbito, semiautónomo, de actuación".

Lo más preocupante es que, según Frías, "nuestra doctrina militar vigente" en 1985, desconocida para la opinión pública, "reconoce la existencia de ese tipo de conflictos y, en el título cuarto, La acción subversiva, nos habla de un organismo superior que habrá de conducir la lucha antisubversiva y al que parece aconsejable que las FAS le propongan líneas de actuación... ".

Sobre la firma

Archivado En